PARA LEER EN LA FERIA
Los tentáculos de la DEA en Argentina, ¿y en Entre Ríos?
01/02/2023
Es verano, mes de feria judicial y en Página Judicial retomamos esta sección para evadirnos de la rutina a través de la literatura. Libros escritos entre expedientes judiciales o de la mente creativa de distintos autores. La DEA en la Argentina, de Julián Maradeo, es una radiografía completa y compleja del rol que ha tenido la agencia en el país y que podría resumirse en una frase: “A la DEA no le interesa la problemática argentina; lo que le interesa es todo aquello que pasa en Argentina y puede afectar a los Estados Unidos”.
Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
Hace cincuenta años, Richard Nixon anunció una guerra contra un enemigo indeterminado, las drogas; y creó un organismo para llevar adelante esa batalla, la Drug Enforcement Administration (DEA, por sus siglas en inglés).
Si el resultado es un fracaso rotundo a nivel global, debería decirse entonces que la agencia policial trasnacional estadounidense ha tenido escasa eficacia en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, la DEA ha estado siempre envuelta en una trama misteriosa que ha sido espectacularmente exhibida en cine y series.
Julián Maradeo se propuso entonces voltear el mito y develar el rol que ha tenido la agencia en el país durante el último medo siglo. El resultado es La DEA en la Argentina. Una historia criminal, un libro de investigación impactante donde cuenta cómo la agencia estadounidense reparte dinero en negro a contactos locales, lleva una agenda por fuera de las leyes y hasta se ha llevado del país a personas de interés de Estados Unidos con acciones de dudosa legalidad.
El libro detalla los nombres de agentes, jueces y ex jueces, fiscales, integrantes de las fuerzas policiales y de seguridad nacionales y provinciales, ministros, gobernadores y una larga lista de etcéteras que integran una red de lealtades que le ha permitido –y le permite– a la DEA hacer en la Argentina lo que se le antoja.
Y con una salvedad: “A la DEA no le interesa la problemática argentina; lo que le interesa es todo aquello que pasa en Argentina y puede afectar a los Estados Unidos”, aclara Julián Maradeo.
Maradeo es licenciado en periodismo en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP); ha escrito en diversos medios y sus investigaciones se publicaron en Página/12, Tiempo Argentino, Le Monde Diplomatique, elDiarioAR, Revista Crisis y Anfibia, entre otros; y es autor de siete libros. La DEA en la Argentina es el último y sobre eso habló con Página Judicial.
–¿Por qué escribir un libro sobre la DEA?
–A fines de 2019, Mario Santucho, editor de Revista Crisis, me propuso hacer un informe sobre la injerencia que estaba teniendo Estados Unidos en el Poder Judicial. Era un tema que no había trabajado y cuando empecé a indagar no me hablaban tanto de la Embajada, de la CIA o del FBI, sino que todos me hablaban de una presencia muy activa de la DEA, tanto en los juzgados como en las fiscalías. A partir de ese momento me puse a ver que bibliografía había sobre el tema, seguí tanteando fuentes y encontré que era un hilo desde el cual había que tirar, a partir de situaciones que me contaban en el Poder Judicial respecto de relaciones muy discrecionales de jueces y fiscales en función de los intereses de la DEA y no de la Argentina en la lucha contra el narcotráfico. Y eso se replicaba en las provincias, en las fuerzas federales de seguridad, en la política. Entonces termino llegando a dos ideas: por un lado que la DEA fue componiendo a lo largo de los años una trama que le permite hacer en la Argentina lo que se le antoja; y por otro lado que a la DEA no le interesa la problemática local argentina, sino que le interesa todo lo que ocurre en la Argentina y que puede afectar a los Estados Unidos. Tal vez lo más grave de esto es que sus contrapartes locales, jueces, fiscales, integrantes de las fuerzas provinciales o federales de seguridad, políticos, están al tanto y son conscientes de que eso ocurre.
–¿Cómo y desde cuándo opera la DEA en el país?
–Cuando empecé a hacer la historización, notaba que la mayoría de los ensayos situaban el comienzo de las operaciones de la DEA en Argentina en la década del ochenta, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Es cierto que el primer acuerdo bilateral se firma en ese momento. Pero existe bibliografía y cables diplomáticos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos que muestran que la DEA trabaja en el país desde el 1 de julio de 1973, cuando fue creada por Nixon. Por otro lado, todos los acuerdos bilaterales establecen que lo único que tiene permitido hacer la DEA en la Argentina es colaborar, por ejemplo, a través de cursos de capacitación, donación de tecnología, viajes para conocer cómo opera la DEA en Estados Unidos y compartir información. Pero en el transcurso de la investigación fui encontrando que pone cajas de dólares en negro a disposición de las fuerzas federales de seguridad, que no figuran en la contabilidad argentina, pero sí en la norteamericana; abren oficinas informales en territorio, como una que existe en Santa Fe y otra en Zárate en este momento, que no es casual porque les permite tener un control sobre los puertos; ofrece a abogados que si se pliegan a sus estrategias cuando les toca defender a determinados narcos podrían impulsarlos en sus carreras judiciales; también contratan argentinos, no solo como empleados de la Embajada, para que oficien de pinches, algo que es legal, sino para que oficien como investigadores en territorio, porque la DEA no puede trabajar en territorio. De manera que hay una secuencia de irregularidades que ha ido cometiendo la DEA durante décadas que le ha permitido consolidar vínculos, siempre en este plan de acceder a información privilegiada en función de lo que les interesa, no de la problemática argentina, que es lo que usualmente utilizan los gobernadores argentinos cuando anuncian que la DEA va a colaborar en la lucha contra el narcotráfico, y es mentira.
Dólares y más dólares
Los modos de la agencia para vincularse en el país están pintados de verde.
Dice Maradeo que la DEA tiene entre dos y cinco informantes en cada provincia argentina. No son empleados formales sino personas que se dedican a la compra y venta de información. La DEA paga con dólares en negro el acceso a datos útiles e información privilegiada sobre asuntos del narcotráfico.
En 2019, a poco de abandonar el poder, la entonces ministra Patricia Bullrich creó los denominados Grupos Operativos Conjuntos de Investigaciones contra el Narcotráfico (Gocin). En realidad, eran estructuras similares a otras que estaban operativas desde 2017, conformados por veinte integrantes de la Policía Federal, Prefectura Naval, Gendarmería, Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y los cuerpos de policías provinciales. Lo que no se dice oficialmente es que “la DEA le impuso a Bullrich la utilización de polígrafos para medir la idoneidad de los aspirantes y que en el final del proceso de selección los aspirantes debían tener una reunión a solas la DEA”.
Maradeo asegura que los Gocin “son estructuras que no solo están patrocinadas y conducidas por la DEA en las sombras, sino que además tienen cajas de dólares en negro a disposición”.
En principio operaban en el Noroeste y Noreste, el NOA y el NEA. En febrero de 2022, “Aníbal Fernández, en lugar de desactivarlos, lo que hizo fue expandirlos a siete puntos más, entre los cuales ingresan Santa Fe y Entre Ríos, Cuyo, Patagonia, el Área Metropolitana de Buenos Aires y La Pampa”, cuenta el periodista.
El informante que empezó a caer en Paraná
En el libro aparecen algunos nombres. Uno de ellos es el de Julio César Posse, ex agente del Batallón de Inteligencia 601 durante la dictadura, con pasado en la Prefectura y en la Policía Federal y el primer agente informante reconocido oficialmente por la DEA que ha sido condenado por la justicia argentina.
Posse dice haber hecho más de un centenar de trabajos para la DEA. Pero su caída empezó a gestarse durante un viaje a Paraná, en abril de 2003. Lo acompañaba, según cuenta Maradeo, un periodista que estaba más interesado en la persona que había convocado a Posse a la capital entrerriana: Juan Carlos Legascue.
Legascue hizo de puente entre Pose y Ramón Ceferino Mendoza, un espía de la SIDE a quien había reclutado en 1994. Cuenta el libro que “lo que este (Posse) no sabía era que el ex carapintada (Mendoza) recurría a ellos porque intentaba retornar al negocio de la venta de información (…) Mendoza le había contado a Legascue que, mediante el sargento Carlos Cogno, del Regimiento 28 de Salta, podían caer sobre los hermanos Leonardo y Rodrigo Ríos, que periódicamente llevaban la droga en avionetas desde Concepción (del Uruguay) hasta (la República Oriental del) Uruguay. Los Ríos estaban en Tartagal, ciudad del noroeste salteño”. Habrá que decir que la relación no terminó bien y peor fue la operación. Hasta ahí el spoiler. El resto de la historia está en el libro.
Ficha
La DEA en la Argentina. Una historia criminal.
Autor: Julián Maradeo.
Editado por Planeta.
Buenos Aires, junio de 2022.
334 páginas, 5.500 pesos.
Otras entregas
Cubana Sello Verde
La aventura literaria de Josefina Minatta.
Delia y Helena. Crónica de un femicidio y una vergüenza judicial
Noemí Berros y una crónica a sangre fría sobre el crimen de Dalma Otero.
Crímenes menores
El libro de Sandra Miguez que interpela a la Justicia por falta de perspectiva de género.
Desaparición y muerte en bicicletas rojas
El viaje literario de Pablo Felizia hacia la desaparición de Pocho Morales.
Los conjurados. El peronismo entrerriano y el levantamiento de Valle
Una conspiración de héroes, villanos y gente común y el fusilamiento de Valle.
Micaela. Una vida, una muerte y una ley (de) construcción del Estado con perspectiva de género. Ley 27.499
El nombre de Micaela García como bandera contra el machismo.