Gabinete
Protagonistas y deslucidos
12/04/2021
La Secretaría de Justicia espera a su conductor. El área del Ejecutivo viene de años de escasa o nula participación en los debates que el incumben.
Federico Malvasio
De la Redacción de Página Judicial
El martes este sitio introdujo en una nota la renuncia de Pablo Biaggini a la Secretaría de Justicia. Un trabajador del Poder Judicial, ante la publicación y sin dejar pasar ni siquiera media hora, hizo saber con gastada incluida: “Tarde, hace una semana trabaja acá como secretario de la Defensoría de Casación de Paraná”. Se agradece la información y se pide disculpas al lector por la tardanza.
Que la salida de Biaggini haya pasado desapercibida no remite a otra cosa que a la deslucida función, no del ahora ex funcionario y “trabajador judicial”, sino al área que ocupó.
Los secretarios de Justicia han pasado todos estos años sin pena ni gloria pese a estar el Poder Judicial en el centro de la escena política y social. Los últimos funcionarios que se desempeñaron en el cargo y tuvieron protagonismo fueron José Carlos Halle y luego Rubén Virué.
Halle asumió en 2003 con la tercera gestión de Jorge Busti. Debió enfrentar la crisis del gobierno ante la desaparición de Fernanda Aguirre. La joven de San Benito, que nunca apareció, sometió a Halle a la incomodidad permanente durante mucho tiempo. Mientras tanto, el ministro de Gobierno, Sergio Urribarri, era cuidado por el mandatario que luego lo ungió como su sucesor.
Antes de ese episodio, el secretario de Justicia dejó un mojón institucional saludable con la creación del Consejo de la Magistratura (y del Registro Único de la Verdad). A instancias de Busti, claro. Fue al calor de un reclamo social que recorrió el país de punta a punta. Ese organismo, absolutamente diferente en su estructura y funcionamiento que el nacional, con los años se fue corporizando. Su transparencia ya no es tal. En el medio se modificaron puntajes y la tercera etapa del proceso de evaluación (la entrevista personal) tiene un nivel de discrecionalidad inaceptable.
Halle, como secretario de Justicia, tuvo intervención directa en la redacción del núcleo pétreo, lo que no se reformaría, en la Convención Constituyente de 2008.
Rubén Virué asumió con Sergio Urribarri. Había sido viceintendente de Larroque y supo estar vinculado al oficialismo nacional. En su momento se hacía hincapié en que era algo así como “un soldado” de Carlos Zannini por haberse desempeñado en un área jurídica en Capital Federal. No era un soldado, era el director General de Jurídicos de la Secretaría Legal y Técnica de la Presidencia. Su relación fue estrictamente laboral.
La salida de Virué fue intempestiva. Como secretario y presidente del Consejo de la Magistratura, en una entrevista personal, le preguntó a Marcela Badano, quien concursaba para una vocalía de la Cámara de Casación Penal de Paraná, si no se afectaría su imparcialidad al momento de resolver una causa que tuviera un dictamen de su pareja, el procurador general Jorge García. Badano se ofendió y fue al Inadi. Entendió que la discriminaban con esa pregunta.
El mismo día Virué fue eyectado del gobierno. El Poder Ejecutivo, en vez de defender a su funcionario, tomó como propio el enojo no ya de Badano, sino de García, que fue quien lo hizo saber en Casa Gris. Una muestra del cooperativismo en torno a Plaza Mansilla. Asumió, de urgencia, Carina Ramos, del entorno de Adán Bahl, que en su momento era ministro de Gobierno. Paréntesis: Ya afuera del gobierno, Virué se autodenunció en el Inadi para que investigaran su conducta. Nunca lo notificaron de medida alguna.
Luego, con el correr de los años, abogados impugnaron resoluciones de Badano por lo que advertía Virué sobre la garantía de imparcialidad prevista en el artículo 38 del Código Procesal Penal. Tras la salida del larroquense la Secretaría de Justicia pasó al ostracismo.
Con Gustavo Bordet, el lugar estuvo a cargo de Martín Uranga. Venía de ocupar una banca en la Cámara de Diputados. Durante su gestión se dio un hecho novedoso: se inició un juicio político al vocal Carlos Chiara Díaz. No se conoció una sola declaración al respecto. Nada.
Con la salida de Mauro Urribarri del Ministerio de Gobierno y la asunción de Rosario Romero, Uranga decidió renunciar. Tuvo un destino menos “decoroso”. Fue al Túnel Subfluvial.
Asumió, así, Biaggini. Durante la segunda parte de la gestión de Bordet, y hasta hace unas semanas, tampoco hubo una presencia ante los sucesos que deberían incumbir al área: implementación del juicio por jurados, femicidios que el Estado debió evitar, denuncias cruzadas en el seno de los poderes estatales, traslados de fiscales denunciados y sin concurso, demoras en llamados a concurso. Y así. Todo fue silencio.
Para la Secretaría de Justicia se analizan tres nombres. El Poder Judicial sigue estando en el centro de la escena. La agenda es nacional. Debería ser también provincial. El nombre que se elija dará, seguramente, algunas coordenadas.