OPINIÓN
Inoperancia y mentiras oficiales, una poderosa arma feminicida
12/03/2020
El femicidio de Fátima Florencia Acevedo ha generado dudas respecto del rol de los distintos operadores estatales que trataron su caso, y también respecto de quienes intervinieron en su búsqueda en los días en que permaneció desaparecida. Sobre eso discurre el artículo del abogado penalista Rubén Pagliotto.
Rubén Pagliotto (*)
Señores jueces y fiscales, legisladores, gobernador y ministros:
En estos días luctuosos y trágicos, generados por el feminicidio de Fátima Florencia Belén Acevedo, los destinatarios de esta carta abierta deberían tener especialmente en cuenta algunos elementos que llaman poderosamente la atención y, además, generan una bronca incontenible, volcánica, como también una desilusión y descreimiento mayor aún en nuestro servicio de justicia y gobernantes.
Esta es la historia desgarradora, una de tantas, donde la inoperancia y desidia de funcionarios públicos y judiciales resultó fatal, con resultados irreversibles. En el conmocionante y movilizador caso de Fátima, fue esa desidia, esa insensibilidad e inoperancia enormes, las que la empujaron a las profundidades del aljibe donde fue hallada.
En términos de Marcela Lagarde, el de Fátima tratóse de un feminicidio, pues incluye en su dinámica causídica, la impunidad que suele estar detrás de estos crímenes, es decir, la inacción o desprotección estatal frente a la violencia hecha contra la mujer.
1)- El cuerpo de Fátima Acevedo fue efectivamente hallado sin vida dentro de un pozo, a no más de 150 metros de la casa del supuesto feminicida, el día viernes 6 de marzo y no el domingo 8 de marzo, como mendazmente informaron en conferencia de prensa el procurador general Jorge García, su adjunta Cecilia Goyeneche y el fiscal de la Unidad de Violencia de Género, Leandro Dato. Adviertan, detalle no menor, que en el sitio digital Ahora, de Canal 9, el día viernes se publicó una noticia, que coincide exactamente y en espejo con el lugar (pozo), zona (calles) y demás circunstancias que fueron ratificadas 48 horas después. Salvo que la fake news haya sido escrita por un vidente con poderes mágicos y milagrosos, no puede ser que la “falsa noticia” del viernes –según el procurador García– se haya corroborado el domingo siguiente.
Poco o nada importa a esta altura de la soirée, si se trató de una noticia escrita en un sitio apócrifo o verdadero. Lo que cuenta e interesa, en esencia, es lo que se publicó. No importa dónde ni quién, sino que lo que se informó el día viernes se corroboró plenamente 48 horas después.
Otro detalle a considerar: los que hace décadas transitamos por el sistema penal bien sabemos que nunca se convoca a un ministro si no se ha hallado lo que se busca. Dicho lo cual, se impone el siguiente interrogante: ¿por qué el día viernes 6 de marzo concurrieron la ministra de Gobierno, el jefe de Policía de Entre Ríos y el fiscal de la causa a la zona donde fue finalmente hallado el cuerpo sin vida de Fátima, si oficialmente apareció dos días después (8 de marzo)? Nadie, en su sano juicio, se va a creer, salvo un ingenuo o recién iniciado en estas lides, que se produjo semejante despliegue sólo para que la ministra integre el grupo de búsqueda y rastrillaje de Fátima. Si la ministra fue “convocada” es porque existía un Bingo, como suelen llamarle en el argot policial a un hallazgo vital de una pesquisa de esta envergadura y trascendencia sociales. Y sobreviene otra pregunta, imposible de eludir: ¿es creíble y lógico que luego de haber rastrillado a fondo –jueves y viernes– ese lugar sin resultados positivos –según información oficial–, finalmente sea exactamente el mismo en que el día domingo 8 fuera hallado sin vida el cuerpo de Fátima? Algo más, por si acaso: ¿por qué razón o motivo plausible y racionalmente justificable, se montó una guardia en ese lugar, donde estaba el cuerpo sin vida de Fátima, durante 48 horas?
¿Podría superar un test de sentido común, salvo que se trate de una brigada policial de rastrillaje integrada por personas sin ninguna experiencia, que con semejantes temperaturas, superiores a los 30 grados, el cuerpo sin vida de Fátima no hubiera entrado en descomposición y que el olor pútrido haya pasado desapercibido para los canes de la brigada que participaron del rastrillaje? Admitamos que los humanos podríamos llegar a no percibir esas emanaciones por tratarse de un cuerpo que, en un pozo de 70 metros, aproximadamente, se encontraba a 18 metros antes del fondo, claro, por el ramaje que lo contuvo, pero que a esa profundidad, la temperatura es sensiblemente menor a la de la superficie. Recordemos que su muerte data desde el domingo 1 de marzo. A esa altura, hasta el día viernes 6, había transcurrido casi una semana. Y son muchos los funcionarios policiales que aseguran que los canes marcaron insistentemente el mismo lugar y más concretamente el pozo en el que se hallaba sin vida Fátima Acevedo.
Por esa razón, aunque no se lo recuerde ex profeso, fue que la ministra Rosario Romero, el fiscal del caso y el jefe de Policía, Gustavo Maslein, llegaron en el helicóptero oficial hasta el lugar aludido. Entonces, ¿por qué motivo habrían concurrido los funcionarios mencionados, de no haberse encontrado algo muy revelador para el caso? Ninguno que no sea, gracias al trabajo de los canes policiales, el hallazgo del cuerpo. Y si no se encomendó a alguien que descendiera luego de la marcación insistente de los perros, se trata de una actitud asaz negligente e impúdicamente irresponsable de los funcionarios de actuación, que debe saldarse con la renuncia.
¿Casualidad o causalidad? Todo indica, a juzgar por lo que circula en los medios de comunicación y desde la experiencia y el sentido común, que existieron inconfesables y muy subalternos intereses que constriñeron a la ministra, salvo que la hayan engañado o no informado, y a la fuerza policial que de ella depende, a mantener soto voce, antes bien in péctore el hallazgo del cuerpo de Fátima Acevedo, sin darlo a publicidad. Me resisto humana y éticamente, una y mil veces, a creer que pueda ser real la especie que circula en el micromundo tribunalicio y de la política, insinuando que para no “malograr” la costosísima y extensamente difundida Fiesta Nacional del Mate, se optó por esta medida insana, perversa y empalagada de hijoputismo del peor. Creo, de verdad, y atribuyéndole al obrar de la ministra el carácter de error en la estrategia, pero nada más que eso, que no pudieron o supieron extraer el cuerpo sumergido a 18 ó 20 metros de profundidad, o que en la emergencia no contaron con la logística necesaria para dicha faena. Resulta patética también esta hipótesis y deja muy mal parados a los funcionarios actuantes, pero es más digerible humanamente.
2)- Es mentira, absolutamente, y este perjurio en modo alguno es un error o equivocación estratégica, que se le haya provisto a Fátima el botón antipánico, como se informó desde la Procuración General, desde la propia Policía y desde un parte de prensa de algún organismo oficial. Eso nunca ocurrió. Y las pruebas más incontrastables de ello son: a)- no existe acta de entrega suscripta por Fátima, aunque de “hallársela”, debería su firma autógrafa estar consignada en ese instrumento y ser sometida la misma a una pericia caligráfica que deberá realizar Gendarmería u otra fuerza nacional, no la policía local, por obvias razones, con el correspondiente contralor de la querella particular, de existir constituida; b)- no consta que ella haya informado un teléfono de confianza o de referencia, medidas todas a las que obliga el protocolo vigente; c)- quién fue, en su caso, la psicóloga que la entrevistó antes de proveérsele el dispositivo antipánico, como indica la normativa vigente; d)- qué dice el informe de esa entrevista y las conclusiones de la profesional tratante y cuál es el contenido del formulario que debe llenarse obligatoriamente.
Pero entre todas estas perplejidades que se deberán aclarar más temprano que tarde existe una evidencia contundente e inexpugnable: Florencia López, la amiga íntima y confidente de Fátima, en una entrevista radial efectuada por el periodista Martín Macor, contó con lujo de detalles que Fátima no tenía botón antipánico. Nunca se lo proveyeron, como que jamás se sintió contenida ni acompañada desde el servicio de justicia o desde la misma Policía, puesto que la tenían a las vueltas, de aquí para allá. Y suponiendo que se lo hubieran suministrado, la Casa de la Mujer en la que estaba refugiada, aunque no resguardada cabalmente, y que depende del Estado Municipal, no contaba con wi-fi, lo que era necesario para poder activar dicho dispositivo. Y más aún: se necesita un celular con sistema Android 5.0, por lo menos, y tener siempre crédito en el teléfono, según se informó desde la misma Policía a través del comisario Esteban Allegrini.
Como alguien refirió con mucha lucidez días pasados: “En lenguaje de barricada, y con un dolor contenido y dientes apretados, digo que el sistema del botón antipánico es una burla, y mucho más en condiciones de abandono y desamparo total como el de esta piba. De haberlo tenido, Fátima no hubiera podido activarlo por falta de condiciones materiales y tecnológicas; difícilmente hubiera podido tenerlas cuando ni siquiera tenía para comer. Wi-fi en la zona donde la mataron, tampoco. Creo que no necesariamente hay que ser pobre, sin contacto con tu familia o víctima de violencia de género para ponerse en el lugar de ella; lo que sí es terrible es que no tengan empatía, sobre todo las damas del poder”.
3)- Ni siquiera el Gobernador estaba en conocimiento de que las “pulseras duales” que con tanta estridencia se anunciaron vigentes desde el Ministerio de Gobierno en enero de 2019, hasta el día de la fecha brillan por su ausencia. Jamás entraron en vigencia. Otra mentira oficial más de un largo rosario de mendacidades, ocultamientos y zaraza de bajísima estofa. Estas conductas ambivalentes y con poco apego a la verdad, contrastan con las de otras mujeres que, aun en la diferencia y perteneciendo a espacios políticos distintos, me merecen el mayor de los respetos por su coherencia, rectitud, transparencia, contracción al trabajo y talento, como es el caso de las ministras Marisa Paira, Sonia Velázquez y la vicegobernadora Laura Stratta.
4)- Al parecer no es cierto, aún no nos consta fehacientemente, que el fiscal de la Unidad de Violencia de Género que actualmente investiga el feminicidio, se haya entrevistado en dos oportunidades con Fátima. Aseguran en fuentes tribunalicias, que Fátima fue atendida en los pasillos por una empleada de la unidad fiscal de Violencia de Género y que el fiscal Leandro Dato se avino solamente a disponer una medida restrictiva contra Jorge Nicolás Martínez y nada más que eso, lo que habría tenido lugar en los primeros días de febrero del corriente año. Tanto es así, que Fátima le manifestó a su íntima amiga Florencia López sentir una enorme desazón por la negligencia e insensibilidad del servicio de justicia. Estaba cansada, hastiada y con muchísima angustia de que no hicieran nada de nada. Ella venía precedida de varios años de una historia plagada de violencia de todo tipo por parte de su ex pareja. Deambulaba de un lugar a otro con su hijo de pocos años, viviendo en un desamparo material y afectivo que estremece hasta al más insensible de los mortales.
5)- Según trascendió, en el acuerdo de este miércoles del Superior Tribunal de Justicia (STJ), la vocal Susana Medina de Rizzo señaló que ni el fiscal Dato ni su colega Fernanda Rufatti han hecho cursos de capacitación en género, ¿vaya paradoja, no? La fiscal Fernanda Rufatti fue quien mandó a archivar en 2019 una denuncia por violencia de género que Fátima realizó en esa Fiscalía “especializada”, basándose en que luego de haberse comunicado con la víctima, ella le manifestó que no vivía más con Martínez y en que no había en los registros de fiscalía ni en el fuero de familia otras denuncias.
Las víctimas de violencia de género, demostrado está, temen de modo patológico e insuperable al violento y son reticentes a hacer denuncias porque les tienen pánico a sus agresores. Y recién se animan a denunciar luego de un largo proceso de acompañamiento y de atravesar varios episodios de violencia. Ergo, es una rústica y errónea decisión ordenar el archivo de las causas de violencia de genero sólo por estos motivos, más bien formales y burocráticos.
6)- Aduno, a fin de ser preciso y distribuir equitativamente las responsabilidades en la saga, que en la Casa de la Mujer no la cuidaron, no hicieron la denuncia cuando ella no volvió. Estaba ahí para que la cuiden a ella y a su hijito.
7)- Solamente observando la conferencia de prensa (en rigor, una feria franca de mentiras y complicidades vociferadas desde el Ministerio Público Fiscal), puede observarse a la procuradora adjunta Cecilia Andrea Goyeneche muy nerviosa, desencajada, insegura e imprecisa. Estaba faltando a la verdad, por acción u omisión. Y lo sabía. Como de costumbre, prevaleció claramente el espíritu corporativo antes que la necesaria cuota de ética y probidad exigibles a un funcionario público que, paradójicamente, representa la legalidad y los intereses de la ciudadanía.
La de Fátima Florencia Belén Acevedo es una de las tantas muertes evitables. La desidia e insensibilidad de un Poder Judicial clasista, endogámico y decadente (salvo honrosísimas excepciones, que las hay) que se mira el ombligo las 24 horas del día y muy en especial de un procurador general que en sus aspiraciones de “deidad” se sube a una palmera para ver cómo funciona el mundo sin él. Ellos son los responsables de esta y otras tantas muertes evitables. Al arrogante y engallado procurador y sus adláteres les resulta mucho más fácil culpabilizar elípticamente a las mujeres de sufrir violencia de género y mirar para otro lado, como han hecho con casos de corrupción en la provincia, moviéndose a reglamento sólo para cuidar las apariencias y salvar la ropa. Es hora de que el procurador general dé un paso al costado. Ello ayudará, y mucho, a oxigenar un Ministerio Público Fiscal que ha devenido en un chiquero y en un territorio insano de acomodos e irritantes privilegios. Jamás este pocurador diseñó una política criminal, como es su obligación. Más allá de algún ocasional brulote en lenguaje germánico para demostrar erudición, nada ha construido. Al menos nada serio, sostenible y efectivo. Su gestión ha sido un rotundo y lamentable fracaso. Hace años que algunos pocos venimos advirtiendo esta situación y el peligro que conlleva. Podríamos decir que estamos en estado de emergencia judicial y dentro de la Procuración la crisis muestra el costado más iconográfico de su gravedad y putrefacción institucional. La falta de políticas, criterio investigativo, sumado a la omnipotencia de un procurador general poco afecto al trabajo concreto, más abocado a jugar a la política en clave de parafrénica estrategia de concentración de poder, ha contribuido a este lamentable cuadro de situación. La muerte de Fátima debe interpelarnos a todos, sin excepción y sin importar en el lugar en el que estemos. Sólo así, con los urgentes y necesarios recambios que las circunstancias imponen con proverbial celeridad, visibilizando y empoderando con instrumentos y mayores derechos a las víctimas del sistema de una sociedad clasista, patriarcal y violenta, podremos dejar de ser los rostros vergonzantes de un mundo que mide sus valores en cifras.
Así están las cosas. No nos digan después que no les avisamos. Ahora les toca jugar a ustedes, los que fueron elegidos por el pueblo de Entre Ríos. Deseamos fervientemente, sin ninguna otra especulación, que puedan y sepan estar a la altura de las circunstancias.
(*) Abogado Penalista, denunciante en causas por corrupción que tramitan en los tribunales entrerrianos. Docente Universitario, ex presidente de la Seccional Paraná del Colegio de Abogados, ex fiscal de investigaciones administrativas y jurado técnico del Consejo de la Magistratura de Entre Ríos.