DESAPARECIDOS EN DEMOCRACIA
Habrá una nueva inspección en el campo donde desapareció la familia Gill
22/10/2025
La justicia autorizó un allanamiento a los fines de realizar una inspección ocular en el establecimiento rural La Candelaria, donde vivían los seis integrantes de la familia Gill, desaparecidos desde 2002. Se tomarán imágenes de precisión y se realizarán pericias en la búsqueda de pruebas sobre un múltiple crimen.

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
Va camino a cumplirse un cuarto de siglo desde que los vieron por última vez y una pregunta sigue flotando en el aire: ¿pueden seis personas desaparecer sin dejar rastros? El tiempo solo ha contribuido a intuir es que los seis integrantes de la familia Gill fueron víctimas de un crimen y las sospechas apuntan en una sola dirección.
El juez Oscar Rossi autorizó ahora la realización de un allanamiento, a los fines de realizar una inspección ocular en el establecimiento rural La Candelaria, donde vivía y trabajaba José Rubén Gill, de 56 años, con su esposa Margarita Norma Gallegos (26) y cuatro hijos, María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Margarita (6) y Carlos Daniel (2).
A pedido del abogado Marcos Rodríguez Allende, recientemente incorporado a la investigación en representación de la familia, se realizará una inspección en el campo ubicado en Crucesitas Séptima.
El objetivo es que peritos científicos hagan un relevamiento para una delimitación de coordenadas geográficas, a fin de establecer con precisión de georreferenciación la ubicación del predio rural con apoyo de imágenes fotográficas aéreas y terrestres de calidad y tecnología actual con uso técnico de drones. Del mismo modo, se tomarán imágenes de caminos vecinales lindantes al campo, accidentes geográficos naturales o artificiales, internos y circundantes, como arroyos, tajamares y cañadas.
La intervención está prevista para el 12 de noviembre, aunque luego los peritos de la policía científica deberán entregar un informe, planimetría y croquización específica al juez Rossi.
Lo que se pretende es detectar posibles movimientos de tierra en la estancia y en las adyacencias donde pudieran haber sido ocultados los rastros de un múltiple crimen, admitieron fuentes de la investigación ante la consulta de Página Judicial.
El sospechoso
Los seis integrantes de la familia Gill fueron vistos por última vez el 13 de enero de 2002 en un velorio, en Viale, a unos treinta kilómetros de la estancia donde vivían. Desde ese día no volvieron a aparecer en registros oficiales ni migratorios, no tuvieron trabajos registrados ni los chicos fueron inscriptos en una escuela. Ninguno de ellos fue detenido ni se presentaron a votar.
Los parientes se enteraron de la desaparición recién después de tres meses. Alfonso Goette, el patrón, se presentó el 3 de abril en la casa de Luisa Gill, hermana de José, preguntando por ellos. Le dijo que habían salido de vacaciones y no regresaron; sugirió que podrían estar en la casa de unos parientes en Santa Fe o que tal vez habían viajado a buscar otro empleo en el norte.
Pero la familia siempre lo apuntó como sospechoso y nunca creyó que se hubieran ido por su cuenta. En la casa, un galpón dentro de la estancia, quedaron sus muebles, electrodomésticos, documentos, ropas; y Margarita dejó sueldos sin cobrar en la escuela donde trabajaba como cocinera.
Sin embargo, el juez Jorge Sebastián Gallino, el primero a cargo de la investigación, creyó siempre en la versión de Goette: que se habían ido. Recién un año y medio después de la desaparición, ordenó la primera inspección en la estancia. Sin resultados.
En los años posteriores se hicieron relevamientos, rastrillajes, excavaciones, controles de fronteras, se tomaron testimonios. Tampoco surgieron datos. Incluso se recogieron muestras de sangre en la casa que habitaba la familia y se analizaron en un laboratorio de Buenos Aires. Los resultados determinaron que tres de ellas eran sangre humana, pero que no tenían el patrón genético de los Gill, aunque también les aclararon los peritos que podrían estar contaminadas por el paso del tiempo. Otra vez, la investigación quedó en la nada.
Goette murió en un accidente el 16 de junio de 2016. Dicen que tras la desaparición de la familia Gill solo perdió la calma una vez: fue cuando una voz anónima le advirtió por teléfono que habían hallado los cuerpos. Colgó el teléfono y recorrió en pocos minutos y a toda velocidad los treinta kilómetros que separaban su casa, en Seguí, de la estancia La Candelaria, en Crucecitas Séptima. Una vez allí, se quedó pispeando a la distancia, con evidente nerviosismo. Nunca supo que un policía le había hecho morder un anzuelo y lo observaba con binoculares desde un campo cercano.