LEADING CASE

Elevaron a juicio la causa por el homicidio de Gabriel Gusmán

16/11/2024

Seis años pasaron desde la muerte de Gabriel Gusmán. El joven recibió un disparo en la nuca mientras era perseguido por policías a través de un descampado en el barrio Capibá. ¿Gatillo fácil o legítima defensa? Ese dilema se resolverá en un juicio por jurados en el que por primera vez no habrá intervención de un fiscal.

Elevaron a juicio la causa por el homicidio de Gabriel Gusmán

De la Redacción de Página Judicial

 

La jueza de garantías Elisa Zilli remitió a juicio la causa contra los policías acusados por el homicidio de Gabriel Gusmán, ocurrido hace seis años en el barrio Capibá, con la novedad de que no habrá intervención del Ministerio Público Fiscal.

Los policías Diego Sebastián Ibalo y Oscar Rodrigo Molina han sido acusados por el delito de homicidio agravado por su condición de funcionarios públicos, por alevosía y por el uso de arma de fuego y serán juzgados por un jurado popular.

Gabriel Gusmán, de 19 años, fue asesinado de un balazo en la nuca durante operativo policial. La familia y los organismos de derechos humanos aseguran que se trata de un caso de gatillo fácil; pero el Ministerio Público Fiscal consideró que los policías habían actuado en legítima defensa y dispuso el archivo de la causa. Ante ello, los abogados Ana Lucía Tejera y José Iparraguirre, que representan a la familia del joven, decidieron continuar la investigación en forma autónoma y ahora la jueza Zilli dio por concluida la investigación penal preparatoria y la remisión de la causa a juicio.

En diálogo con Página Judicial, la abogada Tejera explicó que “el fiscal, en su momento, dispuso el archivo de la causa porque consideró que no había delito y eso nos impulsó a sostener la acusación en forma autónoma porque estamos convencido de que se trató de un caso gravísimo de gatillo fácil”.

“Fue un trabajo complejo llegar a esta instancia porque estábamos ante un proceso novedoso, no solo para nosotros sino también para todos los operadores judiciales sobre cómo llevar adelante una querella autónoma, agregó la letrada.

“Y también en términos políticos ha sido dificultoso este proceso, porque el Estado, a través del Ministerio Público Fiscal, se desentendió de la investigación y decidió no indagar hasta el final cuál era la responsabilidad de funcionarios policiales, porque lo que se investiga en este caso no es un homicidio común, sino un homicidio en el que intervinieron funcionarios policiales”, acotó Tejera.

La remisión de la causa a juicio supone un nuevo desafío para el sistema judicial: por primera vez se tramitará un juicio por jurados sin intervención del Ministerio Público Fiscal. La acusación correrá por cuenta de los abogados Iparraguirre y Tejera; mientras que Miguel Ángel Cullen y Daniel Rosatelli ejercen la defensa de los policías.

¿Gatillo fácil o legítima defensa?

Gabriel Gusmán tenía 19 años. Fue asesinado el 25 de septiembre de 2018. Ese día, alrededor del mediodía, la Policía intervino a raíz de una pelea entre vecinos del barrio Capibá, en la zona sur de la ciudad de Paraná. Molina e Ibalo arribaron a bordo de un patrullero con las sirenas encendidas e inmediatamente los grupos se dispersaron. El joven también lo hizo. Los testigos coinciden en que estaba armado y que huyó corriendo por un descampado hasta meterse en un terreno baldío.

Los testimonios recogidos durante la investigación penal preparatoria distinguen el enfrentamiento entre las dos bandas antagónicas de la persecución policial posterior.

En medio de la persecución, algunos testigos aseguran que cuando Gabriel Gusmán llegó hasta el descampado lo vieron detenerse, levantar las manos y llevarlas a la cabeza en señal inequívoca de rendición. Dos de ellos cuentan que, en ese momento, el policía al que describen como “el más bajito y morocho”, que sería Molina, se bajó del patrullero, corrió, se afirmó sobre un poste ubicado en el lado izquierdo del terreno, apoyó una rodilla en el piso como en posición de tiro, apuntó y disparó. Una pericia realizada por Gendarmería confirmó que la vaina servida que se localizó en cercanías del lugar donde se efectuó el disparo pertenece al arma que se le atribuye a Molina.

Otros sostienen que en su huida Gusmán efectuó disparos contra el móvil policial y desoyó la voz de alto. Tres tiros, dijo una testigo; cuatro, cinco y hasta seis, dijeron otros; algunos hasta dijeron que corría hacia atrás, apuntando y disparando contra los policías que lo perseguían; y uno llegó a decir que el joven iba recargando el arma mientras corría. Hasta que llegaron al baldío, donde recibió la voz de alto, pero en lugar de detenerse apuntó contra los policías, que dispararon ante el riesgo inminente de que el joven lo hiciera primero. Basado en esos testimonios, la defensa asegura que se trató de un acto de legítima defensa.

Una pericia de Gendarmería concluyó que “el disparo fue realizado estando Gusmán de espaldas al tirador”, a una distancia aproximada de 49,26 metros, y “se descarta que al momento de recibir el impacto del proyectil en el cráneo estuviese agachado” sino que el cuerpo estaba en movimiento perpendicular al piso.

También determinó que la vaina servida que se localizó en cercanías del lugar donde se efectuó el disparo pertenece al arma que se le atribuye a Molina. Sin embargo, ese punto no está claro: después del hecho, Ibalo envió un mensaje de audio a otra persona en el que dice: “Se la pegué, Negra; se la pegué”.

Hay, además, varios interrogantes. En las manos de Gabriel Gusmán no se encontraron rastros de pólvora. Pero tampoco se detectaron residuos de pólvora en las mangas de las camisas que llevaban puestas los policías en el momento del hecho y el arma que portaba Molina no presentaba restos de deflagración de pólvora.