ALTO PERFIL: RODOLFO LOHRMANN

El hampón entrerriano del que habla el mundo

09/09/2024

Rodolfo Lohrmann Krenz nació en Concordia y construyó una carrera criminal realizando asaltos de tipo comando de ganado, bancos, camiones blindados; luego incluyó a los secuestros extorsivos en su negocio, como el de Cristian Schaerer. Dio golpes en distintos países de Latinoamérica e hizo una carrera criminal en Europa. Cayó varias veces y se fugó otras tantas. Radiografía de un hampón de alto perfil.

El hampón entrerriano del que habla el mundo

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

Se dicen muchas cosas de José Rodolfo Lohrmann Krenz. Que se operó el rostro para modificar su fisonomía, que volvía a Buenos Aires para ir a alentar a San Lorenzo, que vivió en Paraguay y se dedicó al narcotráfico, que murió de sobredosis, que lo enterraron con otro nombre. El Ruso lo niega, dice que todo es mentira.

Rodolfo Lohrmann, uno de los acusados de la desaparición del estudiante correntino Cristian Schaerer, se fugó de la cárcel en Portugal donde se encontraba detenido y a la espera de ser extraditado a Argentina.

Los medios portugueses reportaron que “la Dirección General de Reinserción y Servicios Penitenciarios explicó en un comunicado que registraron su desaparición a las 10, hora local, y que al analizar las cámaras de seguridad confirmaron que habían escapado del centro ubicado en Alcoentre (distrito de Lisboa) cinco presos”. Uno de fugados es el concordiense Lohrmann, a quien durante trece años se buscó infructuosamente en distintos países sudamericanos y hasta se lo dio por muerto, hasta que cayó con otra identidad en Portugal y lo identificaron por sus huellas dactilares.

“Es posible informar que la fuga tuvo lugar con ayuda externa a través del lanzamiento de una escalera que permitió a los reclusos escalar el muro y acceder al exterior”, precisaron desde la entidad. También advirtieron que las fuerzas de seguridad correspondientes fueron notificadas para su captura.

Experto en fugas

El Ruso Lohrmann ha sabido generar una mezcla de temor profundo entre quienes lo sufrieron como víctimas y una suerte de respeto reverencial en el mundo del hampa argentina. Es un pesado entre los más pesados.

Hijo de inmigrantes, José Rodolfo Lohrmann Krenz nació el 5 de febrero de 1965 en Concordia. Tiene una hermana que es dos años mayor. Su padre, Pablo Enrique Lohrmann había llegado al país corrido por el nazismo; y la familia de Guillermina Adela Krenz, su madre, eran neerlandeses. Ambos, pequeños agricultores. Vivió en Entre Ríos hasta los 5 años, cuando la familia se mudó a Lima, un pequeño pueblo rural del norte bonaerense, aunque volvían a Concordia cada verano.

Inició su carrera delictiva a los 14 años, en plena dictadura cívico-militar, de la mano de un hampón del pueblo. Reniega de que lo llamen cuatrero; prefiere decir que lo suyo era el robo de camiones y de ganado mayor. Era el chofer de la banda.

Su primera caída ocurrió en 1985 y le costó nueve meses preso en San Nicolás. Esa estadía le permitió hacerse una agenda de quienes serían sus cómplices y a la salida de la cárcel escaló en el robo de casas, autos, fábricas, camiones de reparto de cigarrillos o golosinas que después repartía en el conurbano. Volvió a caer a finales de la década del ochenta y la condena esta vez fue más larga: cuatro años de turismo carcelario por La Plata, Olmos, Sierra Chica y otra vez San Nicolás.

De nuevo en libertad, hacia fines de la década del noventa, se dedicó al robo de bancos y camiones blindados. Siempre yendo y viniendo entre Buenos Aires y el Litoral, Lorhmann volvió a caer en 1999 por un golpe audaz en la sucursal Baradero del Banco Río, en el que tomó a doce personas como rehenes, esperó a que llegara el tesorero y finalmente se llevó medio millón de pesos de la bóveda.

Planificó y ejecutó asaltos a bancos y golpes comando en el país y en el extranjero. “Era la más organizada y violenta de la provincia de Buenos Aires”, decía en esos años el comisario Adolfo Vitelli, entonces jefe de la Policía Bonaerense.

Con el tiempo, y al compás de la crisis de finales de la convertibilidad, fue adaptando una fórmula delictiva de éxito a un nuevo rubro: los secuestros extorsivos. En Argentina, se le atribuyen varios; el más estridente fue el de Cristian Schaerer, un estudiante correntino por el que su familia pagó un rescate millonario en dólares en 2003 y permanece desaparecido.

Comandó otros golpes de alto impacto en la zona de la Triple Frontera y en Paraguay le atribuyen el secuestro de dos empresarias gastronómicas que fueron rescatadas; el de Cecilia Cubas, hija del ex presidente paraguayo Raúl Cubas Grau, que fue asesinada; y el de un chico de 10 años que murió cuando sus secuestradores le dieron una dosis mortal de calmantes. También asegura haber dado golpes en Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y otros países centroamericanos.

Gran parte de su carrera delictiva la hizo junto a Cristian Carro Córdoba, a quien conoció en una de sus estadías en prisión, también entrerriano, oriundo de Gualeguaychú y condenado por el secuestro del joven correntino; y José Horacio Maidana, conocido como Potrillo, que lo acompañaba en Portugal, cuando fue detenido en 2016, tras trece años sin que hubiera rastros suyos.

Y no es que Lohrmann fuera un hombre difícil de distinguir: mide 1,80 metros, las fuerzas policiales y de seguridad tienen un álbum de suyas obtenidas en distintos allanamientos y tiene el torso cruzado por una cicatriz de veinte centímetros que le quedó de un escopetazo recibido durante el asalto a un blindado en los noventa. Usa barba y suele andar con gorrita con visera. Los teléfonos de su madre y sus parejas conocidas estuvieron intervenidos durante años, pero nunca pudieron ubicarlo.

En esos años, dice, vivió en Paraguay; pero durante los primeros tiempos en que tenía pedido de captura internacional ingresó a la Argentina en distintas ocasiones. Lo hacía utilizando distintos alias: Carlos Basualdo, Fernando Pablo Pitari, Pablo Vitari, Pedro Silva, Maximiliano Quispe y José Luis González, entre otros.

Entre 2003 y 2016 fue el argentino más buscado por Interpol y en esos años en la clandestinidad se dijeron muchas cosas: que se operó el rostro, que volvía a Buenos Aires para ir a alentar a San Lorenzo, que vivió en Paraguay y se dedicó al tráfico de marihuana, que murió por sobredosis y lo enterraron con otro nombre. De todo eso, apenas se reconoce hincha de San Lorenzo; el resto son mitos, según le contó al periodista Nahuel Gallotta, de Clarín, en una carta de cuarenta carillas que le envió desde su prisión portuguesa.

Se jacta de haber dado golpes en Lituania, Grecia, Serbia y Montenegro, Moldavia y Eslovaquia; también en Asia y África; dice hablar alemán y portugués a la perfección y que comprende francés, inglés, búlgaro, rumano y ruso. “Robé en todos lados”, dice.

En 2014, según dice, estuvo detenido en Bulgaria, pero tenía una identidad falsa y logró escapar de la prisión cavando un túnel, junto a un sicario, antes de que pudieran saber quién era realmente.

Hasta que en febrero de 2017 una noticia sorprendió a todos: Lohrmann y el Potrillo Maidana llevaban tres meses detenidos en Portugal, por cuatro asaltos a bancos (por los que sería condenado a una pena de 18 años). La Policía local lo investigaba desde hacía un año y había sido detenido en noviembre de 2016, pero el Ruso tenía en su poder un pasaporte búlgaro y su identidad se reveló por las huellas dactilares.

Nunca declaró por las causas en Argentina y el fin de semana volvió a evaporarse.