Cruce

La extraña conducta del doctor Perotti 

20/01/2024

Las defensas de Urribarri y Báez respondieron al ex juez de la Cámara de Casación Penal de Paraná, quien en diciembre pasado hizo llegar a Página Judicial un texto en el que indaga acerca de las causas por las que resultó condenado el ex gobernador y la demora de la última resolución: el recurso de queja.  

La extraña conducta del doctor Perotti 

Raúl Barrandeguy, Candelario Pérez, Ignacio Díaz y Juan Méndez (*)

 

El ex juez Hugo Perotti de quien no conocemos ninguna actuación destacada en defensa del Estado de Derecho, el 21.12.2023 hizo conocer una singular opinión relacionada con el estado de la causa penal sustanciada en contra de nuestro defendido, Sergio Daniel Urribarri y también en contra de algunos de sus ministros y de sus colaboradores, ponencia esta encaminada a impulsar el caso hacia el rechazo categórico y brutal de nuestras defensas.

En efecto, con inaudita impaciencia y torpe atrevimiento, el ex juez Perotti reclama el pronto despacho de un recurso planteado por nuestros defendidos –los imputados– en ejercicio de un derecho legítimo. Sobre tal punto de vista, siendo que el ex magistrado, manifiestamente pretende dañar el interés de los enjuiciados, nos ha parecido indispensable realizar algunas consideraciones públicas que, a nuestro modo de ver, aquella declaración reclama.

Principia Perotti sus aludidas reflexiones, difundiendo el itinerario que ha seguido la referida causa judicial, tarea que encara, hay que reconocerlo, con destacable prolijidad. Sobre esa base –nada más– concluye que considera excesiva e injustificada la demora en tratar el aludido recurso en que estaría incurriendo la Sala Penal del Superior Tribunal, deslizando como disimulada conclusión, que ello podría estar ocurriendo porque el más Alto Tribunal de la Provincia “no quiere que la referida sentencia condenatoria sea efectivamente ejecutada” (sic). Y después de afirmar furtivamente dicha eventualidad, aclara que “no puede pensar en tal posibilidad” (sic), aunque, de todas maneras, piensa que “tal demora es francamente inentendible e inadmisible” (sic).

Este extraño circunloquio (pegar y esconder la mano) lo ha ubicado al togado Perotti como autor de una conducta pusilánime y harto censurable al llevar a cabo un embate subrepticio.

En verdad las reflexiones de Perotti son inauditas e inexplicables. No menciona el ex juez en ejercicio de qué interés se posiciona en la prenotada causa penal en la que Urribarri fue condenado. Él no es fiscal, no es querellante, no es actor civil ni damnificado por la enmienda, ni se ubica como partícipe de un interés colectivo, ni se presenta como un extraño “amicus curiae”. Sin embargo, aunque no intervino en el juicio, Perotti integró el Tribunal que condenó a Urribarri y le denegó el recurso de Casación. Él ocupó dicho sitial titularizando la competencia casatoria de la que se desprendió al jubilarse. Por otra parte, más inentendible resulta todavía que su extensa exposición, casi una denuncia pública, no registre precedentes de este ex juez en la lucha contra la corrupción.

En efecto, no se conocen intervenciones similares de Perotti en el debate público en toda su trayectoria judicial. Así ignoramos que el togado haya sostenido posición pública en los enojosos antecedentes judiciales que perturbaron el funcionamiento del Ministerio Público, o en aquellos casos en que se ventilaron conductas privadas de integrantes del Superior Tribunal, o cuando en ejercicio de nuestra función constitucional de abogados defensores, los suscriptos fuimos salvajemente agredidos en tribunales por ejercer el derecho de defensa. No se caracterizó en verdad el doctor Perotti por acompañar públicamente los puntos de vista de la sociedad respecto de intolerables violaciones de los derechos humanos.

En realidad, siempre el doctor Perotti arropó sus opiniones bajo el manto impenetrable de la toga. Su fama de juez profesional y apolítico le permitió eludir el compromiso con una magistratura democrática y republicana. Y esa fama de magistrado apolítico y profesional que lo ha acompañado largo tiempo, hoy la ha perdido, para sumarse al coro vocinglero de quienes que reclaman prontas penas draconianas para los funcionarios públicos, aunque solo para aquellos que no pertenecen a su tribu política.

El doctor Perotti no conoce ni ha intentado conocer las razones en que, como defensores, fundamos el pedido de absolución de Urribarri. El severo ex magistrado jubilado reclama a todo evento la urgente condena firme del ex gobernador y sus colaboradores, pero lo hace con escasa responsabilidad, pues ni siquiera ha leído el expediente (¿o lo leyó y no lo dice?). Así concluye salmodiando, “lo que resta es esperar que la Sala Penal se expida esperando que sea lo que legalmente corresponda” (sic). Lamentamos en verdad este giro ideológico del doctor Perotti que ha declinado su reconocida condición de juez aséptico, para pasar a definirse, como un controvertido operador político.  Es de desear que esta conducta extraña no encubra el propósito mezquino de postularse ante las nuevas autoridades del gobierno, para alguna suprema dignidad judicial.

(*) Abogados defensores de Sergio Urribarri y Pedro Báez.

Aquí la nota enviada por el ex juez Perotti a Página Judicial:

Un fallo trascendente que se demora inexplicablemente