Conversaciones

“Si en la gestión de Frigerio veo corrupción, la denunciaré”

15/12/2023

Pagliotto fue un abogado que, con sus denuncias y el devenir de las mismas, organizó una agenda institucional que hizo más ruido que la política como se la conoce. Qué piensa de la gestión Bordet, una anécdota con el flamante gobernador y un reconocimiento a Goyeneche.

“Si en la gestión de Frigerio veo corrupción, la denunciaré”

Federico Malvasio
De la Redacción de Página Judicial

 

Es martes por la tarde y la tormenta es un hecho. Rubén Pagliotto recibe a Página Judicial en su casa para conversar a modo de balance acerca de un proceso político y judicial que lo tuvo como actor excluyente. Aún con la voz ronca como resabio de un tumor que no pudo con él, el abogado penalista da detalles de cada uno de los hechos que narra, a los que condimenta con anécdotas exquisitas.

En los próximos días, en rigor el 21 de diciembre, se cumplirán ocho años en que denunció en sede judicial al gobernador Sergio Urribarri, que hace 11 había dejado el sillón de Urquiza para presidir la Cámara de Diputados. El hecho se inscribió en un proceso que sería atravesado institucionalmente por sectores del Poder Judicial y la política.

Pagliotto fue protagonista de ese y otro hecho trascendental y que, ambos, están en la etapa final con sentencias ratificadas. No solo llevó a los estrados judiciales a un ex mandatario, sino que también lo hizo con la segunda del Ministerio Público Fiscal, Cecilia Goyeneche. Ambos fueron juzgados. Mientras Urribarri se propone a que su condena la revise la Corte Suprema de Justicia; la ex procuradora adjunta espera que el máximo cuerpo judicial del país pulverice su destitución.

El abogado radical no escatimó cuando a quien debía apuntarle era de su mismo signo político. Por caso Sergio Montiel, de quien fue funcionario en la desaparecida Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) y le trajo dolores de cabeza. Para quien quiera sumergirse en la vida de Pagliotto y su devenir, a continuación le dejamos un perfil publicado en 2020:

El audaz

-Ocho años, una denuncia y un ex gobernador condenado a 8 años, además de otras causas abiertas y avanzadas. ¿La Justicia, en Entre Ríos, entonces, funciona?

-En este caso hubo que hacer mucho esfuerzo para que funcione. Antes que Urribarri deje el poder, en realidad la Gobernación, habían surgido en la prensa hechos que lo ponían en lugar de sospechoso. Algunas publicaciones revelaban mucha evidencia, pero el procurador general, Jorge Amilcar Luciano García, miraba para otro lado. Tuvimos que recolectar todo lo que se había publicado, además de la investigación que habíamos hecho por nuestra cuenta, y llevarla al Ministerio Público Fiscal para que se inicie formalmente una pesquisa que debía haber sido de oficio. Después esa denuncia derivó en un cúmulo de posibles delitos que muchos se confirmaron. Pero ojo, quienes consumían medios especializados sabían de qué estábamos hablando, pero el señor García nada.

-No hay vueltas, en Entre Ríos, a un gobernador en funciones no se lo investiga. ¿Por qué?

-En este caso tampoco se lo pretendía investigar cuando presidía la Cámara de Diputados. Se conoció que García, tras la denuncia, le dio casi un año para que Urribarri acomode sus cosas y cerrar en una condena de cuatro años para Juampi (Juan Pablo Aguilera, cuñado y asesor del ex gobernador). Hubo, sí, un grupo de fiscales que no quisiera enumerar para no olvidarme de alguno y que fueron varios, que investigaron muy bien a partir de lo que nosotros presentamos con el Guille (Guillermo Mulet, abogado penalista y amigo de Pagliotto que firmó la denuncia). Pero algo tiene que quedar clarito: se publicaban cosas y el señor procurador hacía oídos sordos.

-Goyeneche, que asoma en la primera plana en 2016 cuando todo esto comenzaba a tomar color, parecía no tener esa relación y cintura política de la que se jactaba García. ¿Incluso estábamos todos sorprendidos, entusiasmados, no?

-Cecilia Andrea Goyeneche es, jurídicamente, brillante. Fui jurado técnico en su concurso y le puse el puntaje más alto. Una chica muy formada y trabajadora, pero demostró tener una muy baja estatura ética y moral. Para estar en la función pública, cualquiera sea el cargo y poder del Estado, esto es requisito básico e irrenunciable. En un primer momento pensé que no supo manejarse cuando su marido apareció ligado en uno de los estudios en el que se que pergeñó todo el engranaje de los contratos truchos (en la Legislatura) pese a que hubo abogados que le dijeron que se corra, porque además iba a poder manejar la investigación desde afuera como lo hizo, pero evidentemente se comió no sé qué viaje o la aconsejaron muy mal. Pero después todo se fue convirtiendo en algo muy obsceno. Cuando con Mulet vimos que la relación de (Sebastián) Orlando con toda esa runfla era de años, que habían compartido veraneos, el casamiento y no sé cuántas cosas más, empezamos a concluir que no se había apartado para proteger a la runfla de ese estudio jurídico. Pero mirá si será atropellada y salvaje, que cuando un motomandado describió delante de ella a su marido como uno de los integrantes del estudio, al otro día lo mandó a allanar. Eso fue un escándalo. Vomitivo. No merecía estar en el Poder Judicial, porque es un peligro. Por eso presentamos una denuncia en el Jurado de Enjuiciamiento.

La grieta

La denuncia de Urribarri contó con el silencio hasta de los propios, es decir el peronismo, pero sin embargo la de Goyeneche dividió aguas. La oposición, o buena parte del PRO, vio en esa denuncia que “se le hacía el juego al urribarrismo”, pero Pagliotto se defiende de esa acusación en un plano temporal: “Primero en qué cabeza cabe que a un tipo al que denuncié, lo investigaron y lo condenaron a 8 años me convoque para que denuncie a una fiscal. En segundo lugar, la denuncia a Goyeneche sucede cuando Urribarri ya estaba cocinado. La novela que Cecilia Andrea cuenta es ficción que sólo repiten sus fanáticos y que, por suerte, la gente que entiende de estas cosas e incluso allegados que la estiman y prefieren el silencio para no herirla saben cómo fue la cosa”.

Los últimos 8 años, durante los que gobernó Gustavo Bordet, sucedieron estos dos hechos. Se condenó por primera vez a una pena de cumplimiento efectivo a un ex gobernador y se destituyó a una procuradora que había tenido un alto perfil. Esos dos procesos no solo moldearon buena parte de una agenda institucional en una provincia que suele dormir la siesta permanente, sino que se inscribieron en un capítulo quizás inédito en los 40 años de democracia. Tuvieron un impacto mediático en el ámbito nacional de gran magnitud y reorganizó las relaciones en el seno del Poder Judicial.

 

-¿Crees que estos hechos abrieron una nueva etapa o fueron una excepción?

-La verdad no lo sé. Acá hubo una serie de elementos que coincidieron. Hubo fiscales que investigaron pese a los acuerdos que García negociaba con la defensa de Urribarri, la prensa difundió mucha información y desde el gobierno provincial, me consta, no se presionó a la Justicia.

-Rogelio Frigerio tuvo un discurso muy duro contra la corrupción el día de su asunción, pero además anunció una batería de medidas que impulsará respecto a la transparencia. Ética pública, acceso a la información. ¿Cómo lo ves?

-El peronismo también lo ha prometido durante 20 años y no hizo nada. Con que Rogelio haga el 70 por ciento de lo anunciado, es Gardel y será muy beneficioso para la provincia. Igual, que quede registrado, si en la gestión de Frigerio veo corrupción, la denunciaré. No creo en el relativismo moral.

-Qué opinión tenés de la gestión de Bordet en cuanto a la transparencia. Lo denunciaste por la obra de gas “Cierre Norte” y el sobreseimiento se resolvió en 10 días.

-Con esa denuncia pasó algo interesante. Tan mal no nos fue, porque esa obra que iban a realizar los chinos finalmente no la hicieron. A García, que le encanta saludar con sombrero ajeno, se jactaba de eso. Él debía investigar, no parar una obra por sospechosa. Sobre este caso, y podría nombrar otros, quiero que quede bien claro en esta entrevista, que fue Raymundo Kisser (en ese entonces senador) el que me apoyó. Fue el único dirigente de la oposición que no le esquivó a los planteos que hicimos en la Justicia. Todo lo contrario, acompañó siempre, sin especular. Pero además hay algo que creo que está bueno que se sepa. Cuando hicimos esa denuncia por el “Cierre Norte”, el primer enojado fue el propio Frigerio, lo que nos sorprendió y nos enojó. Después, con el tiempo, me lo encontré a Bordet y hablamos de eso y me contó que el que estaba muy enojado con esa denuncia era “nuestro líder”. Pensé que lo decía por Frigerio, pero era por Macri, cuyo padre (Franco) estuvo relacionado con China por cuestiones de negocios.

-Vamos de vuelta. ¿Un balance de la gestión de Bordet?

-Su padre, Elvio, fue una gran persona que conocí. Honesto. Con el ex gobernador no he tenido relación. Creo que fue prolijo, cuando sospeché de algo turbio, solicité a la Justicia que investigue. Parece que tan errados no estábamos, porque la obra no se hizo. No tengo nada para reprocharle, insisto, creo que fue prolijo, eso sí, gobernó con la banda.

-¿Quiénes integrarían esa banda?

-Prefiero no dar nombres, porque además tampoco tengo pruebas. Ensuciaría gente sin elementos concretos.

 

Pagliotto sigue todos los temas de cerca y manteniendo terminales que le acercan información de todo tipo. Se jacta de tener relaciones con gente de cualquier partido. Espantado con el triunfo de Javier Milei, cree que se está “en el peor de los mundos”. El último tiempo se lo vio abocado a la coyuntura económica, materia en la que da clases en la Facultad de Ciencias de la Educación (UNER). Participa en un grupo de técnicos que viene produciendo textos sobre temas puntuales, en los que se encontraba, por lo menos hasta antes de asumir, el ministro de Economía, Julio Panceri.

El dispositivo suma más de una hora y media de grabación. No pareciera mucho si no se contara que cuando no se había encendido ya había transcurrido otra hora y media más de información dura, alguna documentada, y anécdotas que podrían ser noticiables si no fuese que el entrevistado no quiere problemas. Con muchísima menos exposición -un poco por censura de quien no esperaba, según dice- está a pleno. Como en épocas de prime time.