JUSTICIA Y POLÍTICA
Milei pidió al Senado retirar el pliego del juez Alonso
13/12/2023
El Ministerio de Justicia de la Nación anunció una marcha atrás en la designación de jueces, fiscales y defensores oficiales cuyos pliegos habían sido enviados por Alberto Fernández. En el listado aparece el nombre de Daniel Edgardo Alonso, el juez federal de Paraná que enfrenta seis denuncias en el Consejo de la Magistratura y una causa penal por alzarse contra la Corte Suprema.
Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
Para el juez Daniel Edgardo Alonso es como un déjà vu: en su segundo día de gestión, el Gobierno le solicitó al Senado el retiro del pliego que lo postulaba para ocupar un cargo en la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario.
La novedad se conoció a través de un comunicado del Ministerio de Justicia, a cargo de Mariano Cúneo Libarona, en el que dice que dice que revisarán “caso por caso” la situación de 38 candidatos para ocupar cargos de jueces y camaristas, 10 fiscales y 14 defensores y “para proponer jueces independientes, idóneos, no políticos ni amigos”.
Se trata de candidatos a ocupar cargos en el Poder Judicial que pasaron por el procedimiento de concurso ante el Consejo de la Magistratura: rindieron examen, tuvieron entrevistas públicas, pasaron a integrar una terna, luego el Poder Ejecutivo los eligió y llegaron al Senado pero quedaron sin ser tratados por disputas políticas.
En el caso de Alonso, el retiro del pliego parecía inexorable luego de que la Corte Suprema lo llamara “ignorante” y lo denunciara hace dos años, en medio de una disputa por la integración del Consejo de la Magistratura de la Nación.
Alonso, oriundo de Victoria, está a cargo del Juzgado Federal Número 2 de Paraná; en 2020, el ex presidente Alberto Fernández lo propuso para integrar la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, tuvo su audiencia pública en el Senado, pero luego el pliego quedó en el freezer, a la par de que arreciaban las críticas por su inacción en la investigación de los incendios en el Delta; hasta que su estrella se apagó definitivamente cuando dictó una medida precautelar que intentaba frenar la designación de los representantes del Congreso en el Consejo de la Magistratura.
La resolución provocó la ira de la Corte Suprema, que lo acusó de haber actuado “con una notoria ignorancia del derecho vigente” y recomendó al Consejo de la Magistratura que lo investigue por mal desempeño. Como un dominó, le cayeron seis denuncias en el organismo que tiene a su cargo el control disciplinario de los jueces federales. Una de ellas, promovida por el diputado nacional Pedro Galimberti (UCR-Entre Ríos), amplió el horizonte y le atribuyó también negligencia grave en el ejercicio del cargo, a raíz de “notables retrasos generalizados” en el juzgado; y haber habilitado una fenomenal industria del juicio utilizando un insólito criterio de prórroga de competencia, favoreciendo a gendarmes de cualquier punto del país, pero principalmente formoseños, para que puedan litigar en la provincia.
Además, los diputados Juan Manuel López y Mariana Stilman, de la Coalición Cívica, denunciaron penalmente al magistrado por delitos de asonada (sedición), abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público y prevaricato buscando obtener un beneficio propio para conseguir ser camarista.
Hasta que el Ministerio de Justicia decidió retirar su pliego, el juez Alonso había conseguido que el tiempo diluyera la espuma. Las denuncias duermen. El Consejo de la Magistratura recibió su descargo, pero no ha logrado los consensos para avanzar en el proceso disciplinario. Mejor le fue en la Justicia de sus pares: el juez federal Sebastián Ramos, con despacho en Comodoro Py, la retiene, inactiva, contra los pronósticos que auguraban que iba a remitirla al Juzgado Federal de Paraná por razones de competencia.
Mientras tanto, el futuro es incierto para el inefable Alonso. Parece difícil que vuelva a ser nominado, tras la revisión que pretende hacer el nuevo Gobierno. Podría optar por el retiro, ya que tiene edad para jubilarse. También puede ocurrir que le toque enfrentar un juicio político. O puede que nada pase y permanezca, como Diego de Zama, el personaje de la novela de Antonio di Benedetto, en una espera eterna.