GEOPOLÍTICA

El día que Kissinger preguntó por El Diario

30/11/2023

Henry Kissinger, cerebro de la política exterior de Estados Unidos en los años en que se gestaron las dictaduras latinoamericanas, se involucró en forma directa en operaciones comerciales que pretendían realizar dos matutinos paranaenses. En 1974 ordenó investigar a El Diario y El Día cuando intentaron comprar máquinas impresoras.

El día que Kissinger preguntó por El Diario

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

Heinz Alfred Kissinger, el arquitecto de las relaciones internacionales de la Casa Blanca durante más de cincuenta años y una de las figuras más influyentes en la política internacional en la Guerra Fría y los años posteriores, ha muerto.

En los convulsionados años setenta fue uno de los artífices para la configuración del mapa internacional tal como se lo conoce actualmente: encabezó las negociaciones para los acuerdos de paz con Vietnam del Norte; propició el diálogo entre Israel y los países árabes y restableció las relaciones entre Estados Unidos y China, como una estrategia para contrarrestar la influencia de la Unión Soviética en el continente asiático.

Pero también alentó, avaló, justificó y aplaudió las violentas dictaduras latinoamericanas, en especial por su destacado papel en la Operación Cóndor para reprimir a militantes políticos, sociales, sindicales y estudiantiles de cualquier nacionalidad sin fronteras de contención.

Kissinger operó en todos los tableros de la geopolítica de su tiempo; e incluso se involucró en forma directa en operaciones comerciales que por esos años pretendían realizar dos matutinos paranaenses.

El dato, ciertamente curioso, se conoció en 2013, cuando WikiLeaks produjo la más grande filtración de documentos confidenciales de la diplomacia estadounidense que habían sido redactados a partir de 1973. En uno de esos cables, Kissinger preguntó por El Diario.

El 3 de junio de 1974, a las 21.38, la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires recibió un cable proveniente de la Secretaría de Estado, a cargo de Kissinger, pidiendo referencias sobre la firma SA Entre Ríos, editora de El Diario, a partir de un requerimiento del Eximbank por un seguro de crédito por 55 mil dólares, con garantía del Banco del Interior y Buenos Aires, que la empresa había solicitado para comprar una rotativa a la Fenchurch Corporation SA.

El cable confidencial y secreto con la firma de Kissinger dejaba en claro que en la respuesta se debía “indicar si la Embajada tiene cualquier conocimiento o comentarios respecto a esta operación o percibe razones políticas o de otra índole por las cuales Eximbank no debe considerar la solicitud”.

Eximbank es una agencia estadounidense de créditos para exportaciones cuya misión es apoyar con financiamiento la venta de productos y servicios hacia mercados internacionales. En concreto, este organismo ayuda a equiparar las condiciones para los exportadores, igualando la financiación que brindan otros gobiernos.

Kissinger no recibió respuesta y reiteró el pedido de información el 3 de julio, que fue contestado ocho días después por el embajador Robert Hill con un escueta mensaje en el que señala que “la Embajada no percibe ninguna objeción a que se considere favorablemente apoyar la operación de venta propuesta” y agrega que “SA Entre Ríos ‘El Diario’ es un periódico provincial. La situación financiera de la empresa aparece totalmente satisfactoria y ha mostrado una marcada mejoría durante los últimos tres años. La empresa goza de buena reputación entre el comercio local”.

El periodista Jorge Riani, autor del libro El imperio del Quijote, cuenta que para esa época El Diario había iniciado un período de crecimiento y expansión económica que sería coronado con la incorporación de una rotativa que le permitiría pasar del sistema de impresión tipográfico al offset, lo que dotaría al tradicional matutino de una serie de innovaciones tecnológicas y le agregaría un aire de modernidad.

La nueva rotativa Solna, una máquina de origen sueco que pesaba 27 mil kilos, llegó en 1974, después de tres años de consultas y gestiones de la empresa. El Diario la pagó un millón de dólares. “Era como tener una Ferrari”, recuerda Carlos Vuotto, el jefe de taller que entre octubre y noviembre de 1971 había viajado a Suecia, con todos los gastos pagos para capacitarse en el uso de la nueva tecnología.

Para montar la máquina en el subsuelo del recientemente inaugurado edificio de calle Urquiza 1119, donde funcionaba el extinto taller de impresión, fue necesario modificar su estructura: hubo que cavar un pozo y se rompió parte de la calle para bajar cada uno de los seis cuerpos de la rotativa.

Según cuenta Riani, “el sistema de cambio no se limitaba a la impresión, sino que había que modificar todo el proceso gráfico” e incluso “apresuró el cambio del sistema eléctrico (…) Del sistema de energía alterna se debía pasar al sistema de energía continua, y El Diario hizo todas las adaptaciones necesarias”.

La competencia

No fue la única vez que Kissinger mostró interés por la prensa entrerriana.

El 28 de enero de 1974 Kissinger solicitó referencias de una empresa denominada Editora Entrerriana del Oeste SA, con domicilio en calle Cura Alvarez 200 de Paraná, que acababa de solicitar un seguro de crédito por 58 mil dólares para la compra de dos máquinas impresoras de diarios. En el cable se indicaba también que los garantes propuestos por la firma eran Gualberto Joaquín Garamendy, “Roberto Demetria Lenerani” (sic) y Juan José Echeverría, todos ellos oriundos de Concordia.

Lo que se le pedía a la oficina diplomática en Buenos Aires era un informe para determinar la viabilidad del crédito.

Lo que estaba gestándose a través de esa firma era un periódico que saldría a competir con El Diario en Paraná. El propósito era hacer un matutino que influyera en los sectores populares, con preponderancia en el tratamiento de temas locales, amplio despliegue de las acciones de gobierno, desarrollo de los reclamos barriales y un toque sensacionalista en los hechos policiales. El Día, así se llamaría, pretendía erigirse en un sostén del gobierno peronista de Enrique Tomás Cresto.

La respuesta al pedido de información llegó el 11 de febrero, a través de un cable firmado por el embajador Hill, donde señalaba que la empresa no era conocida entre el empresariado local y que no se encontraba en la dirección consignada en Paraná. Pero en un segundo cable, fechado el 18 de marzo, se dejó constancia de que “Editora Entrerriana del Oeste publica un diario en la ciudad de Concordia, provincia de Entre Ríos. Esto explica por qué las consultas en Paraná no tuvieron éxito” y agrega que se está tratando de recabar mayor información sobre la empresa y los garantes, para lo cual solicita un plazo de entre siete y diez días.

El informe completo finalmente fue remitido a la Secretaría de Estado el 4 de abril, aclarando el motivo de la “confusión” en que incurrió un tal “Dun & Bradstreet”, a quien atribuye la recolección de la información. El informe señala que la empresa fue creada el 15 de enero de 1974 y todavía no había iniciado sus actividades, pero que “dos de sus cuatro directores integran también Editora Entrerriana del Este. Ambas empresas se encuentran en la provincia de Entre Ríos. Esta última edita un periódico en Concordia y al parecer planea publicar otro en Paraná”. Se indica además que la nueva empresa “tiene un capital de un millón de pesos”, que “los directores, que fueran propuestos como garantes, son miembros reconocidos entre las comunidades empresarias y de profesionales” y que “Juan José Echeverría es director del Banco de Entre Ríos en Paraná”. El cable concluye que “la Embajada no tiene objeciones a la consideración favorable por parte de Eximbank”.

La redacción de El Día se instaló en una casa de calle Urquiza 1249, a una cuadra de El Diario. Allí estaba la Redacción, Administración y la planta impresora. El plantel de periodistas comenzó a integrarse hacia fines de 1974. Estaba compuesto por jóvenes que no superaban los 30 años, en su mayoría afines a la izquierda peronista. Un periodista que trabajó en El Día recordó que Cresto recomendó a Garamendy el nombre de José E. Morelli para que sea director y a Luis Marcos Montaldi como subdirector.

Los canillitas vocearon por primera vez El Día el 12 de febrero de 1975. Nació como hermano menor de El Sol, que se editaba en Concordia, y pertenecía al mismo grupo empresario. El diario ostentaba un novedoso formato tabloide y hacía gala de una buena calidad de impresión que le daba el sistema offset de la máquina adquirida en Estados Unidos. En la primera editorial, publicada en tapa, se indicaba que “un diario es un servicio que se presta a la comunidad para mantenerla informada, para permitirle ir conformando esa expresión de las mayoría silenciosas que se llama opinión pública”. En aquella declaración de principios el diario se presumía independiente y exento de “pasionismo ciego y sectario”.

El diario llegó a tirar 25 mil ejemplares los domingos, pero el golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 significó un cimbronazo fuerte para la empresa que lo sostenía.

Raúl Rossi, director periodístico, y Antonio Fiorotto, secretario de Redacción, fueron detenidos en la sede del diario por efectivos del Ejército. De allí también se llevaron a Morelli. Del mismo modo fueron ilegalmente apresados Garamendy y Echeverría, cuyos nombres aparecieron unos días después en el listado de personas detenidas a disposición del Poder Ejecutivo.

No pocos vieron en esa maniobra la mano de Arturo J. Etchevehere, director de El Diario y hombre fuerte de la Asociación de Diarios Entrerrianos (ADDE). Eso quedó en evidencia por el hecho de que ningún representante de la entidad pidió a los militares por la situación de El Día.

Como no podía ser de otra manera, El Día se editó por última vez el 27 de octubre de 1976.

Henry Kissinger, el protagonista de esta historia, el cerebro de la política exterior de Estados Unidos durante la Guerra Fría, ha muerto.

(*) Este artículo fue publicado originalmente el 28 de agosto de 2014 en la Revista Análisis.