ANTISEMITISMO
Podría ir a la cárcel por hacer pintadas nazis en el Parque Urquiza
04/04/2022
El fiscal pidió que se condene a tres años y seis meses de prisión a Franco Julián Zapata, un joven paranaense que está acusado de haber realizado pintadas de contenido antisemita en el Parque Urquiza en el año 2014. El hecho ha sido calificado como uno de las más graves que se hayan registrado en la ciudad por el amplio repertorio de símbolos, exaltaciones a una superioridad de raza y frases de odio.
Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
Treblinka no era un campo de concentración. Era un campo de exterminio. Franco Julián Zapata se presentaba en las redes sociales como subjefe de esa verdadera fábrica de la muerte y enfrenta la posibilidad de pasar una temporada en prisión.
Zapata está siendo juzgado por haber realizado una serie de pintadas antisemitas en la zona del palomar en el Parque Urquiza, en octubre de 2014, cuando tenía 19 años, y este lunes el fiscal general José Ignacio Candioti solicitó que sea condenado a tres años y seis meses de prisión. Le imputó delitos que van más allá de la intención de propagar una idea de superioridad de raza o la promoción de un tipo de discriminación racial o religiosa, sino que presume que había en sus acciones una persecución u odio a una raza, religión o nacionalidad, o una intención de destruir a un grupo nacional, étnico, racial o religioso; sumado al daño generado en un espacio público.
El hecho ha sido calificado como uno de las más graves que se hayan registrado en la ciudad y una amenaza concreta a la comunidad judía. Entre el repertorio había esvásticas, iniciales de los escuadrones de protección del nazismo, símbolos con exaltaciones a una superioridad de raza, códigos numéricos y frases de odio escritas en alemán.
Las pintadas aparecidas en el Parque Urquiza tenían una fuerte carga simbólica: había una esvástica estampada en aerosol rojo sobre una Estrella de David; una leyenda en alemán que decía “Achtung juden!”, que significa “judíos, cuídense”; y dos guarismos insertos de manera enigmática: “88”, que es un código que significa Heil Hitler si se trasladan esos números al lugar que ocupa la letra H en el abecedario; y “14”, que alude a las palabras que acuñó David Lane, uno de los fundadores del Ku-Klux-Klan, y que se han convertido en un eslogan en el mundo nacionalsocialista: “Debemos asegurar la existencia de nuestro pueblo y un futuro para los niños blancos”.
Quien formalizó la denuncia fue el entonces titular de la DAIA Paraná, Diego Dlugovitzky, pero un actor clave para llegar al autor de las pintadas fue Jorge Riani: el periodista aportó los nombres de Franco Julián Zapata y otra persona que nunca fue imputada. Lo hizo a partir de una serie de datos que recibió en forma anónima y un rastreo personal que hizo en función de esos elementos. “En su perfil de Facebook, esta persona tenía muchas imágenes con simbología nazi, fotos de nazis, esvásticas; hice capturas de pantalla y las presenté ante la Policía”, explicó Riani ante la jueza Noemí Berros que integra el tribunal unipersonal que juzga a Zapata.
En las imágenes que aportó Riani es donde el joven aparece presentándose a sí mismo como “subjefe del campo de exterminio de Treblinka”. No dice campo de concentración, dice campo de exterminio; y dice subjefe. ¿Acaso ubicándose por debajo del comandante de las SS Franz Paul Stangl, que tenía a su cargo ese sitio del horror en el que se calcula que fueron asesinados un millón de judíos? ¿O habrá sido porque era parte de una célula en la que había otras personas que profesaban la ideología nazi?
Lo cierto es que el estupor fue absoluto cuando los investigadores llegaron hasta la casa de Zapata y vieron que en la pared medianera tenía grafitis que exaltaban el nazismo: “Heil Hitler”, decía uno de ellos; también había una figura perfecta del emblema de las SS; y una esvástica, pero no aquella figura más conocida de la simbología nazi, sino una que remitía a la Sociedad Thule, una organización criminal secreta a la que se unió Adolf Hitler tras la Primera Guerra Mundial y que fue la base ideológica del nazismo.
Dlugovitzky señaló que “la cantidad de símbolos y el tipo de simbología denota que estamos ante alguien que conoce, estudia y toma la decisión de ir a un espacio público a hacer semejante manifestación, que claramente constituye una amenaza o pretende serlo” y agregó: “Eso denota que estamos ante un fanático, alguien que no tiene racionalidad, y eso nos lleva a preguntarnos a cuánto está esa persona de hacer otra cosa. Por eso es tan serio lo que ha ocurrido en este caso”.
El referente de la DAIA Paraná Pablo Soskin, que interviene como amicus curiae, resaltó que las pintadas tienen una simbología que revela “un conocimiento técnico del nazismo que va más allá de lo que conoce el común de la sociedad”. En su exposición ante el tribunal dijo que “una esvástica es una amenaza porque debemos recordar que el holocausto empezó con una pintada, un panfleto, la construcción del prototipo de un ser inferior al que había que exterminar. Entonces, de esta pintada, de esta publicación en una red social pueden salir otras cosas si no se reprime y no se educa”.
Sus vecinos dijeron que Zapata tenía “simpatía por el nazismo” e “idolatría hacia el régimen de Adolf Hitler”, según se consignó en un informe de la Policía Federal citado por el fiscal Candioti en su alegato.
El defensor oficial Alejandro Castelli, representante de Zapata, dijo que no había pruebas suficientes que acreditaran que había sido el autor de las pintadas; pero Zapata se manifestó arrepentido en su declaración indagatoria.
Sin embargo, un hecho nuevo terminó por complicar su situación. En el inicio del debate se presentó una captura de pantalla tomada del Instagram de Zapata en la que se ve a una persona de rasgos similares a los de Adolf Hitler haciendo ejercicios y una leyenda: “Cuando dejas de quemar judíos y ahora quemas calorías”. La publicación tenía fecha del 21 de abril de 2019, es decir, mientras Zapata esperaba que se fijara fecha para el juicio oral. Luego fue eliminada.
El fiscal Candioti sostuvo que Zapata “dijo haberse arrepentido, pero después reincidió y eso refleja un odio hacia la comunidad judía” y agregó que sus acciones “proclaman ideas contrarias a la dignidad del hombre; sus expresiones de odio no pueden ser toleradas porque tienen una clara intención de promover la discriminación”. Soskin agregó que “el pedido de disculpas no merece ser atendido porque estamos hablando de alguien que evidentemente tiene internalizado esto que llamamos ideología”.