ANTISEMITISMO

Una de nazis en la primera colonia judía de Entre Ríos

23/03/2022

La aparición de esvásticas y pintadas de contenido antisemita en una sinagoga sacudieron a Basavilbaso en el año 2014. Un joven fue juzgado y absuelto, lo que generó mayor conmoción; pero ese juicio fue anulado en un segundo debate resultó condenado. Ahora un tribunal de casación confirmó esa condena que lo obliga a realizar un curso de derechos humanos, discriminación y ética ciudadana.

Una de nazis en la primera colonia judía de Entre Ríos

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

Basavilbaso se llama a sí misma como la capital del riel. Nació con el nombre de Gobernador Basavilbaso alrededor de una estación de tren –como tantos pueblos–, a doscientos kilómetros de Paraná.

Allí nació, y no casualmente, Blackie, mujer libre, cantante, periodista y pionera de la televisión argentina. “Nací en un quieto y soleado pueblito de Entre Ríos: Basavilbaso. Provengo de una familia de alta raíz intelectual, de origen lituano por parte de padre y rumano por parte de madre. Empecé a ir al colegio a los 3 años; mi padre era una especie de papá y mono sabio, pedagogo por excelencia, el profesor más severo del mundo”, contó en alguna entrevista.

Y Blackie es el reflejo de la historia de un pueblo que se construyó, primero con una fuerte presencia de inmigrantes italianos y luego terminó forjando su identidad a partir de la llegada de campesinos judíos a fines del siglo XIX.

Iedidio Efron, aquel profesor más severo del mundo, había llegado con las corrientes migratorias que fueron construyendo la identidad del pueblo alrededor de la estación del tren a instancias de la Jewish Colonization Association (JCA), una asociación filantrópica creada por el Barón Maurice de Hirsch para dar asistencia a los judíos que eran expulsados y perseguidos en Europa Oriental.

La JCA contaba con la infraestructura agrícola, la capacidad económica para las inversiones y una política eficaz para el reclutamiento de colonos judíos europeos que se instalaron en el campo argentino.

Las primeras cuatro colonias en Basavilbaso se fundaron en 1894. Los colonos eran inmigrantes rusos provenientes de las provincias de Gersaner y Besarabia y a cada uno se le adjudicaron cincuenta hectáreas para arar y sembrar la tierra y veinticinco hectáreas para pastoreo. Le siguieron otros y, paralelamente, se fueron creando establecimientos de enseñanza primaria, profesional y de perfeccionamiento, sinagogas y se trazaron acciones culturales que fueron introduciendo lenguajes y costumbres.

Discurso de odio

El contexto sirve para entender el impacto que generó en el año 2014 una serie de acciones antisemitas en un pueblo donde actualmente viven unas 10 mil personas. Primero fue la extraña desaparición de una bandera del Estado de Israel; y el 27 de junio aparecieron pintadas en la sinagoga Tefila LeMoshe, una de las más antiguas del país, y en la sede de la AMIA local, con esvásticas y las leyendas “Viva el javon” (sic) y “Sacador de chorros. Doctor A.”, dirigidas a un abogado de la comunidad.

El hecho se atribuyó a Eric Gastón Haas, un joven que tenía entonces 23 años. Fue juzgado y absuelto en 2017 (se dijo entonces que no había una coincidencia concluyente entre su grafía y la escritura de las pintadas), en una sentencia que luego fue anulada; y condenado en un segundo juicio que se realizó en 2020, pero no por haber cometido actos discriminatorios, sino por el delito de daño a la propiedad, aunque la sentencia dejó en claro que los hechos tienen una connotación de “persecución y odio a una raza y religión”. Ahora la Cámara de Casación Penal de Concordia confirmó la condena.

Haas recibió una pena de dos años de prisión condicional y deberá realizar un curso vinculado a la temática de derechos humanos, discriminación y ética ciudadana, y tareas comunitarias de seis horas mensuales por el término de un año, en favor de una institución perteneciente a la comunidad judía y/o asociación israelita.

El hecho, como se dijo, sacudió a una localidad que celebra la integración cultural edificada durante un siglo y medio de historia. En algún momento se llegó a hablar de factores exógenos e incluso de un mensaje que lejos estaba de haber sido dirigido a la comunidad judía. La sentencia, sin embargo, no deja lugar a dudas.

Los investigadores llegaron rápidamente a Haas, un artista callejero de quien nadie diría, ni antes ni después, que tuviera actitudes xenófobas. Las cámaras de seguridad lo mostraban en las inmediaciones de la sinagoga, testigos dijeron haberlo visto esa madrugada deambulando con otros dos jóvenes, en su casa se hallaron aerosoles (aunque luego se probó que la pintura tenía una composición diferente a la muestra extraída de las paredes) y de su teléfono celular se extrajeron mensajes que sugerían que unos días antes había sustraído o participado del robo de una bandera del Estado de Israel, un hecho denunciado y nunca esclarecido.

La jueza María del Luján Giorgio enumeró las pruebas que comprometían al joven y dijo que “la indicación del probable sospechoso desde una referencia casual que lo situó en horario aproximado en las inmediaciones de los lugares de las pintadas –cercanos entre sí– en compañía de otros dos sujetos cuya estadía circunstancial fue confirmada por ellos mismos (…) incrementándose la suspicacia en torno a la intervención de uno de los mencionados con el secuestro de materiales parecidos –no los mismos– en el hogar de su residencia, la compatibilidad grafológica que arrojaron las pericias, aun sin certeza sobre la mano que suscribió los trazos, así como su contextura física congruente con la altura en que fueron estampadas las escrituras” constituían pruebas determinantes de su responsabilidad.

A eso sumó el extracto de una conversación que Haas mantuvo con una joven con la que, según sus amigos, mantenía “un contacto estrecho”, de la que puede inferirse que tenía en su casa la bandera del Estado de Israel que había robada seis días antes de uno de los edificios de la comunidad:
–No seas boludo y escondé la bandera que tenés en tu pieza –le dice la joven.
–¿Y vos cómo sabes que tengo la bandera?
–Porque la vi el otro día, boludo, y te pregunté y me dijiste que los gurises la robaron.
–Ahh, cierto, jaja. Ni sé dónde está, pero no la han visto, jaja.
–Bue, ¡rogá que no la vean!

De la conversación surge que el intercambio de mensajes se habría producido mientras se concretaba el allanamiento en la casa de Haas.

Lo cierto es que la bandera nunca fue hallada. La defensa sugirió que la bandera pudo haber sido de River, de Boca o acaso de Ford o Chevrolet. El abogado Mario Arcusin, destinatario de las pintadas, en cambio, dijo que los policías que participaron del allanamiento eran de otras localidades y que pudieron no haberla reconocido.

La jueza Giorgio hizo un análisis menos enrevesado y dijo que la joven que intercambiaba mensajes con Haas “vinculó aquella bandera –que evidentemente vio en alguna oportunidad reciente– con las pintadas”. Cabe preguntarse qué significancia habría tenido en el procedimiento si se trataba de la bandera de un equipo de fútbol. Como fuera, la magistrada destacó que el propio Haas admitió el robo de la bandera, aunque se la atribuyó a otros y confió en que los policías que participaban del allanamiento no la vieran.

De hecho, la magistrada le dio una trascendencia vital a ese intercambio de mensajes sobre el robo de la bandera del Estado de Israel para concluir que “las pintadas tuvieron carácter específicamente orientado a agredir” a la comunidad judía.

La sentencia incluso deja entrever que Haas no estaba solo cuando hizo las pintadas. Dos amigos lo acompañaban esa noche en su vagabundear por la madrugada del pueblo, pero no fueron imputados. Ellos admitieron haber estado con Haas, pero no las pintadas –también Haas negó su intervención– y el fiscal dijo que no tenía pruebas para acusarlos.

Por último, la jueza Giorgio resaltó que “no sería social ni jurídicamente saludable banalizar conductas significantes de auténticos dispositivos al servicio de la intolerancia, el odio, la discriminación, la hostilidad, la violencia, configuradores de un discurso eventualmente generador de un clima que puede preceder a la acción”.