OPINIÓN

La confesión de Báez sobre la charla de un camporista y una macrista

17/02/2022

El ex Ministro de Comunicación y Cultura rompió el silencio luego de que los fiscales solicitaran que se le imponga una pena de diez años de prisión por delitos de corrupción durante la gestión de Sergio Urribarri. Lo hizo a través de un texto que publicó en Facebook y donde sacó a la luz una anécdota que involucra a una ex diputada del PRO y un dirigente de La Cámpora.

La confesión de Báez sobre la charla de un camporista y una macrista

Pedro Ángel Báez (*)

 

Estoy recordando que en el mediodía del 25 de noviembre de 2020 estaba por hacer una publicación en mis redes cuando me sorprende la noticia de la muerte de aquel que no podía morir. Nunca más publiqué nada. El duelo por el más grande no terminará nunca. El silencio se interrumpe hoy porque frente a la gran cantidad de amigos, amigas, compañeros y compañeras sorprendidos y angustiados por el pedido de penas formulado por los representantes del Ministerio Público Fiscal, me veo en la obligación de expresarme.

A mí hace seis años que nada me sorprende. Y contaré por qué. No voy a detenerme a pensar si conviene o no a mi defensa. Más bien creo que será una verdad molesta. No lo dije antes porque fui respetuoso del proceso judicial y mientras algunos operaban la publicación de mentiras yo me las aguanté calladito.

Recuerdo como si fuese hoy que en la tarde del 31 de diciembre de 2015 me llama el compañero Juancho Huss, actual diputado provincial y en aquel entonces flamante diputado nacional. Me dijo que recién llegaba de Buenos Aires y necesitaba hablar conmigo. Eran las primeras semanas del nuevo gobierno de Macri y se empezaba a configurar un contexto político que serviría de plataforma para disparar una cacería sobre Cristina, miembros de su gobierno y muchos que adherimos a ese proyecto. Éramos casi vecinos, de manera que pocos minutos después estaba en mi casa para contarme que la diputada nacional Yanina Gayol, del PRO, le había contado, en una actitud que yo concibo inocente, típica de quien viene de afuera de la política, que, “ellos, en Entre Ríos iban a venir por el gobernador y su ministro de Cultura”. Le confió además que “tenían todo acordado y que solo era cuestión de tiempo”. Punto. Literal, palabra por palabra como me lo contaron esa tarde del 31 de diciembre del 2015. Me contó también que la charla se había dado en el despacho de la diputada y que le había llamado la atención un cuadro con una foto del avión en el que había regresado Perón y enterarse que el abuelo de la legisladora había acompañado ese vuelo.

Finalmente, todo lo que la diputada Gayol le dijo a Huss se cumplió. Juancho me lo comunicó el 31 de diciembre de 2015 y a mí la primera imputación se me comunica, por supuesto que a través de los medios, recién diez meses después. El largo camino de más de seis años empezó de esa manera. Nada nos sorprende y nada nos quitará la tranquilidad de tener la absoluta certeza de por qué estamos donde estamos.

A mí me investigaron todo. Nunca se ha visto en la historia institucional de la provincia la revisión judicial completa de una gestión. No solo investigaron en estas causas, investigaron todo, lo que hicimos y lo que no hicimos. Recuerdo que hasta revisaron el apoyo publicitario que nuestra gestión tenía para con los entrerrianos que participaban de distintas categorías en el automovilismo nacional. Mariano Werner quizás se entere ahora que además de ser famoso como un gran campeón estuvo a punto de estar en los medios por otras cosas. Revisaron todo de mi gestión, todo. Y, finalmente, lo que encontraron fue nada. Al decir de un prestigioso periodista de un matutino local, “orfandad probatoria”.

No estoy en desacuerdo con que se investigue, y además creo que el gobernante debe ponerse a disposición y colaborar. Es lo que yo hice. Lo que digo es que si de las investigaciones no se obtienen elementos para continuar el proceso judicial, éste no se debe forzar. La orfandad probatoria no es de ahora, fue desde el mismo inicio de las causas.

El juicio de residencia fue un procedimiento judicial del derecho indiano, que consistía en que al término del desempeño del mandato todos los funcionarios y gobernantes se sometían a una revisión integral de su actuación institucional y política. A este juicio debían someterse toda clase de funcionarios, desde virreyes hasta gobernadores, alcaldes y alguaciles. Si eso es lo que se quiere, entonces bien, que presenten un proyecto de ley en la Legislatura que reinstaure el juicio de residencia al que tengamos que someternos todos, pero todos, no solo algunos que casualmente tuvimos una fuerte identificación con el gobierno y el proyecto político que mejoró notablemente las condiciones de vida de nuestro pueblo.

Nunca tuve nada que no constara en mis declaraciones juradas. Las revisaron hasta de canto. Sin embargo, en el edificio en el que junto a mis hermanos alquilábamos un departamento para mis viejos circulaban pedidos de informes para hacer daño.

Mi viejo falleció en agosto de 2018. Tenía el cuero duro. Había sido dirigente gremial en tiempos bastante más difíciles que estos, pero escuchar y leer por todos lados las graves acusaciones que le hacían al hijo del cual se sentía muy orgulloso nunca es gratis para un padre.

Si la cuestión era política, bastaba con agarrárselas con Urribarri y conmigo. Para qué joderle la vida a tanta gente. Pienso en Hugo Céspedes, un señor con todas las letras. Peleaba contra el cáncer. Pero no lo mató el cáncer.

Los que le dedicamos la vida a la política tenemos convicciones, pero nuestras familias y amigos son dañadas profundamente cuando se sienten observados y señalados por vecinos y amigos a los que la condena mediática les taladra los oídos todos los días. Eso es injusto, perverso y deteriora a las personas.

En términos individuales, me la banqué con la mayor dignidad posible y con la tranquilidad que da la convicción más profunda y absoluta de que no estábamos en esta situación por haber cometido delitos, porque no los cometimos.

Lo que sí tenemos, y que nunca nos podrán quitar, es el orgullo de haber protagonizado un tiempo excepcional, de haber trabajado incansablemente en la gestión para dar todo tipo de respuestas y ser parte de ese tiempo que fue mucho mejor para todos.

Que arreglen ellos con sus psicólogos el trauma que Lacan lúcidamente señalaba como el fantasma neurótico por el goce del otro.

La mentira circula rápido y es ostentosa. La verdad nunca llega a tiempo, pero permite reparar las injusticias y el honor. Tengo plena confianza en que este juicio será una muestra contundente de ello y tengo también la esperanza que la disputa política no se judicialice nunca más.

(*) Ex Ministro de Cultura y Comunicación. La publicación la hizo en su perfil en la red social Facebook luego de que terminaran de alegar los fiscales en el juicio.