FEMICIDIO
El día después: justicia para Julieta Riera, ¿y ahora qué?
16/04/2021
La voz de la abogada Corina Beisel, representante de la familia de Julieta Riera, y una mirada en perspectiva sobre el juicio que condenó a Julián Christe a prisión perpetua por el femicidio de su pareja.
Sandra Miguez (*)
Corina Beisel, abogada querellante en el feminicidio de Julieta Riera, habló en el programa Dar la nota (Radio Nacional Paraná), un día después de conocido el veredicto del juicio popular que declarara a Jorge Julián Christe culpable por el feminicidio de su pareja, en un fallo unánime, y el juez Elvio Garzón le impusiera una pena de prisión perpetua en la Unidad Penal Número 1.
El caso, caratulado como “homicidio doblemente agravado por el vínculo, alevosía y en un contexto de violencia de género”, desnudó las agresiones que Julieta venía padeciendo por parte de Christe desde bastante tiempo antes de que ocurriera su feminicidio. Beisel enumeró esas distintas formas de violencias, “agresiones físicas, verbales, sexuales” y se refirió a “los hilos sutiles de la violencia”.
El día después del veredicto y la condena a prisión perpetua para Julián Christe, la letrada se pregunta: “¿Y ahora qué?”.
“Hoy como que me pegó el bajón, hoy arranqué el duelo”, dijo Beisel para dar cuenta de que al haber terminado el juicio y cumplido con el objetivo de justicia para Julieta, lo que queda es preguntarse “y ahora qué”.
La abogada tenía un vínculo con Julieta: la joven era amiga de su hija. “Si bien en el último tiempo habían perdido contacto, desde los 14 años ella (Julieta) venía a mi casa, se quedaba a dormir”, explica Beisel, quien reconoce que todo este tiempo estuvo ocupada en la tramitación del juicio, en buscar justicia, pero ahora que el juicio terminó, “se da un carpetazo y ya está, se pasa a otra historia”. Por eso dice que recién ahora puede comenzar el duelo.
“Es difícil. En el día de hoy, este viernes, me resulta muy difícil ser lo más profesional posible en este caso de Juli, y la pregunta que me hago es cómo puedo contribuir, desde mi humilde lugar, para ayudar a que no haya más Julietas”, sentencia.
La frase, que parece remanida, es la que surge insistentemente tras cada feminicidio. Es la expresión de deseo más concreta y cabal frente a la necesidad de cambiar las estructuras. Por eso Beisel habla sobre la responsabilidad de las personas que –como en su caso– están en contacto con los hechos de violencia todos los días: “Es mucho lo que podemos hacer. Pero también las personas que ahora tienen este deber y este privilegio de administrar justicia pueden hacer cosas cuando toman conocimiento de una situación de violencia, aunque sea mínima”.
Beisel también apela a la responsabilidad social, en el sentido que cada una y cada uno puede hacer las denuncias correspondientes frente a la mínima sospecha de violencia y evitar que se sigan reproduciendo prácticas violentas y se sigan registrando feminicidios en nuestro país. Aunque esa violencia sea considerada como “mínima”, dice Beisel, “no duden en denunciarlo, pueden hacerlo de manera anónima”, afirma reforzando los mecanismos de prevención, como la Línea 144, que brinda atención telefónica por casos de violencia de género durante las 24 horas, los 365 días del año, y es anónima, gratuita y nacional.
Hilos sutiles de la violencia
Beisel habla de los hilos que se tejen en torno de la violencia, esos hilos que se asemejan a los de una telaraña que se expanden hasta hacer que la víctima vaya perdiendo progresivamente contacto con la familia, con las y los amigos, con su entorno.
“Para las víctimas no es fácil contar”, señala respecto a la imposibilidad de denuncia que muchas veces tienen las víctimas cuando están en un círculo de violencia. La abogada explica que si bien Julieta no denunció a Christe, porque no pudo, “intentó pedir ayuda”, al contarle a una vecina y también a una hermana; enviándole mensajes a Ana María Stagnaro, la madre de Christe, en los que ponía de manifiesto la situación por la que estaba atravesando. “Sin embargo, todas las personas dijeron ‘no sé’, o esas excusas que se nos cruzan por la cabeza cuando alguna allegada, alguna compañera de trabajo o alguien conocida está sufriendo una situación y no sabe qué hacer”, indicó para ejemplificar los mecanismos que evitan hacernos cargo de lo que vamos conociendo.
“Es como que te van robando la vida de a poco”, le dijo una profesional de mediación penal del Superior Tribunal de Justicia (STJ), frase que para Beisel resulta muy significativa en relación con el aislamiento al que los violentos someten a sus víctimas, por eso advierte que “no hay que esperar que una mujer esté ‘presa’ o incomunicada”.
Y añade: “El que ejerce violencia lo hace de una manera tal que despliega hilos sutiles, psicológicos, de dominación y sometimiento, que hacen imposible que la mujer salga de esa situación sola”. Por eso instó a que las personas denuncien hechos de violencia, porque hay todo un proceso que tiene ciclos, en donde las víctimas pueden ir y venir, intentando salir de la situación, pero luego vuelven a quedar entrampadas por los manejos de dominación, y vuelven bajo falsas promesas, algo que quienes están en contacto con las víctimas identifican como la etapa de “la luna de miel”; todos esos componentes conforman el día a día de una mujer en situación de violencia.
Beisel reconoce situaciones más complejas que se dan cuando hay hijos, cuando la mujer no tiene dónde ir, cuando “la casa queda emplazada en medio de toda la familia del agresor”, cuando no tiene recursos para irse.
Por eso asegura que “es preciso movernos de esa posición de inmovilidad, de parálisis frente a la violencia de género, frente al dolor que le está pasando a una mujer”, dice quien fuera querellante en la causa por el feminicidio de Julieta Riera en representación de su familia y advierte que “la violencia es algo que se transmite y que si le pasa a una amiga, a una vecina, es algo que repercute en todas y todos, que nos atraviesa como sociedad y nos destruye”.
“Escuchamos todos los días que vivimos en una sociedad cada vez más violenta, pero qué hacemos para contribuir mínimamente con lo que podamos para que esa violencia disminuya”, se pregunta lanzando un dardo que puede impactar en cualquiera de nosotras y nosotros.
De allí que se entienda que la formación en perspectiva de género es un paso fundamental para no seguir reproduciendo estos esquemas que vuelven a poner el foco en las víctimas. Y aclara la abogada que hay muchas personas que ignoran qué es la perspectiva de género, cuál es el contenido y para qué sirve.
Basta señalar un ejemplo: el testimonio de un alto funcionario de la Policía de Entre Ríos que en el juicio oral, al hacer mención al departamento de Julián Christe lo describió como muy desordenado, desprolijo, abandonado, por eso, dicho funcionario policial, que tuvo oportunidad de entrevistar a la hermana de Julieta, le preguntó si Julieta era desordenada. “El departamento era de Christe, pero la desordenada era Julieta y la que tenía el deber de limpiarlo era solo Julieta”, dice no sin cierta ironía la abogada, para mostrar cómo operan los roles y estereotipos de género a la hora de juzgar el comportamiento de las mujeres.
“Es un ejemplo burdo de lo que pasó en este juicio oral y de cómo funciona la cabeza de muchas personas de nuestro cuerpo social”, señaló Beisel, quien no se cree exenta de estas operaciones, por eso manifiesta que todos los días lucha contra ese “enano mental que tengo en mi cabeza que me impone estereotipos de las cosas, de los roles, de lo que tiene que hacer cada una, cada uno; por eso lucho cada día para que este facho que tengo en mi cabeza no aflore y termine reproduciendo patrones o conductas que nos han impuesto por la cultura”.
“Se trata de deconstruirnos día a día”, explica, y añade que la perspectiva de género no es una ideología política ni es propiedad de un grupo político, sino que es “un concepto muy sencillo que tenemos que aplicar todos los días, que nos sirve para comprender cómo nos relacionamos los varones, las mujeres y las identidades disidentes, para entender las desigualdades que existen entre cada uno y cada una y ver qué podemos hacer, qué herramientas podemos utilizar para luchar contra esas desigualdades, para lograr equilibrarlas. La perspectiva de género es algo que se escuchó por primera vez en las convenciones internacionales en 1985 y vino para quedarse. Tenemos que trabajar entre todas, entre todos, para que esta realidad cambie de algún modo”.
(*) Periodista, escritora, docente e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Conduce los programas Y de repente de la noche (Radio Uner) y Dar la nota (Radio Nacional Paraná). Es autora del libro Crímenes menores (Azogue Libros, 2019), sobre la resistencia del Poder Judicial entrerriano a incorporar la perspectiva de género, a través del análisis del proceso de jury contra el juez Carlos Rossi.