GATILLO FÁCIL

Los peritos no pudieron determinar cómo mataron a Gabriel Gusmán, pero…

02/10/2020

El informe que recibieron los fiscales Juan Francisco Ramírez Montrull y Gonzalo Badano señala que “no es posible determinar en forma fehaciente la trayectoria del proyectil” que provocó la muerte de Gabriel Gusmán. Sin embargo, los peritos elaboraron algunas hipótesis que permitirían encasillar el hecho como un caso de gatillo fácil.

Los peritos no pudieron determinar cómo mataron a Gabriel Gusmán, pero…

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

La pericia clave que esperaban los fiscales para determinar la responsabilidad de dos policías en el asesinato de Gabriel Gusmán no arrojó resultados concluyentes; pero a pesar de ello echa luz sobre algunas de las circunstancias en que ocurrió el hecho.

El informe que los peritos entregaron a los fiscales Juan Francisco Ramírez Montrull y Gonzalo Badano señala que “no es posible determinar en forma fehaciente la trayectoria del proyectil” que provocó la muerte de Gabriel Gusmán, tampoco “la posición corporal y ubicación en la cual se encontraba el fallecido al momento de recibir el impacto” ni “la distancia de disparo y ubicación del autor de dicha detonación”.

Sin embargo, los peritos elaboraron algunas hipótesis que permitirían a los fiscales reconstruir lo que ocurrió el 25 de septiembre de 2018 en el barrio Capibá, en la zona este de la ciudad de Paraná, y encasillar el hecho como un caso de gatillo fácil.

Ese día se produjo un enfrentamiento entre bandas antagónicas en el barrio Capibá y, en respuesta al llamado de una vecina al 911, acudió un patrullero con los policías Rodrigo Molina y Diego Sebastián Íbalo a bordo, e inmediatamente aquellos que se enfrentaban a tiros se dispersaron. Entre ellos, Gabriel Gusmán.

De acuerdo con el relato de algunos testigos, el joven corrió, atravesó un descampado y se metió en baldío. Hay quienes aseguran que en su huida efectuó disparos contra el móvil policial. Tres tiros, dijo una testigo. Los policías lo persiguieron y el joven, mientras corría, iba recargando el arma, agregó. Hasta que llegaron al baldío y los policías le dieron la voz de alto y, al verse cercado, el joven se detuvo y levantó los brazos.

Todos los testigos que han declarado en la investigación penal preparatoria distinguen el enfrentamiento entre las dos bandas antagónicas de la persecución policial posterior, pero los peritos no arribaron a conclusiones definitivas: “Respecto de la reconstrucción mecánica del enfrentamiento armado acaecido, no es posible establecerla en forma fehaciente y categórica debido a que no se cuenta con elementos que indiquen cómo se efectuó la dinámica del hecho, como ser: planimetría a escala del lugar del hecho, posicionando todos aquellos indicios de interés, como las vainas, el occiso, etcétera, lo que permitiría tener una mejor relación de dimensión y ubicación de todos los elementos, sin tener que especular al momento de recrear la escena”.

Sin embargo, los peritos esbozaron algunas hipótesis que, de alguna manera, permiten abonar la teoría del gatillo fácil, al advertir que el joven tenía un disparo que ingresó por encima de la oreja, con trayectoria de atrás hacia adelante y levemente de abajo hacia arriba.

Los peritos consignaron en el informe “la ubicación de Gabriel Gusmán, al momento del impacto, delante de la boca del cañón, a larga distancia, hipotéticamente de izquierda a derecha, mirando hacia adelante” y señalaron que “el cuerpo (estaba) en movimiento perpendicular al piso” e hicieron hincapié en que el joven cayó de rodillas, por las lesiones que se detectaron en la autopsia.

Estimaron además que el disparo se efectuó a larga distancia, pero no trazaron ninguna hipótesis sobre la responsabilidad de Molina e Íbalo, aunque advirtieron que la ubicación del autor al momento de efectuar la detonación “se encuentra relacionada a las inmediaciones de donde se ubica la vaina servida” y señalaron que “se encontraría levemente agazapado o de pie (…) a una distancia aproximadamente de 49,26 metros”.

El informe aclaró que “para verificar la trayectoria de los proyectiles disparados y su posible manera de ingreso en la lesión constatada, no es posible establecer la trayectoria externa, al no contar con accidente balísticos externos (en pisos, paredes, estudio del proyectil, de contar con él) que guarden relación con la lesión examinada”.

Para resolver ese intríngulis, los fiscales deberán apoyarse en los testigos, y entonces cobra relevancia el testimonio de quienes aseguran que cuando arribó el móvil policial, el que describen como “el más bajito y morocho”, que sería Molina, se bajó del patrullero, corrió, se afirmó sobre un poste ubicado en el lado izquierdo del terreno, apoyó una rodilla en el piso como en posición de tiro, apuntó y disparó.

Los fiscales deberán resolver ahora sobre las dos teorías del caso: ¿se trató de un enfrentamiento en el que los policías respondieron a una agresión a tiros y, en ese caso, actuaron en legítima defensa? ¿O bien, los policías le dispararon deliberadamente por la espalda al joven?