JUSTICIA EN LLAMAS

El coronavirus puso la interna de tribunales al rojo vivo

22/04/2020

La discusión sobre cómo debe funcionar el servicio de justicia durante la pandemia expuso, como nunca antes, las internas feroces que anidan dentro del palacio de tribunales. Jueces contra jueces, la asociación de magistrados contra los supremos, jueces y empleados contra abogados. Todos contra todos. Y un no dicho: los salarios impagos.

El coronavirus puso la interna de tribunales al rojo vivo

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

Desde hace largo tiempo no se veían disputas tan encarnizadas como las que vienen protagonizando los vecinos del country por el modo en que debe desarrollarse la tarea judicial en tiempos de pandemia.

En el mundo de los cortesanos aseguran que no hay nada nuevo en esta pelea que expuso el coronavirus (COVID-19), sino que afloran internas de antaño e imposibles de entender sin anudar a un contexto político; pero no deja de llamar la atención que esta vez la disputa palaciega haya quedado tan expuesta ante la luz pública.

En la superficie asoma un contrapunto respecto de cómo hacer funcionar el servicio de justicia mientras dure la pandemia, con dos posturas bien definidas: por un lado, aquellos que pretenden que haya presencia en los tribunales de magistrados, funcionarios y empleados en cada organismo, incluidas las áreas administrativas, como viene funcionando ahora el Poder Judicial; por el otro, los que pretenden un receso judicial extraordinario, con prestación mínima y suspensión de los plazos procesales y administrativos, es decir, imponer una parálisis casi total. La decisión salió en una cerradísima votación, y es pronto aún para saber hacia donde salpicarán las esquirlas de esa controversia.

De este lado se cuenta también al gremio de los trabajadores y al gremio de los jueces, incluso con reproches al Superior Tribunal de Justicia (STJ) porque, dicen los magistrados, “son muy dispares las condiciones en las que se presta el servicio de justicia en nuestra provincia” e incluso “en algunas jurisdicciones no se habían recibido las partidas presupuestarias para la adquisición de material de limpieza, ni aportado los elementos que asegurasen una adecuada protección”, ni barbijos, ni guantes ni capacitación para la manipulación de los expedientes en papel, muy lejos de lo que aseguran los supremos.

El gremio de los abogados también evidenció las grietas de los tribunales. El pedido al gobernador para que gestione la apertura plena de la actividad, que se facilite “el acceso irrestricto a la justicia” y se habilite la libre circulación de abogados, agregó malestar a los supremos, por haberlos salteado en el pedido. No menos molestia generó que Gustavo Bordet dijera en una entrevista radial que “el servicio de justicia tiene que funcionar” y adelantara que había elevado una propuesta en ese sentido al jefe de gabinete.

“El Colegio de Abogados será responsable si algún empleado de tribunales se contagia”, llegó a decir algún vocal en un estallido de furia. El dislate devela el clima que se vive en el country.

Entre tanto fuego cruzado, el STJ anunció que había tenido que activar el protocolo de coronavirus en la alcaidía de tribunales porque un detenido había presentado síntomas compatibles con la enfermedad. Horas después el caso fue descartado. Pero al día siguiente, la ministra Rosario Romero desmintió la información oficial, dijo que “la noticia no era cierta” y que “no hubo una situación de alarma ni activación del protocolo”, algo que confirmó el Comité de Emergencia Sanitaria del Ministerio de Salud. Evidentemente, alguien mintió, la pregunta es por qué.

Para colmo, el STJ, que en un principio había intentado bajar los decibeles proponiendo la modalidad de teletrabajo y la realización de audiencias por videoconferencia, recibió otro cachetazo. La Asociación de la Magistratura y la Función Judicial de Entre Ríos le respondió que “la modalidad de teletrabajo, si bien tal vez pueda haber resultado útil en algunos casos, no puede ser impuesta ni eficazmente desarrollada si, correlativamente, no se establecen sistemas para que quienes deban cumplirlo cuenten con las condiciones indispensables a tal fin”.

En definitiva, la pandemia vino a exponer una demorada necesidad de despapelizar la actividad judicial, lo que permitiría ahorrar toneladas de papeles, con una ganancia ambiental, y principalmente un acortamiento de los plazos para la resolución de conflictos. El sistema penal ha avanzado en ese sentido; pero algunos fueros mantienen los expedientes cosidos. Una anacronía que exige la presencia de los operadores judiciales delante del expediente para poder cumplir su función.

El egoísmo también conspiró contra la modalidad de teletrabajo: de trescientos funcionarios judiciales habilitados para realizar esta modalidad de trabajo –por propia inscripción–, apenas un tercio registró acceso diario al sistema informático.

Incluso hubo jueces penales que llevaron sus quejas al STJ porque en las primeras semanas de cuarentena, mientras estuvo vigente el receso judicial extraordinario, debieron resolver casi todos los recursos de amparo, ante la ausencia de magistrados de los otros fueros, que brillaron por su ausencia en los tribunales.

Claro que también hay no dichos en el discurso.

Hay un malestar unánime entre los vecinos del country porque hasta el día de hoy no han terminado de cobrar sus salarios. Lejos de ello. El Gobierno estableció topes y en el caso de los miembros del Poder Judicial, como otros funcionarios, han cobrado hasta 155.000 pesos. Este viernes se completaría el pago. Nadie lo ha dicho abiertamente, pero eso también contribuye al desgano.

De hecho, esta situación volvería abstracto el recorte voluntario de salarios que anunciaron jueces, fiscales y defensores para el mes de abril. Aquí, permítase una digresión: los jefes de los ministerios públicos se negaron a brindar detalles de quiénes habían adherido al “aporte individual voluntario”, ante un pedido de acceso a la información pública que hizo Página Judicial. El STJ no ha dado respuesta a la misma requisitoria.

Así están las cosas en el country, con las internas a flor de piel, como otras veces, solo que esta vez, a la vista de todos.

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