CORRUPCIÓN EN LA RUTA

Condenaron a tres gendarmes coimeros

21/02/2020

El Tribunal Oral Federal de Paraná, con una composición alternativa, condenó a tres gendarmes que cobraban coimas en controles de ruta. No irán a la cárcel pero serán expulsados de la fuerza. Las comunicaciones que revelaron una práctica habitual.

Condenaron a tres gendarmes coimeros

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

Tres gendarmes fueron condenados por un insólito pedido de coima a un camionero de nacionalidad chilena que circulaba por rutas entrerrianas. Lo irrisorio del caso es que pretendieron cobrarle una suerte de “peaje” en lugar de que el chofer pagara una multa, pero como no tenía dinero literalmente lo asaltaron y le sustrajeron ¡85 pesos!

El Tribunal Oral Federal de Paraná, con una composición alternativa, les impuso a los gendarmes penas de dos años de prisión condicional e inhabilitación absoluta y perpetua para ejercer cargos públicos –como había solicitado el fiscal José Ignacio Candioti–.

Los gendarmes Ángel Daniel Acuña, Juan Martín Franco y Fabio Daniel Saldivia, integrantes del Grupo Seguridad Núcleo, dependiente de la Sección Seguridad Vial del Escuadrón 6 “Concepción del Uruguay”, fueron condenados por el delito de concusiones, es decir, exigir el pago de una suma de dinero abusando de su condición de funcionario público y utilizar lo obtenido en su propio beneficio.

En el año 2014 los tres gendarmes habían sido absueltos porque el tribunal declaró la nulidad del procedimiento iniciado a raíz de una denuncia del camionero de nacionalidad chilena. Ese fallo fue apelado y la Cámara Federal de Casación Penal ordenó realizar un nuevo juicio, que ahora terminó en condena.

La historia remite al 15 de agosto de 2010, cuando Manuel Figueroa Salinas, de nacionalidad chilena, conducía un camión cargado con fardos de celulosa desde Santiago hasta Montevideo, Uruguay. A las 21.30 llegó al puesto de Gendarmería en el cruce de la Autovía 14 y la ruta provincial 39, en el acceso a Concepción del Uruguay.

Los gendarmes le hicieron señas para que se detenga y uno de ellos, luego se supo que era Franco, le hizo notar que el tacógrafo no tenía el disco que registra la velocidad a la que circula el camión.

Hasta aquí, el relato de los hechos coincide entre lo que declaró el camionero y el descargo que hicieron los gendarmes.

El camionero diría luego que el gendarme le explicó que la multa le costaría 900 pesos, pero que se podría arreglar de otra forma. El chofer le mostró que tenía solo 85 pesos en su billetera. El agente se los manoteó y hasta se metió en la cabina para quedarse con un billete de 50 pesos que se había caído entre sus piernas. Y después lo dejó seguir:
–Listo, Chile, anda nomás –le dijo con sorna.

El camionero diría luego que cuando se iba alcanzó a escuchar el nombre de “Acuña”.

Al llegar al siguiente puesto, en el cruce fronterizo Colón-Paysandú, denunció lo que le había ocurrido, primero ante un alférez y luego ante el jefe del puesto, Alberto Farías.

La investigación dejó al descubierto lo que parece era una práctica habitual entre los gendarmes, que incluso se jactaban de sus hazañas en los mensajes de texto que cambiaban entre ellos.
–Está pobre la bocha, yo llevo 400 y ya me retiro –le contó Franco a Saldivia, que estaba en otro puesto caminero, a pocos kilómetros.
Y otra comunicación involucró también a Acuña:
–¿Ya le enseñaste a Acuña? –preguntó pícaramente Franco.
–Jaja, maso, pero le falta –le respondió Saldivia.

Los gendarmes dijeron en su defensa que estaban bromeando; pero cuando requisaron a Franco le encontraron… ¡400 pesos! en billetes enrollados; y Acuña tenía… ¡un billete de 50 pesos! en un bolsillo del pantalón. Franco también tenía un galón con el nombre de otro agente y que habría utilizado para ocultar su identidad, dado que esa noche ni siquiera debía estar esa noche controlando en el puesto caminero.

Ahora, condenados, los gendarmes seguramente serán expulsados de la fuerza.