NARCOTRÁFICO
Se suspendió el juicio al padre de Celis
16/01/2020
Eduardo Ramón Celis padece una grave enfermedad que le impide estar en juicio. Estaba acusado como asistente de la organización, ya que se presume que colaboraba en la intermediación con los proveedores y realizaba los pagos de la droga que adquiría la banda.
Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
El Tribunal Oral Federal de Paraná decretó la suspensión definitiva del proceso contra Eduardo Ramón Celis, acusado de integrar la organización narcocriminal que encabezaba su hijo, Daniel Celis.
Un informe médico determinó que Eduardo Ramón Celis, de 65 años, padece cáncer en las cuerdas vocales, recientemente se le practicó una traqueotomía y está impedido de hablar, por lo que el tribunal consideró que esa circunstancia “complica el pleno ejercicio de su derecho de defensa” y “constituye un obstáculo insalvable para estar en juicio”.
Por ese motivo se decretó la suspensión del proceso –lo había solicitado su defensa y fue consentido por el fiscal– y se dispuso su excarcelación, con la salvedad de que debe permanecer en su domicilio por las noches, no puede consumir bebidas alcohólicas ni drogas, tampoco podrá relacionarse con personas vinculadas con el narcotráfico y deberá presentarse una vez al mes ante la Policía Federal.
Eduardo Ramón Celis es el padre de Daniel y Miguel Ángel Celis, recientemente condenados como organizadores y financiadores de actividades de narcotráfico en distintos barrios de la ciudad de Paraná. Otro de sus hijos, también de nombre Eduardo, apodado Cholo, fue igualmente condenado.
En su caso, estaba acusado como asistente de la organización, ya que se presume que colaboraba en la intermediación con los proveedores, realizaba los pagos en efectivo de la marihuana que adquiría la banda para luego vender al menudeo e incluso en algunas ocasiones viajaba a otras provincias a concretar esas transacciones.
La acusación surge de las escuchas telefónicas donde sus hijos lo señalan como intermediario ante sus proveedores para el pago de la droga:
–Está yendo mi viejo para allá ahora, sale ahora a la una y llega a las siete, mañana… –le dice Miguel Ángel Celis a una persona que sería proveedor de la organización.
–¿A las siete? –le contesta alguien, al otro lado de la línea, en la provincia de Córdoba.
–Ajá…
–¿A la terminal? ¿En cuál, la nueva o la vieja?
–No, ni idea, él te va a llamar…
–Ah, bueno, dale, decile que me mande WhatsApp.
–Ajá, dale, dale, yo le digo ahora.
También se detectaron mensajes de texto de Daniel Celis coordinando un transporte de marihuana con un proveedor en la ciudad de Corrientes y que concluye con el narcotraficante paranaense enviándole el número de teléfono de su padre para que ellos terminen de acordar las cuestiones operativas.
En otra ocasión, a Tavi Celis le quedó el teléfono abierto con el contestador automático del número al que había llamado y así se registraron anécdotas sobre un traslado de marihuana del que habría participado su padre:
–Se había quedado la camioneta en Córdoba, la camioneta que iba cargada con quinientos, ¿viste? Reventó una cubierta. Era un día de lluvia, agarró un charco, reventó la cubierta y se fue afuera. Se había enterrado y el vago no podía sacar la rueda de auxilio. A doscientos kilómetros de Paraná, pasando San Francisco, ¿viste? El Gordo Plástico iba de punta, acá había quedado la Amarok cargada y el Gordo había quedado allá, por mirar la Amarok, se fue afuera, los dos autos en la punta y la bomba… Fui, lo saqué a mi viejo primero y después lo saque al Gordo Plástico –cuenta Celis entre risas.
Se infiere que su padre era quien transportaba los quinientos kilos de una sustancia que sería marihuana, y el Gordo Plástico al que alude Celis es Rodolfo Martínez, otro narcotraficante condenado.