ANTISEMITISMO

Una banda nazi suelta en Paraná

02/08/2019

La justicia condenó recientemente a cuatro personas que confesaron que haber realizado pintadas tendientes a “expandir la doctrina nazi”. Sin embargo, el hecho dejó al descubierto el funcionamiento de una “incipiente organización” que se ocupaba de propagar el odio religioso.

Una banda nazi suelta en Paraná

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

 

Hay en Paraná una banda nazi que actúa desde hace varios años; un grupo de adoradores de la bandera con la esvástica negra, girada en cuarenta y cinco grados, dentro de un círculo blanco sobre un fondo rojo; personas que realizan pintadas con la simbología nazi y planifican ataques a personas por su ideología o religión.

Ese tipo de acciones de intolerancia ocurren en Paraná, esporádicamente, y los perpetradores son grupos de jóvenes fascinados por la imaginería nazi.

Recientemente, el Tribunal Oral Federal de Paraná condenó en un juicio abreviado a cuatro personas que confesaron que haber realizado pintadas tendientes a “expandir la doctrina nazi” y haber proferido amenazas a un dirigente de la comunidad judía. Yanina Belén Cufré, Ángel Esteban Alegro, Sebastián Exequiel Bovolini y José Yamil Abdala recibieron penas de prisión condicional (no efectiva) y, además, deberán realizar un curso de concientización sobre la discriminación y el Holocausto.

Sieg Heil es un grito que aún hoy surge en tertulias de grupos neonazis, en forma de saludo y con el brazo en alto, o en pintadas. La traducción literal es “salve victoria” y era común escucharla en discursos del propio Adolf Hitler durante el apogeo nazi. Esa y otras expresiones aparecieron el 29 de febrero de 2016 en el Parque Berduc. “Seig Heil”, “Heil Hitler”, “fucking juden”, decía en el tanque de agua, en un portón del gimnasio, en las paredes de los baños y en los laterales de las canchas de paddle. También había esvásticas pintadas.

En la Comisaría Octava se recibió un alerta telefónico anónimo en forma tardía, a las 12.12 de esa noche, y los policías solo llegaron a constatar las pintadas.

No se sabe por qué uno de los adoradores de la esvástica, Abdala, decidió delatar que la banda estaba organizando una nueva acción en el Parque Berduc, que se concretaría unas semanas después, el 9 de abril. Pero lo cierto es que lo hizo.

Era una madrugada lluviosa y policías de la Dirección de Investigaciones vieron cuando Abdala y Alegro ingresaban al predio, saltando una reja, para efectuar las pintadas antisemitas; mientras Cufré y Bovolini se alejaban caminando por calle Salta en sentido hacia calle Nogoyá, donde fueron interceptados. La chica tenía en su cartera un aerosol de secado rápido. A los pocos minutos, Abdala y Alegro fueron detenidos en el momento en que salían del parque. Tenían las manos manchadas con pintura verde. En una de las paredes laterales de la cancha de paddle habían escrito: “Para Diego D.”, una esvástica y una estrella de David tachada con una cruz. Con pintura verde.

El tribunal dispuso la condena a dos años de prisión condicional para Bovolini y Alegro, y un año de prisión condicional para Abdala y Cufré, por las amenazas a Dlugovitzky, el daño que provocaron las pintadas en el Parque Berduc y la realización de propaganda basada en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un grupo de personas de determinada religión, origen étnico o color, que tengan por objeto la justificación o promoción de la discriminación racial o religiosa en cualquier forma, previsto en la ley nacional antidiscriminación. En el caso de Abdala, se le redujo la pena porque, como se dijo, avisó a la Policía que la banda realizaría la segunda pintada, que él mismo escribió, en el Parque Berduc.

Precisamente Abdala había sido noticia cuatro años antes, en 2012, cuando a él y otras dos personas les prohibieron ingresar a la tradicional fiesta de disfraces de Paraná porque llevaban puesto un atuendo nazi.

El hecho tomó trascendencia pública gracias a que el periodista Pablo Bizai tomó una fotografía con su teléfono celular y la publicó en la red social Facebook. La imagen fue replicada en varios otros muros con consignas de rechazo al “disfraz” o, en todo caso, a la ostentación de símbolos inequívocamente ligados al nazismo.

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A los pocos días, el también periodista Jorge Riani les puso nombre a los jóvenes que aparecían vestidos con el atuendo nazi. Abdala es quien está en el centro de la fotografía y Ezequiel Hermosid es el más alto de los tres, con la cabeza rapada y barba candado.

El episodio motivó una denuncia de la filial local de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) por la posible comisión del delito estipulado en la Ley Número 23.592, que penaliza los actos discriminatorios. Lo que decía aquella denuncia, y que cabe para el caso por el que fueron condenados, es que la sola exhibición de simbología nazi o la mera proclamación de los postulados del nazismo “implican un acto de discriminación y xenófobo, sin necesidad de esperar alguna acción que lo acompañe”.

La denuncia mencionaba también que unos meses antes se había producido una especie de volanteada, en inmediaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y en otros sectores de la ciudad, con volantes que tenían tres fotos de Hitler y la leyenda “20 de abril de 1889. Feliz cumpleaños Mein Fürher”. Esos volantes, dice la denuncia, habrían sido elaborados por un joven que trabajaba en el área de depósito del Iosper, donde también desarrollaba tareas Abdala en esa época. Sin embargo, la causa judicial que tramitó por ese episodio se archivó.

Los cuatro jinetes del odio

La condena que ahora recibieron Abdala, Alegro, Cufré y Bovolini es inédita, y reveladora a la vez, porque se pudo determinar que los cuatro jóvenes actuaban como miembros de una “incipiente organización (…) si bien embrionaria, no por ello menos alarmante”, a través de la cual se articulaba la ejecución de distintas acciones de propaganda e intimidación a dirigentes de la comunidad judía y referentes sociales, como el periodista Riani, por ejemplo.

Eso quedó evidenciado en una comunicación entre Alegro y Cufré, en los días previos a las pintadas en el Parque Berduc, en la que mencionan a Diego Dlugovitzky, entonces presidente de la DAIA Filial Paraná. Alegro lamenta no conocer su domicilio para proferirle “una apretada con Yamil” (Abdala), a lo que Cufré contesta que “es afiliado al PJ” y que posiblemente conseguiría su número de DNI. Más adelante, Alegro insiste en “apretarlo” y menciona que lo encontrarían “en un container picado en pedazos; a él y a Allende” (sic), de quien no dan más referencias.

“Es evidente que Dlugovitzky recibió amenazas”, consignó la jueza Lilia Carnero, y a tal punto fue así que el dirigente tenía custodia policial, “tomaba ciertos recaudos a la hora de atender el teléfono, a la hora de recibir gente en casa o cuando mis hijos tienen que moverse dentro de la ciudad”, según dijo, y hasta pensó en renunciar a su cargo en la DAIA por la angustia que le generó el hecho, admitió.

La organización interna de la banda era tal que estaba establecido quién compraba los aerosoles, los colores que utilizarían en cada acción –en un caso hicieron pintadas en tonos que describían como “verde Falcon”–, quién disponía de ellos y hasta quién realizaba las tareas de inteligencia sobre los domicilios y las personas que serían objeto de amenazas; e incluso surge de las comunicaciones entre ellos la desconfianza de algunos de los miembros en el resto. Todo ello se pudo corroborar del análisis de mensajes de texto que se intercambiaban los condenados, entre ellos y con otras personas.

En otra comunicación, Abdala y Alegro mencionan a un tal Basto como alguien que estaba al tanto de las acciones que desarrollaba el grupo, e incluso habría participado de algunas de ellas:
Basto no lo quiere a Bovolini… este Sebastián, a pesar de que no es un 100 por ciento, medianamente creo que se puede confiar en él… De última, el que lo presentó fuiste vos… jajaja. Te voy a matar –le espetó Abdala.
–Quedate tranqui… lo de la pintada la otra vez lo propuso él –respondió Alegro en referencia, presumiblemente, a las acciones del 29 de febrero de 2016.

Finalmente quien delató las acciones que realizaba la banda y dio los nombres de sus miembros fue Abdala. Fue él quien le dijo a la Policía el día y la hora en que harían las pintadas, quiénes intervendrían y dio detalles precisos del hecho anterior.

El quinto elemento

La duda que deja esta historia es quién es el enigmático personaje apodado Basto.

Pues bien, aquí una aproximación.

Luego de que se difundiera la imagen de las tres personas vestidas con el uniforme nazi, Bizai y Riani fueron duramente increpados y amenazados con presentación de abogados y un pedido de disculpas desde un perfil de Facebook identificado como “Power Basto”.

Cuenta Riani que como la respuesta fue negativa, en ambos casos, el usuario del perfil insistió y luego se llamó a silencio, no sin antes advertir que conocía sus movimientos.

Entonces “Power Basto” cambió el nombre de su perfil en la red social y pasó a llamarse “Heydrich Reinhard”, como el jerarca nazi de la temible SS, líder de la Gestapo en 1936 y conocido entre sus propios camaradas como “la bestia rubia”; quien presidió la Conferencia de Wannsee, el 20 de enero de 1942, donde el nazismo decidió la ejecución del Holocausto, con millones de muertes, especialmente en la población judía de la Europa tomada por Hitler durante la segunda guerra mundial.

El perfil de Facebook de “Heydrich Reinhard” llevaba una foto invertida en colores, pero al llevarla a los colores originales se advertía que era precisamente el más alto de los tres hombres con el atuendo nazi.

Hermosid, sin embargo, no quedó implicado en la investigación por las pintadas.

El tribunal que condenó a los cuatro jóvenes expuso que el caso expone peligrosamente una vertiente de odio. “La tragedia genocida vuelve a vislumbrarse, no en clave de comedia, como suele repetirse la historia, sino que otra vez reverbera la tragedia, porque la historia muestra que el acoso, la propaganda y amenazas discriminatorias precedieron a la persecución, sumisión y asesinato en masa de personas que pertenecían a ciertas tradiciones nacionales o religiosas, locura perpetrada por el régimen nazi liderado por Adolf Hitler. Precisamente esa efervescencia maliciosa y clandestina es lo que procura neutralizar la ley”, concluyó la jueza Carnero.