NARCOTRÁFICO

El día que la pareja de Celis llevó seis kilos de cocaína al Palacio Municipal

28/06/2018

Luciana Lemos hizo una extensa y puntillosa declaración en la que aseguró que había un acuerdo comercial entre el intendente Sergio Varisco y el narcotraficante Daniel Celis y comprometió seriamente a varios funcionarios. Mencionó dos ocasiones en las que dejó cocaína en oficinas del Palacio Municipal. “Las veces que llevé droga al municipio se la entregué a Pablo Hernández y Griselda Bordeira”, dijo en su indagatoria.

El día que la pareja de Celis llevó seis kilos de cocaína al Palacio Municipal

Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial

Hubo un día, no mucho tiempo atrás, en que Luciana Ernestina Lemos atravesó casi toda la ciudad cargando una mochila con seis kilos de cocaína que debía entregarle al concejal Pablo Hernández y a la ex funcionaria Griselda Bordeira.

La escena que parece extraída de una película la contó la propia Lemos, pareja de Daniel Tavi Celis, en la declaración que dio hace unos días ante el juez Leandro Ríos, en el marco de la causa donde se investigan las presuntas vinculaciones del intendente Sergio Varisco con una banda de narcotraficantes.

Lemos tenía la droga en su casa y eso a Celis lo inquietaba. “Era lo que yo tenía ahí y que ellos no lo buscaban. Entonces Daniel me dijo que se los llevara a la Municipalidad y yo fui con la mochila; fui directo a la oficina de Bordeira y ella me dijo que qué hacía ahí. Estaba enojada. Yo tenía todo en la mochila. Entonces Bordeira bajó a la oficina de Pablo Hernández, salieron todos lo que estaban en la oficina, me hicieron pasar y quedamos Bordeira y yo. Saqué las cosas de mi mochila y le dije que yo con eso a mi casa no volvía. Ella se enojó porque se lo había llevado ahí y se lo dejé”, detalló Lemos, que incluso fue más allá y contó que Bordeira le había adelantado 200.000 pesos por esa droga.

En una extensa y puntillosa indagatoria, Luciana Lemos contó en qué consistía el acuerdo comercial que implicaba la utilización de fondos públicos para financiar al narcotráfico y reconstruyó los detalles de una relación que fue reconfigurándose en el tiempo entre funcionarios municipales y la organización narcocriminal liderada por Celis.

“Las veces que llevé droga al municipio se la entregué a Pablo Hernández y Bordeira”, aseguró la mujer en un tramo de su declaración.

Contó además que aquella no fue la primera vez que llevaba droga al Palacio Municipal. El 1 de diciembre de 2017 hizo un intercambio con otro funcionario: “Le llevé un ladrillo de cocaína a Pablo Hernández y me lo pagó ahí, en su oficina de la Municipalidad”.

En esa declaración también reveló el significado de las anotaciones que hizo en los cuadernos que los policías federales secuestraron en su casa el 2 de mayo. Contó que Celis le había dado “órdenes expresas de que no anotara los nombres” y por eso se utilizaban apodos: “Amigo X es Bordeira; Nacho es Varisco; Daniel es Hernández y Chino es Gainza”, aseguró.

Lemos asegura que “Nacho” es Varisco y describe las órdenes que Celis le daba al respecto: “Cuando me decía que iban los de ‘Nacho’ a buscar, que es la gente de Varisco, iba un hombre alto, de tatuaje en los dos brazos, lleno de barba, pelo negro corto, lacio, y de piel blanca, que yo sabía que iba de parte de Varisco porque ‘Nacho’ era Varisco”.

Según dijo, “Gainza solo compró una vez”. Habría sido en los días posteriores al 20 de abril. Sin embargo, aclaró que nunca lo vio ni tuvo contacto personal ni telefónico con el concejal. “Yo nunca le entregué ni droga ni plata directamente a Gainza, ni tampoco Emanuel me entregó plata a mí. Nunca traté con él. Todo lo que anoté respecto de Gainza, fue por lo que me decía Daniel”, aseguró. En el cuaderno, como se dijo, Gainza estaba identificado como “Chino”.

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Esta versión que aportó Lemos no solo contradice a la que antes había dado Celis, pretendiendo exculpar a Varisco, Hernández y Bordeira del negocio del narcotráfico, sino que por el contrario los ubica en un rol fundamental.

De hecho, estos datos motivaron los allanamientos, el secuestro del teléfono celular de Gainza, la suspensión de la declaración testimonial que debía prestar este miércoles y motivarán, seguramente, su imputación por vínculos con el narcotráfico.

La conexión peruana

La que habla es una mujer que se encuentra detenida por delitos de narcotráfico; pero más allá de los nombres propios, sus palabras permiten reconstruir la estructura de la organización encabezada por Tavi Celis y la dimensión del acuerdo político con Varisco.

Según su relato, Celis estableció contacto con una organización peruana encabezada por un tal Johan, que tenía su base de operaciones en la villa 1-11-14 de la Ciudad de Buenos Aires, a través de un tal Brian, que podría ser Dardington Jiménez Sánchez, recientemente condenado por el contrabando del mayor cargamento de éxtasis del país, incautado en la Aduana Paraná a mediados del año 2016.

En septiembre de 2017, dice Lemos, Celis compró cinco kilos de cocaína, “y desde ahí fue en aumento”. Contó que “traían todas las semanas quince kilos y una vez bajaron veinte kilos de cocaína”. La droga llegaba en colectivo y las mulas, generalmente, eran mujeres o un ciudadano de nacionalidad peruana de estrecha confianza del proveedor, llamado Wilber Figueroa Lagos.

En alguna ocasión el propio Johan estuvo en Paraná y se alojó en el Hotel Howard Johnson Mayorazgo, contó Lemos.

“Celis me decía a quién le tenía que dar, quién la buscaba y me decía que no anotara nada, pero yo anotaba igual porque después me hacía problema y me reclamaba. Por ejemplo, una vez faltó plata, Johan no quería reconocerle a Celis, Celis me reclamaba a mí, y entre los dos, Johan y Celis, querían que yo pagara la plata, entonces mandan a Wilber para que se quedara en mi casa hasta que yo pague la plata”, reseñó.

A principios de este año hubo otro problema: a Celis le robaron un cargamento de quince kilos de cocaína en Santa Fe y lo apuñalaron en la cárcel. El responsable sería otro narcotraficante identificado como Dante Sosa.

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Según Lemos, ese episodio le generó una deuda con el proveedor peruano. “Celis me dijo que yo tenía que seguir trabajando para pagar la deuda de los quince kilos y seguíamos vendiendo eso hasta que llego la Policía” el 2 de mayo, contó la mujer.

“Ellos buscaban doce kilos, ese día eran doce kilos, yo no los vi porque Wilber llegó ese día a la casa de Cholo (Eduardo Celis, hermano de Tavi) con la mercadería, y cuando me llamó Celis para que fuera a controlar la mercadería porque siempre faltaba, yo no fui porque hacía frío y llovía (…) Yo no sabía dónde Cholo guardaba, lo tenía que llamar a Nahuel (Celis, sobrino de Tavi) para que me llevara al lugar y nunca lo llamé. Lo llamé cuando los chicos ya estaban en casa y querían las cosas; entonces Nahuel me trajo los tres kilos y con los otros nueve no sé qué pasó”, agregó más adelante.

El acuerdo incumplido

Cuando en mayo de 2017, policías federales irrumpieron en un campo en el momento en que integrantes de la banda de Celis descargaban más de trescientos kilos de marihuana de una avioneta, el juez Ríos advirtió que Varisco y el jefe narco tenían “diversos acuerdos políticos, entendidos como pactos de confianza” mediante los cuales Celis logró la incorporación a la estructura de la Municipalidad de personas que formaban parte de su organización.

La relación, según Lemos, se gestó en el año 2011, cuando Celis aportó dinero a la campaña proselitista, pero después “Varisco se borró y no le dio la plata a Daniel”. En ese momento, siempre de acuerdo a los dichos de Lemos, “el único que le dio plata a Daniel fue (…) Fabián Rogel (…) habrán sido como 30.000 pesos (…) Varisco le quedó debiendo mucho más”, aseguró.

Varisco y Celis se reencontraron en 2015, a instancias de Pablo Hernández, y con el ingreso de nuevos actores. El acuerdo se gestó una noche incierta en la casa de Celis, adonde Varisco y Hernández llevaban horas esperándolo. “Ahí arreglaron para la campaña de 2015. Yo llegue a esa conversación luego de acostar a los chicos, y veo que Daniel Celis le dio dinero a Varisco para que se compre zapatos y ropa para que hiciera la campaña junto a Celis bien vestido, porque todavía tenía los zapatos viejos”, recordó.

Ese acuerdo, según dice el juez, establecía que Celis haría aportes para la campaña a cambio de cuarenta contratos para allegados, la designación de personas de su confianza a cargo de la Unidad Municipal 2 Oeste –uno de ellos era Hernán Rivero– y la asignación de obras públicas a una empresa constructora que tenía Cristian Javier Silva, un hombre de estrecha confianza del jefe narco.

La propia Lemos se benefició con ese acuerdo: “Yo era empleada municipal desde octubre de 2016. Entré porque eran los contratos que le tenían que dar a Celis (…) porque puso mucha plata en la campaña y como Varisco no se la devolvía le dio contratos (…) Nunca me dieron un lugar donde trabajar; siempre cobré pero nunca trabajé”, dijo.

Sin embargo, la relación entre ellos siempre fue tensa por la desconfianza que Celis tenía respecto de Varisco. Hay un episodio que es revelador y así lo cuenta Lemos: “Recuerdo que un día estaba tomando mate con Celis y Hernández le manda un mensaje de texto a Celis diciéndole que Varisco decía que mandara toda su gente pero que él no se presentara, por las cámaras y fotos. Ahí Daniel explotó, estalló y dijo que lo iba a matar, que qué se creía. Ese mismo día llega Varisco a casa (…) entró a la pieza y discutieron fuerte. Celis tenía una pistola en la mano. Yo me puse mal, me desmayé y terminé internada tres días en la Clínica España. No lo mató a Varisco porque yo me desmayé y me tuvo que llevar a la clínica (…) Cuando salí de la clínica me dijo que teníamos que ir a un asado con Varisco, en la casa de Silva. Se ve que en esos tres días habían solucionado todo, porque en el asado estaba Varisco, el Flaco Silva con la mujer, Daniel conmigo y Hernán Rivero”.

Lo cierto es que el magistrado dice ahora que ese acuerdo político se reconfiguró y se profundizó a partir de septiembre de 2017 y que Varisco financió con fondos públicos el relanzamiento de Celis en sus actividades de comercialización de cocaína. ¿Cómo lo hizo? Mediante la entrega regular de 50.000 pesos en efectivo, todos los meses y hasta el final de la actual gestión. Eso dice el juez.

Del acuerdo original, aquel de 2015, el jefe narco le reclamaba, en total, 2 millones de pesos y la encargada de cobrarlos era Lemos. O al menos es lo que ella dice.

En su indagatoria, Varisco aseguró que “nunca” hizo un acuerdo con Celis y que no conoce a Luciana Lemos, por lo que negó haberse reunido con ella el 27 de abril de 2018 en el Palacio Municipal, ante una pregunta del juez Ríos.

Lemos se explayó al respecto: “Yo fui a la Municipalidad porque Daniel me mandó, fue el 25 o 26 de abril. Daniel me mandaba derecho a Varisco a cobrarle la deuda de 2 millones de pesos que puso para la campaña. Él no puso la plata, sino que bajaba la mercadería, la droga, para repartirla a la gente así lo votaban a Varisco; obvio que también ocupaban plata en efectivo para carteles y demás, también bolsones de comida que sacaban de la carnicería (de Celis)”. Sin embargo, no llegó a reunirse con Varisco. “Nunca me atendía, sino que me atendía Pablo Hernández en su oficina, eso fue siempre así desde septiembre de 2017 que empecé a ir a la Municipalidad”.

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Sigue Lemos: “El primer día que yo fui y no me había atendido, se habían reunido entre sí Varisco, Bordeira y Hernández y ahí ellos llegan a un acuerdo que le iban a dar a Daniel Celis 50.000 pesos, pero nunca cumplieron. Le tenían que dar durante todo el tiempo esa plata, mientras Varisco esté en su cargo. Si Varisco le daba los 2 millones de pesos enteros, Celis no lo molestaba más, y cada mes Celis le ponía intereses”.

Según Lemos, tampoco el acuerdo mensual se cumplió y eso generó la ira de Celis. “Ahí empezó todo el desastre, hasta que llegó lo último y Daniel me dijo que vaya a la Municipalidad y que no salga hasta que me atendiera Varisco. Esto habrá sido entre el 20 o 22 de abril. Nunca me atendió Varisco, pero me atendieron Bordeira y Hernández. En esa semana fui un montón de veces a la Municipalidad porque Daniel Celis me decía que no me moviera de ahí y ellos me decían que me fuera a mi casa. El día 27 o 28 de abril, yo fui a la mañana a la Municipalidad y Bordeira me dijo que vaya más tarde porque se iban a reunir con Varisco y Gainza para ver qué arreglaban (…) Bordeira me agarró mi teléfono para que Varisco leyera todo lo que Daniel me decía en el teléfono y cuando volvió de hablar con Varisco me dijo que volviera a la tarde. Pero no me fui porque Daniel me decía que me quedara. Ya al mediodía, vi a Varisco que bajaba, me le acerqué y lo saludé, pero se hacía el que no me conocía, como si fuera una extraña. Le dije que iba de parte de Daniel, de Tavi, y me dijo que ya había hablado con Bordeira y que no tenía nada que hablar conmigo, pero que a la tarde me iban a atender Bordeira y Hernández (…) Volví a las seis de la tarde a la Municipalidad y Pablo, que era el que traía la plata, llegó como a las nueve de la noche. Entre esa espera, Bordeira hizo video-llamadas con Daniel Celis y yo me volvía loca porque no sabía si se odiaban o se querían, porque al final hablaban como si nada por teléfono. Bordeira se reía de los mensajes de Daniel Celis, de cómo me amenazaba, y ellos charlaban como si fueran grandes amigos. Ahí Bordeira me dio 10.000 pesos y Hernández traía 30.000 pesos. Me dieron 40.000 pesos en total, que anoté (…) donde dice “40 municipal”.

En el esquema de negocios, Lemos también mencionó al comisario Ricardo Frank, superior de Bordeira en la Secretaría de Seguridad de la Municipalidad. Contó que un día de agosto de 2015 Frank y Bordeira se le presentaron a Celis para decirle que sabían de la llegada de un camión cargado con marihuana a Paraná y que “ellos lo dejaban pasar si iban mitad y mitad (…) Celis a mí me dijo que no había arreglado, pero el camión llegó igual y era la misma mercadería que secuestraron cerca de la fiesta de disfraces”, en un predio municipal, en un procedimiento que no tuvo detenidos.

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Un año después, Celis fue detenido y condenado por un hecho que se presentó como un intento de asalto a mano armada en una estancia de Las Cuevas, departamento Diamante. Las víctimas de ese episodio eran los padres de Leonardo Airaldi, que se sospecha era el destinatario de aquel cargamento de más de una tonelada de marihuana.

Es un hecho que la declaración de Lemos generó un cimbronazo para la investigación y su impacto es todavía impredecible.