Vanesa, la hija de Edgardo y Violeta

05/12/2017

Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial Vanesa la llamarían sus padres. Vanesa Garnier Ortolani. Hoy, cuarenta años después, puede gritarlo bien fuerte y decir que es hija de Edgardo y Violeta; y también podrá abrazar a su abuela Blanca, que la buscaba sin perder nunca la esperanza. Es abogada y tal vez


Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial


Vanesa la llamarían sus padres. Vanesa Garnier Ortolani. Hoy, cuarenta años después, puede gritarlo bien fuerte y decir que es hija de Edgardo y Violeta; y también podrá abrazar a su abuela Blanca, que la buscaba sin perder nunca la esperanza.

Es abogada y tal vez sea fanática de Independiente, como su papá.

Las personas que la criaron ya están fallecidas y hace algunas semanas se presentó voluntariamente ante el Banco Nacional de Datos Genéticos para realizarse estudios de ADN. Este lunes supo que es hija de Edgardo Roberto Garnier y Violeta Graciela Ortolani.

Edgardo había nacido el 7 de agosto de 1955 en Concepción del Uruguay; Violeta nació el 11 de octubre de 1953 en Bolívar. Se conocieron en La Plata, adonde ambos estudiaban, formaban parte del Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEP), luego de la organización Montoneros y colaboraban en el comedor de una villa.

“Ellos tenían ideales de un mundo mejor, como tantos jóvenes de aquella época y fue así que tuvieron una participación activa y comenzaron a militar en Montoneros”, cuenta la abuela Blanca Díaz, mamá de Edgardo, que a los 86 años podrá abrazar a su nieta.

–Edgardo era todo, sólo quería estudiar y saberlo todo; y Violeta era una chica bonita, calladita, siempre sonriente.

Así los recuerda Blanca. Se lo dice a la periodista Luciana Guglielmo en una entrevista para el mensuario de Abuelas de Plaza de Mayo. Es el año 2009 y habla también de las esperanzas que tiene de abrazar a su nieta.

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976, en La Plata, cuando estaba haciendo compras para el comedor en el que colaboraba. Tenía 23 años.

“Cuando desapareció, Violeta estaba embarazada de ocho meses. Se la llevaron cuando estaba haciendo mandados, porque para los represores una mujer embarazada, a punto de tener a su hijo, era casi un botín de guerra”, recuerda Silvia, la hermana de Edgardo, en una entrevista que se publicó un informe editado en 2010 por El Miércoles sobre los desaparecidos de Concepción del Uruguay.

Cuenta su madre que después del secuestro, “Edgardo hizo muchas averiguaciones, buscó por cielo y tierra a su mujer y luego regresó a Concepción del Uruguay”. Retomó la búsqueda cerca de la fecha probable de parto. “Se despidió diciendo que iba a buscar a su hijo; y no se supo más nada de él”.

Vanesa pudo haber nacido el 19 de enero de 1977, pero no había registros de dónde ni datos de que su madre hubiera sido vista en algún centro clandestino de detención. Edgardo no llegó a conocer a su hija: desapareció el 8 de febrero en La Plata.

A la familia se le vino el mundo abajo, pero recorrió ministerios, iglesias, hospitales, destacamentos militares y cuanta oficina pública donde pudieran darle datos de Edgardo, Violeta y la hija de ambos. La única respuesta que recibieron fue el silencio, un silencio angustioso y ensordecedor.

“Siempre estamos con el deseo la necesidad y la esperanza de encontrarla”, decía Blanca en 2009 en una entrevista para el mensuario de Abuelas de Plaza de Mayo. El lunes, agradeció estar sentada cuando le dieron la noticia. Podrá cumplir el sueño de abrazar bien fuerte a su nieta, Vanesa, la hija de Edgardo y Violeta.