Ex policías señalaron a Mazzaferri como jefe del área de inteligencia

19/06/2017

Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial No la pasó bien el represor José Darío Mazzaferri en la última jornada de testimoniales en el juicio que lo tiene sentado en el banquillo de los acusados por crímenes de la dictadura en Concepción del Uruguay. Dos ex policías federales lo señalaron como el responsable


Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial


No la pasó bien el represor José Darío Mazzaferri en la última jornada de testimoniales en el juicio que lo tiene sentado en el banquillo de los acusados por crímenes de la dictadura en Concepción del Uruguay. Dos ex policías federales lo señalaron como el responsable del área de inteligencia de la delegación, que tenía a su cargo las tareas de represión ilegal.

Mazzaferri llegó a Concepción del Uruguay con apenas 23 años, a fines de 1975, y enseguida quedó a cargo de lo que se denominaba “oficina técnica”, que funcionaba en la planta alta de la delegación, la integraban los oficiales de mayor rango y era de acceso restringido para el resto del personal policial.

La “oficina técnica” o “servicio de informaciones” era la que realizaba las tareas de inteligencia en la Policía Federal, allí se concentraban los registros de antecedentes de las personas y desde esa estructura se coordinaban las operaciones de represión con otras fuerzas armadas, policiales y de seguridad.

En Concepción del Uruguay, entre los meses de julio y septiembre de 1976, una veintena de personas fueron secuestradas y torturadas en la delegación. En ese período, Mazzaferri era una especie de jefe de la “oficina técnica”, secundado por Julio César Rodríguez, alias el Moscardón Verde, condenado a quince años de prisión en 2012.

En el primer juicio se pudo determinar que también participaban de los secuestros y torturas los agentes Américo Rodríguez, alias King Kong; Pedro Becker (fallecido), Eduardo Acuña (f), Pedro Páez (f), Nicolás García (f), Juan Luis Adán Doello (f), Francisco José Acosta (f), Jorge Aurelio Barreto (f) y José María Haidar; junto con otros de apellidos Guillén y Sastre; y otros apodados Parche o Manchado y Cordobés, identificados como Jorge Alberto Rodríguez y Luis Oscar Varela, respectivamente. Todos ellos fueron mencionados por las víctimas como integrantes de la “oficina técnica”.

La oficina de inteligencia funcionaba en el primer piso de la delegación, en una habitación a la que se accedía a través de una escalera caracol, según la descripción que hicieron las víctimas y también los ex policías. Eran dos habitaciones, una donde se guardaban la documentación y otra donde había unas camas y, según las víctimas, se torturaba.

Los ex policías federales Ernesto Parlatto y Mario Miret reconstruyeron el rol de la “oficina técnica” durante esos meses de la dictadura y dijeron haber oficiado como “celadores” de los estudiantes secundarios y militantes populares detenidos en julio de 1976 en la delegación. Sin dudar, ambos ubicaron a Mazzaferri como integrante del área de inteligencia, lo describieron como “un oficial joven” y el primero de ellos aseguró que “lo cotidiano era verlo vestido de civil”.

Según dijeron, los estudiantes secundarios permanecieron unos pocos días en el casino de oficiales de la delegación, sentados en silencio y mirando a la pared. Parlatto y Miret hacían guardia desde la puerta, siempre del lado de afuera. “Pregunté por qué estaban detenidos y me dijeron que era por algo político”, sostuvo Parlatto. Miret fue menos preciso: “Desconocíamos por completo las causas de la detención”, se excusó.

Atila en Concepción del Uruguay

El ex policía federal Juan Carlos Castaño conoció a Mazzaferri cuando se hizo cargo de la delegación de la fuerza en Tandil, provincia de Buenos Aires, en la década del noventa.

Según dijo, “hasta el invierno de 1991 era una persona normal”, pero a partir de aquellos meses de frío extraordinario en la ciudad, el represor se volvió otro, al decir de Castaño. Contó que estando a cargo de la delegación, Mazzaferri dispuso que los oficiales que estuvieran de guardia debían cumplir tareas en el casino de la ciudad y que dos suboficiales, Arturo Laguna y Carlos Alonso, fueron severamente castigados por negarse a cumplir con esa disposición.

La sanción que les impuso Mazzaferri consistía en que los oficiales cumplieran una guardia “por 30 días, sin feriados ni francos, de cero a seis, parados en el techo de la delegación”, explicó Castaño. “Era una tortura porque había temperaturas de hasta diez grados eran bajo cero”, explicó. “Las chapas se escarchaban y era peligroso para ellos y también podía comprometerse a él también (por Mazzaferri), si se caían del techo”, acotó, por lo cual relevó a los policías de cumplir la orden del jefe.

Eso provocó la furia de Mazzaferri.

–Castaño, en Entre Ríos yo fui El azote de Dios y acá me vez, como subcomisario” –le dijo Mazzaferri cuando el hombre intentó persuadirlo.

El azote de Dios es barbarie, es sangre y castigos”, referenció Castaño, aludiendo a la mención que Mazzaferri hizo de sí mismo como Atila, el poderoso caudillo asiático.

Castaño contó que quiso denunciar a Mazzaferri ante la justicia y esa situación motivó una persecución contra él mismo por parte del represor, que le impuso tareas de castigo, luego instó a que fuera trasladado a una delegación distante a cuatrocientos kilómetros y hasta el despido sin causa de la fuerza, algo contra lo que lleva dos décadas luchando por revertir.

Finalizada la ronda de testigos, el juicio continuará en diez días. El tribunal fijó para el jueves 29 de junio los alegatos del fiscal José Ignacio Candioti y de los representantes de las víctimas María Isabel Caccioppoli, Marcelo Boeykens, Lucía Tejera y Sofía Uranga; el defensor Guillermo Morales hará lo propio al día siguiente, el viernes 30. El veredicto se conocería el jueves 6 de julio.