Una denuncia por abuso de menores se interpuso en una adopción

26/04/2017

Federico Malvasio De la Redacción de Página Judicial El calvario para la familia Colinas Taraburelli comenzó en el mismo momento en que Marcelo y María del Rosario decidieron acudir a la Justicia cuando escucharon en la voz de una niña de cuatro años, que en el hogar en el que vivía, se podía llegar a


Federico Malvasio
De la Redacción de Página Judicial


El calvario para la familia Colinas Taraburelli comenzó en el mismo momento en que Marcelo y María del Rosario decidieron acudir a la Justicia cuando escucharon en la voz de una niña de cuatro años, que en el hogar en el que vivía, se podía llegar a estar cometiendo hechos de abuso. A partir de allí nada fue igual.

El matrimonio se instaló en Gualeguay en 2015, pero un año antes viajó en varias oportunidades a la ciudad entrerriana para definir un modelo de vida familiar en el que se inscribe la decisión de adoptar un hijo. La pareja se había anotado en el Registro Único de Aspirantes a Guardas con Fines Adoptivos de la Ciudad de Buenos Aires, pero una vez instalados en Entre Ríos solicitaron que el legajo 26/14 que expresaba que ambos estaban capacitados para ahijar a un niño, pase al Registro Único de Adoptantes de Entre Ríos (Ruaer). Esto ocurrió el 19 de junio de ese año, según se registra en la documentación a la que tuvo acceso Página Judicial.

Colinas y Taraburelli conocieron a una nena, por entonces de 5 años, en el Hogar San José, que supo gozar de alguna contribución económica del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf). Allí se produjo una vinculación espontánea que alentó el proceso de adopción. Fue una sorpresa la relación que se dio entre los tres. Personal de la institución solía definir a la niña como muy reservada que le costaba relacionarse.

Durante dos años, el matrimonio mantuvo una vinculación permanente e ininterrumpida. Compartió fines de semana; la fiesta de finalización de la etapa preescolar del jardín; el inicio de clases del primer año lectivo en el Colegio San José; participaron de sus cumpleaños; y la invitaron a un viaje de fin de semana a las Termas de Victoria. Todas las actividades fueron con el aval de la directora de la institución, Ana Crespi, una de las principales entusiastas de que se concrete la adopción. Un registro de mensajes de texto respalda esta afirmación.

Todo iba sobre rieles y por los caminos institucionales que corresponde. Pero un día el proceso se iba a empañar. En una de las jornadas en que la pareja llevó a la niña a su casa, tomaron conocimiento por parte de la menor de situaciones y hechos que encuadrarían en supuestos abusos por parte de Crespi. Ese inquietante relato, vociferado por la menor, tomó cuerpo cuando se repitió en otras oportunidades y en boca de otras niñas. Colinas y Taraburelli no dudaron y se presentaron ante la defensora de Menores de Gualeguay, María Belén Lardit, con el objetivo de que se investigue si se estaba ante la comisión de un posible delito contra las menores alojadas en el hogar. Un dato no menor: Crespi es la pareja del entonces juez de Familia, Gustavo Piquet.

Corporación

En la causa por la que se investigaba los supuestos abusos y acoso psicológico intervino el fiscal Ignacio Telenta, a cargo de la Unidad Fiscal N°2, conocido por estos días por tener en sus manos el caso de Micaela García.

Durante la etapa de investigación; las niñas, en carácter de supuestas víctimas; mantuvieron contacto permanente, individual y directo con la denunciada Crespi, incluso antes de ir a declarar durante unos 30 días. Se omitió el apartamiento, como lo indica el protocolo en estos casos. Mal. El procedimiento de Cámara Gesell se llevó a cabo sin la presencia de integrantes del Ministerio Público de la Defensa, a cargo de Maximiliano Benítez, dejando a las menores sin representante. Pésimo. Toda esta información consta en las presentaciones que se hicieron en sede judicial con la firma del abogado que representa al matrimonio, Luis Miguel Mac Kay.

A la denuncia contra Crespi se le adjuntaron la declaración de cinco testigos que trabajaban allí y un video en el cual una niña de 5 años contó lo ocurrido. Los relatos son serios, según verificó Página Judicial del abultado expediente. El fiscal ordenó el archivo de la causa.

En febrero del año pasado, la pareja solicitó la guarda, que es el paso previo para la adopción. Anexó todo el material documental en cuanto a la relación que se había establecido y la forma en que fue madurando. También el probado interés de la menor de vivir con el matrimonio. Todo respaldado con trabajos de profesionales.

En la formulación se pidió, obviamente, el apartamiento de Piquet por su relación con la directora del hogar, pero el mismo juez lo rechazó. Colinas y Taraburelli apelaron ante la Cámara de Apelaciones en lo Civil de Gualeguaychú, que tiró la pelota afuera y resolvió que el expediente 2841 del Juzgado de Familia debía ser considerado por el Ruaer. El registro, que maneja Benítez con quien también se entrevistaron, citó a los peticionantes en julio pasado luego de 13 meses de solicitado el pase de legajo. En la reunión, las autoridades judiciales manifestaron que no vieron en ellos “amor de padres adoptivos” y, ante el pedido de mayores explicaciones, se mostraron reticentes a fundamentar los motivos por los cuales llegaban a esas conclusiones, según relató la pareja.

Marcelo y María del Rosario llevaron el caso al Copnaf en Paraná. En ese ámbito administrativo se espera un análisis ecuánime de los informes que se fueron presentando durante todos estos años. La niña aún sigue preguntando por sus padres adoptivos.

Parte I