El escándalo que expuso el caso Alfonzo en el Copnaf de Concordia
20/03/2017
Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial El proxeneta Gustavo Darío Alfonzo ya está condenado y se espera que la justicia avance en la investigación sobre el resto de los integrantes de la red de trata de personas, tal como quedó establecido en la sentencia del Tribunal Oral Federal. Alfonzo “organizó y dirigía
Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
El proxeneta Gustavo Darío Alfonzo ya está condenado y se espera que la justicia avance en la investigación sobre el resto de los integrantes de la red de trata de personas, tal como quedó establecido en la sentencia del Tribunal Oral Federal.
Pero Alfonzo no estaba solo en el negocio y la organización tenía ramificaciones en áreas sensibles del Estado. Dos situaciones generan alarma: la víctima, una adolescente de 16 años, mencionó al ex delegado local del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf), Fernando Rouger, como “cliente” de la organización; y la reacción del funcionario fue violenta:
–Decile a tu hermana que si sigue hablando de mí o molestándome, la voy a cagar a trompadas –le habría dicho Rouger a Juan Escobar, tío de la víctima, para que le transmita a la madre de la joven.
Aquello fue un escándalo: Rouger fue imputado por amenazas, declaró y terminó sobreseído; y siguió un año más en el cargo, hasta septiembre de 2016, cuando la nueva presidenta del Copnaf, Marisa Paira, tuvo el respaldo para su desplazamiento.
Pero Rouger es apenas la punta del iceberg.
La novia y su hermana
En la causa judicial se acumulan pruebas sobre vinculaciones de otros funcionarios del Copnaf con Alfonzo y que Rouger no podía desconocer.
El 30 de octubre de 2014, cuando la joven de 16 años fue rescatada del departamento que alquilaba Alfonzo, en calle Monseñor Rösch 3523, en Concordia, en el lugar también estaban Yolanda Itatí Zárate, que era novia del publicista, integrante de un grupo de mujeres a las que prostituía por dinero y trabajaba como enfermera del Hospital Masvernat; y la hermana de ella, Gisela Lorena Zárate, celadora en un hogar del Copnaf.
¿Qué hacía allí la empleada del Copnaf? Gisela Zárate ensayó una explicación diciendo que había llegado unas horas antes acompañando a su hermana Yolanda y se quedó porque ella le había preguntado si quería “ganarse unos pesos planchando”.
Sin embargo, la víctima dio otra versión. Dijo que esta mujer era quien daba las órdenes –junto con Alfonzo– a las chicas y las mandaba a lugares donde luego tenían sexo por dinero bajo condiciones previamente acordadas por el locutor. “En el grupo donde yo estaba somos once chicas (…) En esos grupos siempre hay una cabeza que manda, o dos cabezas que mandan, que son los que mandan a las chicas a trabajar. Era él (Alfonzo) y una chica del Copnaf, que trabaja para el Copnaf. Y cuando me hicieron declarar en la Policía, yo agarré y les dije que esa chica trabajaba para el Copnaf, pero nombres no me acuerdo, porque ellos se hacen pasar por otro nombre”, declaró la joven en la Cámara Gesell durante la instrucción.
Bajo juramento, en el juicio, la trabajadora del Copnaf sostuvo que conoció a la víctima ese día, que le pareció “mayor de edad” y “autónoma en su adolescencia” (sic). Pero después terminó por admitir que la conocía desde meses antes de que fuera rescatada, porque la había atendido en la residencia “Los Gurises”, donde ella era celadora, a raíz de un conflicto familiar.
En su declaración en el juicio también refirió una escena ocurrida momentos antes de que llegara la Policía: “Ella estaba tirada en un sillón, con el teléfono, y decía que un psicólogo del Copnaf (dio su nombre) le estaba tirando onda, pero utilizó otro lenguaje, propio de los menores” (sic).
Pues bien, es sugestivo que siendo ella operadora social del Copnaf, es decir, el organismo que tiene a su cargo la asistencia psicológica y social a niños y adolescentes vulnerables, no le llamara la atención la presencia de una joven a la que conocía como proveniente de una grave situación de desamparo, que vio lastimada en sus piernas y que suponía que había pasado la noche en el departamento de un hombre que la triplicaba en edad y con quien no tenía ninguna relación de parentesco.
También Yolanda, la novia de Alfonzo, era parte de la organización, en su caso como integrante del denominado “grupo de las diez”. En un mensaje recuperado del teléfono celular del proxeneta, por ejemplo, éste le ofrece participar de una fiesta en una quinta de Puerto Yeruá: “Tengo que hablar con vos. ¿Puedo ir al hospi? Si podés, esta noche, hay plata, joda, pibes de Santa Fe. Van seis, hay mil por tres horitas. Todo eso en tres horas. Quieren siete, ya tengo cuatro. Avisame”, le escribió el 25 de octubre. Zárate no tuvo explicación, solo dijo que desconocía el mensaje.
Pero el rol de Yolanda Zárate podría analizarse desde otro lugar: tareas de inteligencia realizadas por la Policía Federal dejan entrever que era quien se encargaba de suministrar regularmente medicación a las otras jóvenes prostituidas. En el Hospital Masvernat ella cumple funciones en el Servicio de Ginecología.
A partir de lo resuelto por el tribunal también esto será materia de investigación.
La “entrevista” viral
Ahora bien, hay responsabilidades que van más allá de la competencia de la justicia.
La madre de la víctima contó en el juicio el backstage de un hecho escandaloso: reveló que dos funcionarias del Copnaf grabaron clandestinamente una entrevista que tuvieron con su hija al día siguiente de haber sido rescatada.
En esa grabación –que se difundió por Youtube y luego se viralizó a través de la red social Facebook– se escucha a la víctima contar datos de la vinculación que tenía con Alfonzo, detalles sobre las fiestas privadas a las que la llevaba el acusado y menciones que hace de funcionarios públicos como clientes de Alfonzo.
La madre de la víctima señaló a dos funcionarias del Copnaf como autoras de la grabación. Ellas, por supuesto, lo negaron cuando les tocó declarar ante el tribunal oral. Se trata de María Fernanda Tarabini y María Cristina Delgado, directora y vicedirectora de Residencias Juveniles del organismo.
Primero, Delgado dijo no haber tenido contacto con la víctima: “Nosotros no nos entrevistamos con los menores, a menos que ellos quieran contar, porque para eso hay un equipo técnico”, explicó al tribunal. Pero luego Tarabini la desmintió: “Nos entrevistamos con la nena cuando ingresó” e incluyó a la vicedirectora. “Nos mostró los golpes, pero no nos quiso hacer muchas referencias a lo que le había pasado”, se explayó. Cuando los jueces le hicieron notar la contradicción, se rectificó y terminó diciendo que sólo ella había estado con la víctima, aunque no sonó convincente.
Eso también pasó en el Copnaf.