Alfonzo pidió seguir en su casa y mandó mensajes al poder político

03/03/2017

Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial El publicista, autopostulado “periodista” y locutor Gustavo Darío Alfonzo fue condenado a diez años de prisión por la explotación sexual de una menor de edad a quien obligaba a prostituirse en fiestas privadas y boliches bailables de Concordia. Juan Cruz Varela De la Redacción de Página


Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial


El publicista, autopostulado “periodista” y locutor Gustavo Darío Alfonzo fue condenado a diez años de prisión por la explotación sexual de una menor de edad a quien obligaba a prostituirse en fiestas privadas y boliches bailables de Concordia.

Sin embargo, antes de la lectura del veredicto, Alfonzo hizo un extenso y por momentos confuso descargo ante el tribunal, en el que ensayó una especie de “arrepentimiento enorme por lo que he tenido que pasar” y pedido de disculpas “a la familia” (¿la suya? ¿la de la víctima de la causa?). Luego, ante los medios, fue más allá y dijo que “María (la mencionó por su nombre) es víctima de una situación social” (sic).

El descargo pareció más bien el último manotazo de ahogado.

Básicamente, utilizó sus últimas palabras para pedirle al tribunal que le mantuviera la prisión domiciliaria: “Les pido una oportunidad. Todo lo que tenga que hacer para ajustarme a derecho, lo voy a hacer; lo que haya que hacer”, insistió. Alfonzo padece diabetes y por eso se le concedió el beneficio. Ahora, el tribunal dispuso realizarle estudios médicos para determinar corresponde que esté en su casa, en un hospital o en la cárcel.

Por lo demás, en su declaración, que se presumía breve pero se extendió por casi veinte minutos, Alfonzo admitió haber cometido errores, pero negó los hechos: “No organicé ninguna fiesta; me descuidé, me sacaron el celular y ahora me la estoy bancando”, aseguró.

En principio, negó haber captado a una menor de edad para explotarla sexualmente, haberla recibido en su departamento y haber dispuesto su traslado a fiestas privadas donde era obligada a tener sexo con hombres por dinero. Esa era la acusación. Pero en el fondo había un esquema de explotación sexual que lo tenía como organizador de fiestas privadas donde ofrecía servicios sexuales de un grupo de chicas, pactaba las formas en que se realizarían los pases; ofrecía a sus “clientes” chicas con determinadas características físicas; pautaba las horas de cada encuentro, las tarifas por cada “servicio” y la cantidad de clientes con las que debía estar cada una de las mujeres que integraban un denominado “grupo de las diez”. Tácitamente también eso niega Alfonzo.

En ese sentido, mencionó que había “174 mentiras” en el expediente; habló de supuestas irregularidades en la investigación, como la desaparición de un teléfono que llevó como prueba y testigos que no fueron llamados a declarar; dijo haber sido traicionado por sus abogados; criticó a los medios y dijo que hubo “periodistas pagos” para perjudicarlo.

De paso, también lanzó un mensaje al poder político: “María (la víctima, a la que mencionó por su nombre) dijo había dos bandos en esta causa… en el otro bando están los que le hicieron esto”.

Dos personas fueron blanco de sus mensajes: el empresario Roberto Pietroboni y al intendente de Concordia Enrique Cresto. Una semana atrás, en la declaración indagatoria, también le había apuntado a Fernando Rouger, ex delegado del Copnaf.

“Pietroboni no vino a declarar y resulta que es el dueño de la quinta donde dicen que pasó todo esto”, arrancó el ahora condenado. “Pietroboni está con miedo. Ayer (por el miércoles) lo mandé a buscar para que fuera a hablar conmigo, para decirle que venga, que ponga la cara, que diga la verdad, que me están juzgando por toda la mentira que armaron. Porque descubrí toda la mentira”, agregó después.

Después le apuntó al corazón del poder: “Enrique Cresto le hizo el amor y le pegó (a la víctima), pero no lo llamaron (a declarar)”, dijo en un momento. Sin embargo, y para aportar más confusión al asunto, se desdijo y afirmó lo contrario: “No puedo decir que Cresto le pegaba y tenía relaciones para salvarme, si yo no lo vi, no estuve, no fui”.

Por último, habló de la relación que tenía con Sergio Mendoza, el jefe de Operaciones de la Jefatura Departamental de Policía de Concordia. El fiscal había revelado que luego de que la víctima fuera rescatada, Alfonzo envió más de cincuenta mensajes a Mendoza (lo tenía agendado como “Amigo Tato mendoza Jefe de operaciones”) pidiéndole información de la investigación, que se interiorice sobre lo que había pasado en el departamento y que averigüe si su situación estaba comprometida. Alfonzo terminó admitiéndolo este jueves: “Mendoza es mi amigo desde hace muchos años. Cuando yo tenía boliches, él hacía seguridad. Es verdad, le escribí a Mendoza, pero para poder salirme de una situación que ya me habían dicho que estaba, y sin comprometerlo. En ninguna declaración nombré a Mendoza ni al otro integrante de la fuerza, porque se portaron bien y uno no puede ser botón, no se puede mandar al frente a la gente”, concluyó.