Rouger no pudo explicar por qué Alfonzo le enviaba mensajes de texto

24/02/2017

Juan Cruz Varela La denuncia de la religiosa Martha Pelloni en los medios nacionales sobre una red de trata y explotación sexual vinculada al poder político sacudió a la provincia. Juan Cruz Varela La denuncia de la religiosa Martha Pelloni en los medios nacionales sobre una red de trata y explotación sexual vinculada al poder


Juan Cruz Varela

La denuncia de la religiosa Martha Pelloni en los medios nacionales sobre una red de trata y explotación sexual vinculada al poder político sacudió a la provincia.

En su declaración de este jueves ante el Tribunal Oral Federal le puso nombre y apellido: dijo que Gustavo Alfonzo captaba, drogaba y prostituía a chicas menores de edad, habló de complicidades políticas, policiales y judiciales y reiteró que la madre de la víctima mencionó a Mauro Urribarri, Enrique Cresto y Fernando Rouger, a quienes calificó como “los nombres clave” de la historia.

La religiosa aclaró que repetía lo que había escuchado contar a María Cristina Escobar, la madre de la víctima, en un congreso binacional de lucha contra la trata de personas y la violencia de género, organizado por la Red Infancia Robada, en la Facultad de Ciencias de la Administración de la UNER.

En la audiencia de este jueves declaró Fernando Rouger, aludido por la monja. No la pasó bien el ex delegado del Copnaf. Estaba nervioso y dubitativo en sus respuestas. Primero dijo no conocer a Alfonzo, pero después no pudo explicar por qué el imputado le mandó una serie de mensajes de texto para que se interiorizara sobre la investigación en curso, tras el rescate de la víctima.

–Usted dijo que no conocía a Alfonzo, ¿cómo explica la cantidad de mensajes que le envió el imputado a su teléfono particular? –le preguntó el fiscal José Ignacio Candioti en un momento de la testimonial.

El fiscal no esperó la respuesta y leyó: “¿Me podés hablar, Fer? ¿Hablaste con el jefe y con el Chueco?”. El mensaje lo envió Alfonzo, al teléfono personal de Rouger, el 3 de noviembre de 2014, tres días después de que la víctima fuera rescatada.

–Desconozco –balbuceó Rouger.

El fiscal arremetió con la lectura de otro mensaje enviado el mismo día, un rato más tarde: “Hola Fernando, soy Gustavo Alfonzo. Llamo del fijo. Te quería preguntar si hablaste con Querencio y con el Chueco Maciel para que se queden tranquilos. Si querés te llamo”, le escribió esa vez el imputado.

–He recibido esos mensajes pero no lo conozco; con Alfonzo no tengo relación –se retractó entonces el delegado del Copnaf.

Rouger dijo no conocer tampoco a las personas mencionadas en los mensajes: José Enrique Querencio era en ese momento subjefe departamental de Policía; y, según aclararía más tarde Alfonzo, Horacio Maciel, el Chueco, era el dueño de la radio en la que tenía el programa Con la soga al cuello, y cercano al grupo político de Cresto.

Los mensajes, según dijo después el fiscal, no tienen respuesta.

Cuando el ex funcionario terminó su declaración, Alfonzo intervino para decir que mentía, aseguró que lo llamó estando en la cárcel “para que pare con toda esta mentira” y “para que vaya a mi casa porque quería explicarle cómo era el entramado político de lo que estaba sucediendo”. El imputado pidió un careo, pero no llegó a concretarse.

Más irregularidades en el Copnaf

Rouger dejó el cargo en septiembre del año pasado, desgastado por las repercusiones que tuvo el caso. Pero las responsabilidades van más allá: en el juicio, la madre de la víctima reveló que dos funcionarias del Copnaf grabaron clandestinamente una entrevista que tuvieron con la adolescente al día siguiente de haber sido rescatada de la casa de Alfonzo, y luego ese audio se viralizó en las redes sociales.

En esa grabación se escucha a la víctima contar datos de la vinculación que tenía con Alfonzo, detalles sobre las fiestas privadas a las que la llevaba el acusado y menciones que hace de “Enriquito”, que sería Cresto, y “Mauro”, por Urribarri, como clientes de Alfonzo.

Las funcionarias señaladas como autoras de la grabación declararon este jueves ante el tribunal. Ellas, por supuesto, lo negaron. Se trata de María Fernanda Tarabini y Cristina Delgado, directora y vicedirectora de Residencias Juveniles del Copnaf.

Primero, Delgado dijo no haber tenido contacto con la víctima: “Nosotros no nos entrevistamos con los menores, a menos que ellos quieran contar, porque para eso hay un equipo técnico”, explicó al tribunal. Pero luego Tarabini la desmintió: “Nos entrevistamos con la nena cuando ingresó” e involucró a la vicedirectora. “Nos mostró los golpes pero no nos quiso hacer muchas referencias a lo que le había pasado”, se explayó. Cuando los jueces le hicieron notar la contradicción, se rectificó y terminó diciendo que sólo ella había estado con la víctima, aunque tampoco sonó convincente.

Alfonzo dijo que la víctima miente

En el final de la audiencia, el acusado Alfonzo hizo una declaración en la que proclamó su inocencia, dijo que no secuestró a la víctima y habló de “cosas raras” que tiene la causa. Lo que llamó la atención fueron las idas y vueltas respecto de sus vinculaciones con el poder: en presencia de las cámaras de televisión intentó involucrar a Enrique Cresto, Mauro Urribarri y Fernando Rouger, afirmando que la víctima y su madre “había involucrado al poder político”, pero que a la Justicia “le interesó lo que dijeron de mí, pero no lo que dijeron de Cresto, Mauro y Rouger”. Sin embargo, cuando se apagaron las luces, dijo que ellos no tenían nada que ver.

Por lo demás, en cuanto a su defensa, dijo: “Jamás tuve secuestrada a esta chica, nunca le faltó libertad para moverse”; y denunció que hubo “muchas irregularidades”, por ejemplo, “hay testigos que está a la vista que les dieron plata”, supuestamente para declarar en su contra. Esas testigos, después lo dijo, serían dos jóvenes a las que obligaba a prostituirse.

En otro tramo de su declaración acusó a la víctima de “mentirosa” y aseguró que nunca le ofreció trabajo sino que ella se lo pidió. Además, dijo haber visto una fotocopia de su documento que acreditaba que tenía 18 años: “Yo la conocía como mayor”.

“Es imposible que la tuviera secuestrada; la madre siempre supo donde estaba; y si hubiese sabido que era menor, no la llevaba a mi casa”, acotó después.

Luego continuó con las valoraciones descalificantes hacia la víctima: “Era rápida, inteligente, pícara, hábil…”.

–La víctima, en la Cámara Gesell, dijo que usted la llevaba para que se prostituyera –le comentó el fiscal José Ignacio Candioti.
–Es mentira, todo es mentira, mintió conmigo, como también mintió con lo de Mauro Urribarri y con lo de Cresto –respondió.

Fuente: El Diario y Página Judicial.