Una menor contó que Alfonzo le ofreció que se prostituyera

23/02/2017

Juan Cruz Varela La situación de Gustavo Darío Alfonzo parece cada día más complicada, a partir de las revelaciones que van realizando las víctimas de la red de trata de personas que integraba el autopostulado “periodista” y locutor en Concordia. Juan Cruz Varela La situación de Gustavo Darío Alfonzo parece cada día más complicada, a


Juan Cruz Varela

La situación de Gustavo Darío Alfonzo parece cada día más complicada, a partir de las revelaciones que van realizando las víctimas de la red de trata de personas que integraba el autopostulado “periodista” y locutor en Concordia.

Este miércoles una joven de 17 años contó detalles de cómo funcionaba el esquema de explotación sexual. Lo hizo en un testimonio conmovedor, durante una hora, ante el Tribunal Oral Federal: dijo que Alfonzo le ofreció que se prostituyera por dinero; lo vio darle cocaína a la víctima de esta causa –llamémosla María–, también menor de edad, mientras estaban en un boliche; no ocultó el temor que le irradiaba Alfonzo, por la violencia verbal y por la jactancia de sus relaciones con el poder; y dejó entrever que habría sido drogada y abusada sexualmente en el departamento del imputado.

–Quiero que pague por lo que me hizo –dijo la joven al comenzar la declaración.

Alfonzo está siendo juzgado por el delito de trata de personas, en la modalidad de captación, recepción y traslado de una menor de edad, con fines de explotación sexual, agravado por el abuso de la situación de vulnerabilidad de la víctima y por haberse consumado la explotación. Podría recibir una pena de 10 a 15 años de cárcel.

La joven contó que conoció a Alfonzo a través de María, quien la llevó a la radio donde el publicista conducía un programa y la víctima hacía tareas de producción. Tenía 15 años en ese momento, allá por octubre de 2014.

Según dijo, a los pocos días, Alfonzo le ofreció integrarse al “grupo de las diez”, que eran mujeres a las que prostituía por dinero. “Tenían un trabajo afuera, debían acostarse con clientes”, explicó ella y también contó cómo se pactaban esos encuentros: “Llamaban por teléfono (a Alfonzo), arreglaban y las pasaban a buscar (a las chicas) por la puerta del boliche o por el departamento”. Después agregó: “A mí me ofreció si quería trabajar, si quería ser parte del grupo de las diez, pero le dije que no; él me decía que yo tendría una gran parte, él también y las chicas también”. Así era el reparto de “dividendos”. Pero con la víctima era distinto: “Alfonzo le prometió plata y un celular, pero a María (la mencionó por su nombre de pila) siempre le quedaba debiendo; no como al resto de las otras chicas, que si hacían un trabajo, les pagaba todo enseguida. Ella le reclamaba la plata, pero él no quería dársela, porque decía que en lugar de pasársela al hijo, se compraba cosas para ella”.

También contó que en una ocasión estuvo en el departamento con Alfonzo, María, una mujer rubia a la que describió como “patovica” –que sería Yolanda Zárate, la novia del acusado– y otro hombre. “Me dieron de tomar champagne con speed y no sé si habrá tenido algo más, porque tomé una copa y no recuerdo más nada. Me desperté en un sofá, toda dolorida y (Alfonzo) estaba en el sillón de enfrente teniendo relaciones con la patovica”, relató. “No sé lo que me hizo”, dijo en otro tramo de su declaración, pero dejó entrever que pudo haber sido abusada y es probable que mientras dormía también le sacaran fotos que después Alfonzo hizo circular entre sus clientes, ofreciéndola como prostituta.

Además dijo haber presenciado cuando Alfonzo les entregó cocaína en pequeñas bolsas negras y blancas a María, que era menor de edad, y a otra joven, para que consumieran en el baño de un boliche.

“Yo le tenía miedo (a Alfonzo) porque veía cómo le gritaba a María. Le decía muchas malas palabras y la amenazaba… le decía que la iba a prender fuego, que la iba a matar y muchas cosas más”, remarcó la joven.

Los contactos en la Policía

Otro que declaró fue Matías Miguel Pereyra, alias el Gordo, un policía provincial que se presentó como promotor de espectáculos de boxeo, aunque se sospecha que participaba de la organización que integraba Alfonzo, ya que existen informes que lo señalan como la persona que trasladaba a las jovencitas a las distintas fiestas sexuales que organizaba el imputado; y también lo ubican entrando y saliendo del departamento del publicista cuando María se encontraba privada de la libertad.

El policía, en cambio, intentó despegarse de Alfonzo, a quien dijo conocer por la promoción que le daba a sus veladas pugilísticas.

También tomó distancia de la víctima, a quien dijo haber conocido en una fiesta de cumpleaños y hasta hizo un insólito ofrecimiento de fotos que podrían servir como prueba para la causa, según dijo, porque se observa a la víctima “lo más bien, bailando arriba de una mesa en una fiesta, en una quinta (de Roberto Pietroboni), tomando alcohol”. La propuesta ni siquiera fue considerada por el tribunal.

Por lo demás, Pereyra señaló que trabajaba “en el sector de logística de la cocina de la Jefatura Departamental y que su jefe inmediato era el director de Operaciones, Sergio Mendoza, que llegó a ser subjefe departamental.

El fiscal José Ignacio Candioti le hizo notar a Pereyra que luego de que María fuera rescatada, recibió mensajes de texto de Alfonzo y que luego el imputado envió más de cincuenta mensajes a Mendoza (lo tenía agendado como “Amigo Tato mendoza Jefe de operaciones”) pidiéndole información de la investigación, que se interiorice sobre lo que había pasado en el departamento y que averigüe si su situación estaba comprometida. El testigo se hizo desentendido.

Los furcios de la cuñada

En la audiencia de este miércoles también declaró Gisela Lorena Zárate, operadora de derechos en el hogar Casa de los Gurises del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf). Es cuñada de Alfonzo: su hermana, Yolanda, es la novia del imputado.

Tres circunstancias signaron su declaración y la dejaron expuesta.

La mujer admitió que estaba en el departamento de Alfonzo cuando la Policía rescató a María, el 30 de octubre de 2014. Dijo ser una mujer “muy trabajadora” y que estaba haciendo una changa planchándole camisas al dueño de casa. Bajo juramento dijo que conoció a la víctima ese día, que le pareció “mayor de edad”, “autónoma en su adolescencia” (sic) y que no tuvo la percepción de que estuviera viviendo allí.

Después tuvo que admitir que unos meses antes había atendido a la joven en el hogar donde trabajaba –y todavía lo hace–, a raíz de que presentaba problemas intrafamiliares, lo que revela que tenía conocimiento de que María era menor de edad, tal como consta en los informes elaborados por el Copnaf.

Pero lo peor para ella llegaría después, cuando refirió una escena ocurrida momentos antes de que llegara la Policía: “Ella estaba tirada en un sillón, con el teléfono, y decía que un psicólogo del Copnaf (dio su nombre) le estaba tirando onda, pero utilizó otro lenguaje, propio de los menores”. Todos advirtieron el furcio, los jueces, las partes, el público y ella misma, que intentó salir del paso con explicaciones vanas.

La amenaza de un funcionario

Otro testigo que declaró este miércoles fue Juan Ángel Escobar, tío de la víctima y hermano de María Cristina Escobar, quien contó el episodio que motivó una denuncia contra el delegado del Copnaf de Concordia, Fernando Rouger.
–Decile a tu hermana que si sigue hablando de mí o molestándome, la voy a cagar a trompadas”, le habría dicho Rouger a Escobar, según lo que contó el tío de la víctima.

Rouger está citado a declarar como testigo este jueves.

Fuente: El Diario.