El tribunal de apelación anunció la fecha de sentencia de Área Paraná

14/10/2016

Juan Cruz Varela Tuvieron que pasar más de cuarenta años para que las víctimas pudieran estar cara a cara con sus verdugos. Son las trampas del antiguo procedimiento penal, que les permitió a los represores de la última dictadura cívico-militar atravesar el juicio en el anonimato. Ni siquiera los jueces que tienen a su cargo

El tribunal de apelación anunció la fecha de sentencia de Área Paraná


Juan Cruz Varela

Tuvieron que pasar más de cuarenta años para que las víctimas pudieran estar cara a cara con sus verdugos. Son las trampas del antiguo procedimiento penal, que les permitió a los represores de la última dictadura cívico-militar atravesar el juicio en el anonimato. Ni siquiera los jueces que tienen a su cargo la revisión de la sentencia de condena los conocían. Tal es la particularidad del sistema bajo el cual fueron juzgados.

Los integrantes de la Cámara Federal de Apelaciones de Paraná expusieron ayer públicamente a los represores en la audiencia de visu o de reconocimiento, como se llama a la instancia en la que los jueces deben tomar contacto con los acusados antes de emitir su resolución.

Cinco de los represores condenados estuvieron ayer en los tribunales federales y clamaron su inocencia ante los jueces Noemí Berros, Lilia Carnero y Roberto López Arango.

Los condenados estuvieron acompañados por un eufórico grupo de personas con carteles en defensa de la represión ilegal, algunos de ellos llegados desde Santa Fe. En el frente del tribunal también colgaron banderas con leyendas como “memoria y verdad = mentira” y “presos políticos víctimas del negocio de los derechos humanos”.

Los condenados José Anselmo Appelhans, Alberto Rivas, Cosme Ignacio Marino Demonte, Oscar Ramón Obaid y Jorge Humberto Appiani, en ese orden, se presentaron ante el tribunal ad-hoc que tiene a su cargo el proceso de revisión de la sentencia dictada el 23 de diciembre del año pasado por el juez Leandro Ríos. Antes, Berros había visitado a Hugo Mario Moyano en su departamento de calle Córdoba 439, 6 “C”, ya que el médico presentó un certificado firmado por un traumatólogo paranaense aduciendo que no podría concurrir al tribunal por una lumbalgia que le demandaba ocho días de reposo. Y el martes, la propia jueza estuvo en Gualeguaychú, entrevistándose con Rosa Susana Bidinost, que también padece una enfermedad que le impedía concurrir a la audiencia.

El tribunal adelantó que el próximo miércoles 2 de noviembre se dará a conocer el veredicto. El antiguo Código de Procedimientos en Materia Penal de 1888 –vigente al momento en que ocurrieron los hechos– establece un plazo de 70 días para dictar sentencia, contados desde ayer.

Sentencia en revisión

La de ayer fue la última de cuatro audiencias de revisión de la sentencia, en la que los condenados Appiani, Demonte y Appelhans plantearon la nulidad del fallo; y todos, fiscal, querellantes y defensores, apelaron.

El juez Leandro Ríos condenó a los siete represores por secuestros, torturas y homicidios cometidos contra 52 víctimas, de las cuales cinco están desaparecidas, durante la última dictadura cívico-militar. Demonte fue condenado a prisión perpetua, Appiani recibió una condena a 18 años de prisión; Appelhans fue condenado a 14 años, Moyano fue condenado a 8 años, Rivas fue condenado a 6 años, Bidinost también recibió una condena de 6 años de prisión y Obaid fue condenado a 3 años de prisión condicional.

En las audiencias anteriores, los querellantes Marcelo Boeykens, Lucía Tejera y Sofía Uranga solicitaron que se condene a prisión perpetua a Appiani y que se le impongan 25 años de cárcel al resto de los represores; mientras que el fiscal Ricardo Álvarez pidió 25 años de prisión para Appelhans, Rivas y Appiani; 17 años para Moyano; 10 años para Bidinost; y 8 años para Obaid. Los defensores pidieron que todos sean absueltos.

La voz de los represores

En la audiencia de visu los represores tuvieron la posibilidad de decir sus últimas palabras antes de la sentencia. Todos negaron los cargos que se les atribuyen.

Obaid se desligó de las acusaciones manifestando que por su bajo rango “era como el último orejón del tarro”. Dijo también que “jamás” estuvo en la casita de la Base Aérea, donde fue señalado como partícipe en sesiones de torturas a que eran sometidos los detenidos políticos.

Del mismo modo negó su responsabilidad Rivas, que viajó más de ochocientos kilómetros desde la localidad de Yerba Buena, en Tucumán, y pasó gran parte de la audiencia cubriéndose el rostro para evitar ser registrado por los fotógrafos. Dijo que las acusaciones “son producto de la inteligencia de individuos que merodeaban la zona” (sic).

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Appiani, sin la locuacidad de otras veces, aunque con la altanería de siempre, solo manifestó: “Nunca ejercí funciones operacionales ni de inteligencia militar”.

Por su parte, Appelhans, que fue director de la cárcel de varones, dijo que desconocía la unidad penal cuando fue designado por el jefe de la represión en la provincia, Juan Carlos Trimarco, y aseguró: “A mí me mandaron para los presos comunes; yo no tenía autoridad ni mandato sobre los detenidos a disposición del Ejército, ni los conocía”.

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El que dio la nota fue Demonte, condenado por el secuestro y homicidio de Victorio Coco Erbetta y Pedro Miguel Sobko. Con una Biblia entre manos, hizo una especie de alegato en el que aseguró: “Soy inocente… no lo digo yo, lo dice el expediente, taxativamente”. Después admitió que “trasladó” a Erbetta cumpliendo órdenes de sus superiores, pero que lo hizo “sin ejercer presión y en desconocimiento del devenir ilícito de esa situación”. Respecto de Sobko, dijo que fue “detenido” por efectivos de la Policía provincial (le apuntó al oficial Rafael Ramón Montiel, que ha admitido que realizó la “detención”); afirmó que nadie lo vio dispararle, “salvo una persona, a trescientos metros, que dice que le descargué el cargador, pero el certificado médico dice que murió de un tiro en el pecho”; y que nadie lo vio en el Hospital Militar, adonde fue trasladado Sobko, herido. Su diatriba terminó con una cita bíblica: “La fe es la garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve” y agregó, en sus palabras: “Tengo muchísima fe de que este tribunal va a fallar ajustado a derecho; tengo absoluta fe de que muy pronto voy a estar con mi familia, dedicándome de lleno al ministerio cristiano como Testigo de Jehová que soy”.

Fuente: El Diario.
Fotos: Juan Martín Casalla.