La doble vida de Paco Capózzolo bajo la mirada de un investigador

28/08/2016

La historia de Héctor Francisco Domingo Capózzolo estuvo rondándole en la cabeza durante veinte años a Daniel Enz y la admite como una especie de deuda pendiente que tenía con su ciudad, Reconquista, donde la figura del empresario sobresalía como ninguna otra. De esa inquietud nació Doble Vida, su último libro. La historia de Héctor


La historia de Héctor Francisco Domingo Capózzolo estuvo rondándole en la cabeza durante veinte años a Daniel Enz y la admite como una especie de deuda pendiente que tenía con su ciudad, Reconquista, donde la figura del empresario sobresalía como ninguna otra. De esa inquietud nació Doble Vida, su último libro.

Largo (y hasta ocioso) sería contar quién es Daniel Enz. En un breve currículum no puede faltar que en 1990 fundó Análisis, el semanario que vino a romper la monotonía de medios en Paraná y que todavía dirige; al que le siguió Análisis Digital en 1996; que trabajó en El Diario, creó el matutino Hora Cero y fue colaborador en Página/12, Clarín, El Porteño, Veintitrés y Perfil, entre otros; y que escribió Rebeldes y Ejecutores, Código de fuego, El día del juicio, Las flores de Fernanda, Tierras S.A., Herencia de familia, Abusos y pecados, Bandidos sin ley y Los hijos del Narco.

Doble Vida, su último libro, el décimo de su pluma, pretende romper con la imagen impoluta que tenía el empresario Capózzolo en Reconquista.

“Los Capózzolo eran como los dueños de la ciudad”, recuerda Enz de aquel hijo de inmigrantes napolitanos, Paco para todos, a quien respetaban como uno de los empresarios más importantes del norte santafesino por la lucidez para concretar negocios inmobiliarios y ganaderos.

–¿Quién era Capózzolo?
–Era un empresario muy poderoso, que se mostraba de una forma en Reconquista, pero que ocultaba sus relaciones con el poder castrense, hombre de consulta de la junta militar, amigo personal de Harguindeguy, que manejaba buena parte del poder a su antojo y en función de sus intereses para llevar adelante negocios con el poder militar. De hecho, no cualquiera podía utilizar una estructura militar para apropiarse de dos empresas, como lo hizo, dos empresas millonarias, con 750 obreros, u ordenar el secuestro de un empresario para frustrarle un negocio que él mismo pretendía concretar. Capózzolo lo hizo, y pudo hacerlo, justamente, porque era un hombre con mucho poder.

Con paciencia, rigor y la disciplina de cualquier manual de periodismo de investigación, Enz abordó un personaje cuyo apellido parecía destinado a ser recordado, apenas, como el de una ex pareja de Graciela Alfano.

El resultado es un relato potente, matizado con anécdotas y soporte documental, que expone la historia no contada, la doble vida, del empresario Paco Capózzolo, un millonario, cincuentón con aires de galán, que acrecentó su fortuna con negocios durante la dictadura, en alianza con los perpetradores del horror; el mismo que produjo una olvidable película sobre el mundial de fútbol que le costó no solo los millones que tuvo que pagar sino también la relación con su socio principal; y ensayó la idea de adquirir la mitad de las tierras que componen las Islas Malvinas, como una idea de colonización del archipiélago, que no llegó a concretarse.

“En Reconquista, la brigada aérea y el obispado eran instituciones influyentes, con las que Paco Capózzolo estrechó vínculos, funcionales al proyecto de expansión, con socios que lo reconocían como capo indiscutido (…) Fue el paso para desembarcar en Buenos Aires y el precalentamiento para ser dueño de la mayoría del paquete accionario del Banco Tornquist”, cuenta Guillermo Alfieri desde el prólogo.

Capózzolo era amigo personal de Albano Harguindeguy, a quien llegó a darle trabajo como asesor en la nave insignia del holding que lideraba el empresario; también contaba a José Alfredo Martínez de Hoz entre sus amistades y varias de sus empresas mostraban a referentes de la cúpula militar en la composición accionaria.

La historia de la familia Paskvan –que en el libro está contada al detalle– es la muestra más palpable de esa relación: el 16 de mayo de 1980, cuando paramilitares ingresaron a la fábrica de alimento para mascotas que la familia tenía de la localidad bonaerense de Roque Pérez y decidieron que desde ese día tendría nuevos dueños. Capózzolo hizo que le secuestraran la empresa San Roque SCA, a la que vació y endeudó, por cuenta de los Paskvan. Aún hoy, Daniel Paskvan, el hijo del fundador, sigue tratando de que le devuelvan la empresa. La justicia bonaerense reconoció en 2004 que Capózzolo se había apropiado de la empresa, pero no consiguió que se la restituyan; y cuatro años después presentó el caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que todavía no se ha expedido.

Hacia finales de la década del setenta, Capózzolo llegó a amasar una fortuna de 500 millones de dólares y manejaba un holding de alrededor de treinta empresas, con 14 mil trabajadores. Pero su esquema de poder comenzó a tambalear al compás de la dictadura, hasta que no aguantó más el peso de las deudas. Entonces aparecieron otra vez sus amigos para extenderle un salvataje: en 1982, fue uno de los beneficiarios de la licuación de la deuda externa privada dispuesta por los cómplices civiles de la dictadura. El imperio quedó sepultado en Reconquista, donde todo había comenzado, con Capózzolo escoltado por su amigo Harguindeguy en la reunión de acreedores.

Capózzolo murió el 23 de marzo de 2015, a los 93 años; como si fuese una paradoja del destino, lo enterraron un 24 de marzo.

Todo eso cuenta Doble Vida, un libro que no es solo una biografía sino un ejercicio de mirada inquisitiva sobre el rol empresario.

Ficha

Dobre Vida. La historia oculta de Francisco Paco Capózzolo. De Millonario a apropiador de empresas, aliado con generales y brigadieres de la última dictadura.
Daniel Enz. Prólogo de Guillermo Alfieri.
Paraná, mayo de 2016.
328 páginas.

Fuente: El Diario.