Día clave para los acusados de integrar una organización narco

14/08/2015

Juan Cruz Varela El juicio contra seis personas acusadas de integrar una banda de narcotraficantes que vendía cocaína en Gualeguaychú entró en su etapa final: el Tribunal Oral Federal escuchará los alegatos y podría adelantar el veredicto, luego haber escuchado a 22 testigos, entre investigadores, peritos y civiles, durante cuatro días y analizar tareas de


Juan Cruz Varela

El juicio contra seis personas acusadas de integrar una banda de narcotraficantes que vendía cocaína en Gualeguaychú entró en su etapa final: el Tribunal Oral Federal escuchará los alegatos y podría adelantar el veredicto, luego haber escuchado a 22 testigos, entre investigadores, peritos y civiles, durante cuatro días y analizar tareas de inteligencia, filmaciones, fotografías y escuchas telefónicas, entre otras pruebas.

El fiscal y los defensores tratarán de desentrañar la estructura y funcionamiento de una banda que desarrollaba distintas tareas en la cadena del tráfico de estupefacientes desde hacía, por lo menos, dos años. De hecho hay distintos niveles de responsabilidad entre las seis personas sentadas en el banquillo de los acusados.

Pablo Martín Ludueña está acusado de ser el organizador de la banda que traficaba droga y, puntualmente, se le atribuye haber sido quien proveía de cocaína a los demás integrantes. Según la acusación, recibía el dinero en pesos, lo cambiaba por dólares, compraba la droga y la enviaba a Gualeguaychú en colectivo. Por ese accionar podría ser condenado a una pena de entre 8 y 20 años de prisión.

En un escalón inferior aparecen Miguel Ángel Braun, su hijo Miguel Exequiel y la abogada Elena Cecilia Gómez, acusados por el delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización. De la investigación surge que ellos compraban la droga y la revendían al menudeo. Para ello abastecían a distintas bocas de expendio, una de ellas regenteada por Olga Gladys Sosa, la madre de Exequiel y ex pareja de Miguel Ángel. Podrían recibir penas de entre 6 y 20 años de cárcel.

El último eslabón de la cadena es Diego Maximiliano Barreto, imputado por el delito de transporte de estupefacientes, ya que fue sorprendido a bordo de un colectivo del transporte público trasladando los tres ladrillos de cocaína que Ludueña les había vendido a los Braun. También enfrenta una pena posible de 6 a 20 años de prisión.

Una voz en el teléfono

En la causa hay cientos de horas de escuchas telefónicas y mensajes de texto intercambiados por los acusados para la compra y venta de estupefacientes; diversos ofrecimientos de precios; cantidades y calidades de la droga; indicaciones sobre cómo realizar los pagos, si en pesos o en dólares; y cerrando tratos para la entrega del estupefaciente que luego sería revendido al menudeo.

Gran parte de las acusaciones se sostiene en los datos obtenidos de las escuchas telefónicas, que además permitieron reconstruir la modalidad que utilizaban los integrantes de la organización para hacerle llegar el dinero a Ludueña y que éste enviara la droga a Gualeguaychú.

Ludueña asegura que la voz que aparece en las escuchas no es suya, que el tal “Martín”, al que aluden los otros acusados, no es él; que nunca lo llamaron de esa forma; que los teléfonos intervenidos no le pertenecen y que no necesita “vender nada” (léase cocaína) para llevar la lujosa vida que tenía al momento de su detención.

Lo cierto es que uno de los teléfonos intervenidos se incautó en su casa y una pericia de voz lo dejó expuesto como la persona que hablaba con Braun padre y la abogada Gómez. El informe realizado por peritos de Gendarmería dejó en claro que hay “correspondencia” entre la voz de Ludueña y la que se le atribuye en las escuchas.

–¿Pueden existir dos personas con similar parámetro de voz? –quiso saber Gustavo González, uno de los defensores de Ludueña.
–Pueden existir dos personas que tengan iguales frecuencias fundamentales, que es la primera frecuencia que sale al nivel de las cuerdas vocales, y después se va enriqueciendo con las cavidades de resonancia traqueal; también pueden serlo en cuanto a la Formante 1 o Formante 2, porque depende de la posición en que uno coloca la lengua y todo el aparato fonoarticulador; en cuanto a las Formantes 3 y Formante 4, que son los últimos formantes que se encuentran en las frecuencias más agudas, son característicos de cada persona –explicó la fonoaudióloga Johana Lugo, una de las peritos que analizó las escuchas.

–Si lo comparamos con una impresión digital, ¿cada persona tiene en la voz esos datos distintivos? –quiso saber el vocal Roberto López Arango.
–Sí, la diferencia es que la huella digital no varía y la voz sí, entonces no es tan determinante un resultado, a diferencia de otro. En el caso de la huella digital, el resultado es categórico, fehaciente y no va a cambiar nunca a lo largo de la vida de una persona, a diferencia de la voz, que sí cambia a lo largo de los años, por el crecimiento u otros factores que también pueden intervenir, como enfermedades, tabaco, el consumo de drogas –aclaró la licenciada en Criminalística Evangelina Masessa, la otra perito.

Las peritos dejaron en claro que “hay una correspondencia, no una identificación” entre la voz de Ludueña y la que se le atribuye en las escuchas, ello a pesar de que en las charlas que tuvieron con el imputado su voz “no tenía la fluidez que tenía en el material dubitado”, es decir, en las escuchas que debieron analizar.

Lo que dicen las escuchas

Las escuchas telefónicas sostienen gran parte de la investigación. En ellas se cruzan comunicaciones de “Martín” con Braun padre y la abogada Gómez para concertar la supuesta entrega de estupefacientes.

En una, por ejemplo, Braun le reprocha a “Martín” que le vendiera una partida de droga de mala calidad:
–Ahora el Pata (apodo de Miguel Exequiel) me dice “Papi, no te vas a poner a pelear con Martín, todo no”. No, pelear no, m’hijo, yo pelear no voy a pelear, pero tengo que explicarle. “Yo ya le llamé el otro día y le expliqué”, le digo. Dice “lo que pasa, Papi, es que te digo más, mirá lo que está por hacer el Pata, gurí mío: “Me dijo, Papi, la vamos a tener que bajar, porque nosotros teníamos el precio a 8.500 los cien gramos, ahora lo vamos a vender a 7.000”.

En las escuchas también aparece la abogada Gómez participando del negocio del tráfico, ya que en varias ocasiones reclama por deudas de drogas, habla de la calidad del estupefaciente e incluso hace cálculos sobre el costo del kilo de cocaína, realizando las conversiones de dólares a pesos.

El 2 de noviembre, unas horas antes de los allanamientos que acabaron con la banda, Ludueña llamó a Gómez diciéndole que quería “dejarle unas cosas” y las cámaras de seguridad del edificio de la abogada, en la Avenida Córdoba de Capital Federal, muestran la llegada de Ludueña a las 11.33, portando un paquete. Gómez lo estaba esperando en el hall, suben juntos y a las 11.48 vuelven a salir. Ludueña ya no tenía el paquete. Gómez luego reconocería ese encuentro. Unas horas después, cuando Gendarmería irrumpió en el departamento, encontró un pan de 1,079 kilos de cocaína.

Fuente: El Diario.