Siete años de prisión para un hombre por trata de personas

12/06/2015

Juan Cruz Varela El Tribunal Oral Federal de Paraná condenó a siete años de cárcel a un hombre que estaba acusado por trata de personas con fines de explotación sexual de una joven de 19 años, mediante engaño, abuso de una situación de vulnerabilidad y amenazas. César Augusto Vera se retiró esposado del tribunal y


Juan Cruz Varela

El Tribunal Oral Federal de Paraná condenó a siete años de cárcel a un hombre que estaba acusado por trata de personas con fines de explotación sexual de una joven de 19 años, mediante engaño, abuso de una situación de vulnerabilidad y amenazas.

César Augusto Vera se retiró esposado del tribunal y fue derivado a la unidad penal. Estaba acusado de la captación, traslado y recepción de una mujer a la que prostituía en las calles de Paraná y en un hotel ubicado en cercanías de la terminal.

El fiscal José Ignacio Candioti, que había pedido ocho años de prisión, puso de resalto “la gravedad de las conductas juzgadas, el ostensible ‘encarcelamiento psicológico’ que sufrió la joven y la circunstancia de que el caso se enmarca dentro de lo que se llama ‘trata dura’, en la cual el autor aplica violencia física sobre la víctima para lograr su explotación sexual”, al momento de describir la situación de encierro, golpes y maltrato que sufrieron la propia víctima y sus hijos.

La sanción que le impuso el tribunal a Vera es la pena más alta que se haya dictado en la provincia por el delito de trata de personas –igual a los siete años que recibió José Candido Manzanares en 2014–, en dieciséis juicios que se han realizado desde la sanción de la ley que penaliza la trata de personas.

El tribunal, integrado por Noemí Berros, Lilia Carnero y Roberto López Arango, dará a conocer los fundamentos del veredicto en una semana.

Encarcelamiento psicológico

El martirio duró seis meses para la joven. Vera irrumpió en su vida en momentos en que ella estaba sin hogar, en situación de calle, sin trabajo y con dos hijos a cuestas. “Vera se aprovechó de esa situación de vulnerabilidad”, señaló el fiscal Candioti.

El hombre se ofreció a cuidarla, le alquiló una pensión y dijo que le daría lo que necesitara para sobrevivir. Después la llevó a vivir a una casa en calle Courreges y, desde el primer día, la obligó a prostituirse: la hacía apostarse en la esquina de Perón y Alem, mientras la vigilaba desde un automóvil Renault 12 color rojo, y la llevaba al Hotel Barrancas, en Echagüe y Pascual Palma, a pocas cuadras de allí, en una de las denominadas zonas rojas de la ciudad. “La primera noche en esa casa comenzaron las amenazas, los episodios violentos y le dijo expresamente que quería que trabaje con su cuerpo”, apuntó el fiscal en su alegato. “Y las amenazas cumplieron su cometido: ella sentía ese encarcelamiento psicológico”, agregó, para dar cuenta del “grave daño” que el hombre le provocó a la joven.

La víctima contó que Vera le retenía su documento, que se quedaba con casi todo el dinero que producía y que no le permitía salir de la casa. También denunció episodios de violencia física: dijo que Vera golpeaba y amenazaba a sus hijos.

–Cuando lo veían, parecía que veían al diablo –contó la joven en su declaración en Cámara Gesell.

A pesar de las amenazas, la joven logró escapar. “Pero a los dos días Vera la encontró, volvió a amenazarla, le dijo que iba a matar a sus hijos y la llevó al Hotel Barrancas, donde la obligó a prostituirse diariamente, en un lapso prolongado de tiempo y por largas horas”, describió el fiscal. Según las constancias del expediente, ambos vivieron en la habitación 19 desde el 10 de julio y la chica debía mantener relaciones sexuales por dinero desde las 14 hasta las 8 del día siguiente.

También informes policiales confirman la presencia en esos meses de la víctima en la zona de Alem y Perón o en Pascual Palma y Echagüe, y de Vera ejerciendo la vigilancia de la joven a bordo de su automóvil Renault 12 rojo.

El calvario duró hasta el 12 de agosto de 2010, cuando un tío la vio parada en una esquina y la llevó a realizar la denuncia en sede judicial.

“Está absolutamente probado el delito, la responsabilidad de Vera y los medios comisivos: el engaño para la captación y el abuso de una situación de vulnerabilidad y la violencia para obligarla a ejercer la prostitución”, resumió el fiscal.

El diablo en persona

Engaño, abuso de una situación de vulnerabilidad y amenazas son las claves de un caso impactante de trata de personas con fines de explotación sexual que ocurrió a pocas cuadras de la plaza principal, en pleno centro de la ciudad de Paraná.

“La primera noche me dijo que me cambiara que tenía que ir a trabajar… Se puso agresivo, agarró un arma y me la puso en la cabeza y a un hijo mío… Quería que yo laburara”. La que habla es una víctima de trata, una mujer joven, vulnerable y pobre, con dos hijos de 3 y 1 año a cuestas, sin contención familiar, sin hogar y sin trabajo.

El victimario se llama César Augusto Vera, tiene 40 años, nació en la zona rural de General Ramírez, departamento Diamante. El 5 de marzo de 2014, el juez Daniel Malatesta le impuso una pena de dos años y seis meses de prisión por violencia de género. La víctima era su ex pareja y madre de sus hijos. Le atribuyeron 14 hechos de violencia, entre los cuales hay golpizas en la vía pública, estrangulamiento, lesiones en el rostro y amenazas con un arma de fuego hacia la mujer. También le imputaron la tenencia de armas de fuego de uso civil y de armas de guerra.

“Yo me prostituía y le daba casi toda la plata a él”, contó la joven víctima de trata. “Yo me paraba en Pascual Palma y Echagüe y él se paraba en Pascual Palma y 25 de Mayo, o andaba caminando por ahí, y me vigilaba… Durante la noche me pedía toda la plata que iba juntando, se quedaba con casi toda la ganancia, me daba 15 o 20 pesos”, agregó.

Fue un testimonio desgarrador:
–Dormía tres horas por día, sentía que el cuerpo no me daba más.

En otro momento describió cómo sobrevivía: “No podía salir a ningún lado sola; no tenía plata para mis hijos, ellos pasaban hambre; me pegaba, también a los chicos. Un día me llevó a un descampado y le puso un cuchillo al nene. Yo le decía: ‘Haceme lo que quieras, pero a mis hijos no los toques’. Me golpeó la cara y me dejó sangrando”.

“Vera me causó un daño terrible, por eso pido justicia, por mí y por mis hijos”, dijo hace unos días, cuando le tocó declarar para este juicio.

Vera fue condenado ayer a siete años de prisión. Tal vez la joven pueda decir que se hizo justicia.

Fuente: El Diario.