Quedó más comprometido el acusado por trata de personas

11/06/2015

Juan Cruz Varela Policías, una psicóloga, un tío de la víctima y la ex pareja de la joven complicaron aún más la situación de César Augusto Vera, en el juicio que lo tiene como acusado por trata de personas con fines de explotación sexual de una joven de 19 años a la que sometió durante


Juan Cruz Varela

Policías, una psicóloga, un tío de la víctima y la ex pareja de la joven complicaron aún más la situación de César Augusto Vera, en el juicio que lo tiene como acusado por trata de personas con fines de explotación sexual de una joven de 19 años a la que sometió durante seis meses, en el año 2010, y obligó a prostituirse en las calles y en un hotel cercano a la terminal de ómnibus de Paraná.

Tal vez el más contundente de los testimonios lo dio Claudia Bruno, psicóloga de los tribunales provinciales, al asegurar que el episodio de explotación sexual “tuvo mucha incidencia” en la historia personal de la víctima de trata “porque antes de eso, la vida que estaba amenazada era la suya, pero luego fue la de sus hijos. Eso fue lo que ella no resistió. Pudo cuando la violencia fue contra ella, pero no cuando fue contra sus hijos”, resumió la profesional que asistió a la joven.

Los hechos por los cuales está imputado Vera ocurrieron entre marzo y agosto de 2010. La acusación comprende todas las etapas del delito de trata: captación, traslado y recepción. La explotación ocurrió mediante un abuso de la situación de vulnerabilidad de la víctima, a la cual sometía bajo engaños, amenazas e intimidaciones.

Según la acusación, Vera la captó mediante engaños, la amenazaba para que ejerciera la prostitución en esquinas de la ciudad y golpeaba a sus hijos cada vez que ella se negaba a salir de la casa. La víctima contó además que el hombre le tenía retenido su documento, que se quedaba con todo el dinero que producía y que no le permitía salir de la vivienda que había alquilado para ella y sus hijos en calle Courreges. La joven también denunció episodios de violencia física. Dijo que Vera golpeaba y amenazaba a sus hijos para que ella “trabajara” todas las noches y que llegó a apoyarle un arma de fuego en la cabeza para que saliera a prostituirse.

Situación de vulnerabilidad

La psicóloga Bruno asistió a la joven en agosto de 2011, es decir, un año después del hecho. Describió a la víctima como “una persona muy vulnerable” y “muy propensa a sufrir daño psíquico por todos los factores que determinaron su vida”. Sin embargo, enfatizó que “lo que más la presionaba era el estado de vulnerabilidad de sus hijos”, incluso más que la violencia contra ella misma. “Sentía un miedo intenso porque se sentía amenazada; tenía miedo a que hubiera represalias o que (Vera) tomara venganza contra sus hijos”, agregó.

Durante su declaración, la profesional contó detalles de la historia de vida de la joven, dijo que “vivió muchas situaciones socio-ambientales desfavorables que signaron su accionar y su forma de ser”, eso le forjó un tipo de personalidad “muy inestable, con mucha impulsividad y tendencia suicida” y la hace “muy vulnerable”.

En ese contexto de vulnerabilidad es que irrumpe Vera en la vida de la joven. Estando en situación de calle con sus hijos, encontró cobijo en la casa de una persona que le presentó a quien sería su victimario. “Vera le ofreció un lugar para que ella viviera con sus hijos, pero la obligó a prostituirse. No solo fue violento con ella, sino con los chicos. Incluso, (la víctima) contó que (Vera) ataba a los chicos y que en un momento intentó alejarse, pero el señor la llevó a un descampado y la golpeó a ella y a sus hijos”, relató Bruno. Y se refirió a otro episodio que narró la víctima: “Ella contó que lo único que el hombre le daba, en forma mínima, era alimento, por ejemplo, le llevaba tres hamburguesas: una para ella y las otras para los hijos”.

El rescate

La joven logró escapar el 12 de agosto de 2010. Esa noche estaba parada en la esquina de Alsina y Echagüe. Vera, como siempre, la vigilaba de cerca. Allí la vio su tío Horacio P., se acercó, hablaron, ella le contó de las penurias que había vivido en los últimos meses, que llevaba varias semanas viviendo en el Hotel Barrancas, en Echagüe y Pascual Palma, y que hacía mucho tiempo no venía a sus hijos.

En su declaración ante el tribunal, Horacio P. dijo que su sobrina le dijo que “no estaba voluntariamente” al lado de Vera, que el hombre “la tenía amenazada para que se prostituya” y recordó que la acompañó a hacer la denuncia en sede judicial.

El tío de la víctima dijo que conocía a Vera “del barrio Paraná XVI” y que “nunca” lo vio trabajando.

Horacio P. contó también que luego de radicada la denuncia, él y su sobrina citaron a Vera en un hipermercado para que el hombre le devolviera los documentos que le tenía retenidos a la víctima y señaló que “Vera se la quería llevar por la fuerza, ella lloraba, gritaba que la obligaba a trabajar en la calle y que les pegaba a sus hijos”.

También Jairo Gauna, ex pareja de la víctima y padre de sus hijos, relató al tribunal que la joven le contó “que la persona que estaba con ella la mandaba a prostituirse, que la maltrataba y que a los chicos les pegaba en la cabeza y los tomaba de los pelos”, pero que la víctima “no cortaba con esa relación porque tenía miedo, el señor la amenazaba, le decía que la iba a matar”.

Las relaciones de Vera

Dos oficiales de la División de Trata de la Policía de Entre Ríos expusieron a quienes serían eslabones de una cadena de explotación que integra César Augusto Vera. En la sala de audiencias se coló el nombre de Sandra Mendoza y otra persona a la que se mencionó por el apodo de Viejo Toto.

El policía Eduardo Misericordia se refirió a un episodio ocurrido en abril de 2010, cuando una patrulla pretendió identificar a un hombre que se encontraba a bordo de un automóvil Renault 12 rojo que estaba estacionado sobre calle Echagüe, a pocos metros de Pascual Palma. Según dijo, “al advertir la presencia policial, el vehículo se retiró del lugar”. Esa noche identificaron a la joven y, como no tenía documentos, la llevaron hasta la sede de la División Trata de Personas, pero no consiguieron que ella denunciara a su explotador.

Unos días después, Diego Jazmín, otro policía, volvió a toparse con el vehículo rojo estacionado en el mismo lugar, mientras realizaba un patrullaje nocturno por la denominada zona roja de la ciudad. En esa ocasión, Vera estaba acompañado por Sandra Mendoza, una mujer que está relacionada con el regenteo de prostitución en Paraná y Santa Fe, y que en marzo fue objeto de un allanamiento en su domicilio de la Villa 351 en el marco de una investigación por trata de personas y tráfico de estupefacientes que se tramita en el Juzgado Federal de Paraná.

Fuente: El Diario.