Impactante relato de una joven víctima de explotación sexual

10/06/2015

Juan Cruz Varela Fueron seis meses de un calvario indecible para una chica de 19 años, madre, en situación de pobreza, sin trabajo y sin hogar, a la que un hombre obligaba a prostituirse en la calle y en un hotel, bajo intimidaciones, amenazas y golpizas, contra ella y sus hijos pequeños, a los que


Juan Cruz Varela

Fueron seis meses de un calvario indecible para una chica de 19 años, madre, en situación de pobreza, sin trabajo y sin hogar, a la que un hombre obligaba a prostituirse en la calle y en un hotel, bajo intimidaciones, amenazas y golpizas, contra ella y sus hijos pequeños, a los que también golpeaba.

El victimario se llama César Augusto Vera, tiene 40 años, nació en la zona rural de General Ramírez, departamento Diamante, y además de esta causa por trata de personas con fines de explotación sexual, carga con una condena de prisión condicional por las terribles golpizas que le propinaba a su ex pareja y madre de sus hijas.

El calvario, para la joven, ocurrió entre marzo y agosto de 2010. Vera irrumpió en su vida en momentos en que ella buscaba un mejor porvenir. El hombre se ofreció a cuidarla y dijo que le daría lo que necesitara para sobrevivir. La llevó a vivir a una casa en calle Courreges y, desde el primer día, el hombre la obligó mediante amenazas a prostituirse, para lo cual la hacía apostarse en la esquina de Perón y Alem –la vigilaba desde un automóvil de color rojo–, y de ahí la llevaba con los clientes al Hotel Barrancas, en Echagüe y Pascual Palma, a pocas cuadras de allí.

La acusación contra Vera comprende todas las etapas del delito de trata: captación, traslado y acogimiento. La explotación ocurrió mediante un abuso de la situación de vulnerabilidad de la víctima, a la cual sometía bajo engaños y amenazas. El hombre podría recibir una pena de entre 4 y 15 años de prisión en caso de ser encontrado culpable por el Tribunal Oral Federal de Paraná.

En primera persona

El martirio duró seis meses para la joven. En su declaración en Cámara Gesell, ante una psicóloga –con los integrantes del tribunal, el fiscal José Ignacio Candioti y los defensores, Hugo Gemelli y Matías Argüello de la Vega, detrás de un vidrio–, la víctima contó durante una hora y media sus padecimientos. Dijo que Vera la captó mediante engaños, que la amenazaba para que ejerciera la prostitución en esquinas de la ciudad, que golpeaba a sus hijos cada vez que ella se negaba a salir de la casa.

Contó además que el hombre le había retenido sus documentos, que se quedaba con todo el dinero que producía (habló de unos 350 pesos diarios) y que solo le entregaba 20 pesos por día, y que no le permitía salir de la vivienda de calle Courreges.

La joven denunció episodios de violencia física, intimidaciones y amenazas. Contó que Vera golpeaba y amenazaba a sus hijos para que ella “trabajara” todas las noches, aseguró que cuando quiso irse el hombre le dijo que mataría a los chicos y que llegó a apoyarle un arma de fuego en la cabeza para que saliera a prostituirse.

Una vez, Vera hasta le dio puntazos en el estómago porque la joven se resistió a prostituirse.

En la calle, Vera estaba siempre presente. La vigilaba desde el Renault 12 rojo y, cada tanto, se acercaba para pedirle que le entregara el dinero que había producido.

Esa presencia de Vera en tareas de vigilancia quedó consignada en un informe policial, fechado en abril de 2010, ya que el hombre fue sorprendido por una patrulla, pero huyó apenas se acercaron los efectivos para identificarlo.

El 12 de agosto de 2010 la joven estaba parada en la esquina de Alsina y Echagüe. Vera, como siempre, la vigilaba a prudente distancia. Allí la vio un tío, se acercó, hablaron, ella le contó de las penurias que había sufrido en los últimos meses, que llevaba varias semanas viviendo en el hotel y que hacía mucho tiempo no venía a sus hijos. Entonces, ambos fueron a rescatar a los chicos y realizaron la denuncia.

Malos tratos

La joven vivió en el hotel desde el 10 de julio. Hasta ese día había estado en el departamento de calle Courreges. La dueña de esa casa, Delia Astilleta, contó ayer ante el tribunal que en el mes que vivieron allí el hombre pasaba todos los días a buscarla, a veces a la tarde y nunca más allá de las 20, y que la joven debía estar lista para salir.

No quedó claro si Vera vivía en el departamento que alquilaba o si allí solo vivía la chica con sus hijos y Vera pasaba diariamente a buscarla. “El señor no vivía, pero iba y le llevaba cosas, mercadería, dinero”, dijo la mujer. Sin embargo, sus dichos no coinciden con los del propio Vera, que aseguró haber dejado a su familia por la joven y que vivieron juntos en ese departamento.

El departamento en cuestión está en la planta alta, al frente, de la casa familiar que la mujer habita con su marido.

Lo cierto es que, más allá de las dudas que dejó su relato, Astilleta reconoció la situación de violencia que se vivía en la casa: “Se sentían los gritos, el señor no la dejaba bajar, la amenazaba; los chicos le tenían terror, sobre todo la nena, cada vez que lo veía, no sabía dónde meterse; lloraban mucho”, enfatizó ante el tribunal. “Yo sentía los gritos y ella me contaba, me decía que la amenazaba, que la trataba mal, ella decía que no quería salir, no quería hacer sus cosas y el señor le gritaba… a veces la hacía sufrir”, sentenció la mujer.

Perfil de un violento

En el inicio del juicio, Vera se negó a declarar ante el tribunal. Pero en la indagatoria que prestó ante el juez federal cargó toda la responsabilidad en la víctima: dijo que lo extorsionaba para que le diera dinero y el automóvil, que dejó a su familia “por una mujer que no valía la pena” y que cortó la relación cuando se enteró de lo que hacía. “Ella me pedía que la llevara a trabajar, me había dicho que cuidaba a una señora de noche. A mí me parecía raro porque nunca me dijo dónde era”, había dicho Vera durante la instrucción de la causa.

Sin embargo, nada dijo el hombre de la condena por violencia de género que recibió el 5 de marzo de 2014.

El juez Daniel Malatesta le impuso una pena de dos años y seis meses de prisión por agresiones contra su ex pareja y madre de sus hijos. A Vera le atribuyeron 14 hechos de violencia, entre los cuales hay golpizas en la vía pública, lesiones en el rostro y amenazas con un arma de fuego hacia la mujer. También le imputaron la tenencia de armas de fuego de uso civil y de armas de guerra.

Tampoco dio mayores explicaciones sobre por qué estuvo prófugo la semana pasada, hasta que la Policía lo encontró, según dijo, en la casa de una amiga en el barrio Capibá.

Fuente: El Diario.