La historia oculta del represor que pasó por el Regimiento de La Paz

13/11/2014

Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial Era la pieza que faltaba. La figurita difícil en el rompecabezas de la represión en el norte argentino. Juan Carlos Jones Tamayo fue detenido después de mantenerse tres años prófugo y la noticia fue motivo de festejos en Salta y Jujuy. Y también rebotó en La


Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial


Era la pieza que faltaba. La figurita difícil en el rompecabezas de la represión en el norte argentino. Juan Carlos Jones Tamayo fue detenido después de mantenerse tres años prófugo y la noticia fue motivo de festejos en Salta y Jujuy. Y también rebotó en La Paz, donde Johnny, como le decían sus camaradas, estuvo dos años como jefe del regimiento, en los primeros años de democracia.

Jones Tamayo fue detenido el 1 de octubre pasado en el barrio porteño de Belgrano, después de permanecer más de tres años prófugo de la justicia y con una orden de captura nacional e internacional sobre su espalda. Según se supo, cayó después de que personal de la Justicia Federal jujeña lo detectara en videos de vigilancia de un banco de la Capital Federal y emitiera los alertas a las fuerzas de seguridad.

El represor está acusado por secuestros, torturas, homicidios y desapariciones. “Este personaje nefasto fue uno de los miembros más importante del grupo de inteligencia, por cuyas manos han pasado todos nuestros desaparecidos”, señaló María Eva Arroyo, integrante de la agrupación Hijos Jujuy, en diálogo con Página Judicial.

Deberá responder ahora por una larga lista de delitos de lesa humanidad, por su tarea como jefe de inteligencia en las provincias del norte argentino y al servicio del Batallón 601: en Jujuy se lo acusa por La Noche del Apagón, un operativo de secuestros en Ledesma, el pueblo en donde la azucarera dirigida por la familia Blaquier; también está imputado por los crímenes cometidos contra los mineros de la mina El Aguilar y de militantes del Partido Comunista en la ciudad de Tumbaya, así como los cometidos contra los dirigentes gremiales azucareros y docentes, todos aún desaparecidos. Se le atribuye, además, el crimen de una maestra jujeña, Dominga Álvarez de Scurta, hecho por el cual ya fue indagado.

El militar de 72 años permanece alojado en la Unidad Federal de Güemes a la espera de que comience su desfile por los pasillos de tribunales. “Desde Hijos estamos insistiendo para que sea indagado primero en aquellas causas que ya están elevadas a juicio, para que pueda ser juzgado el año que viene”, señaló la militante de Hijos Jujuy.

También enfrenta causas judiciales en Salta, donde está acusado por la Masacre de Palomitas, ocurrida el 6 de julio de 1976, cuando un grupo de presos y presas políticos fueron retirados durante un apagón intencional en el penal de Villa Las Rosas y asesinados a un costado de la Ruta Nacional 34, a unos treinta kilómetros de la capital. Y en Tucumán, está imputado por su desempeño durante el Operativo Independencia.

El represor integró el área de inteligencia del Ejército y ha sido señalado como secuestrador o verdugo por la mayoría de los sobrevivientes de la represión ilegal en las provincias de Salta y Jujuy. “Eran los especialistas en interrogatorios, los únicos que sabían hacerlo, y operaban en todo el país, con vestimentas de civil”, dijo el ex comandante de Institutos Militares de Campo de Mayo, y hoy condenado, Santiago Riveros, sobre el rol de los agentes de inteligencia del Batallón 601.

De paso por La Paz

Nacido el 11 de agosto de 1942 en la provincia de Salta, descendiente de una familia de la oligarquía de esa provincia, Jones Tamayo era un militar especializado en tareas de inteligencia, aunque también gozaba de cierto reconocimiento como historiador.

Previo a la dictadura intervino en el Operativo Independencia, en Tucumán. Llegó a Jujuy en 1975 como jefe de inteligencia y, paralelamente, se desempeñó en Salta, bajo el mando del Batallón 601. Por aquellos años escribía a un diario salteño y sus opiniones eran publicadas asiduamente en la prensa.

A partir de 1977 se pierde su rastro. “Su legajo es confuso sobre lo que hizo en aquellos años y eso tiene que ver con su tarea en el área de inteligencia”, explicó Arroyo. Lo cierto es que Jones Tamayo volvió a Jujuy en 1980 y permaneció hasta 1983.

Su llegada a Entre Ríos se dio tras el retorno de la democracia. En 1985, ya como teniente coronel del Ejército, fue jefe del Grupo de Artillería 121. Entonces se radicó en La Paz y allí vivió con su familia mientras estuvo a cargo del regimiento.

Mantuvo en esos años una activa vida social y hasta extendió el vínculo con la localidad entrerriana con los años, a tal punto que una de sus hijas –tiene tres mujeres y un varón– está casada con un paceño, por eso volvía frecuentemente a la ciudad.

Sin embargo, su pasado como represor fue algo de lo que nadie sabía en la ciudad.

El nombre de Jones Tamayo volvió a la escena pública tras el desarchivo de las causas por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Las víctimas lo señalan como una pieza importante de la represión, aparece en los secuestros, como un torturador presente en los interrogatorios y también como una figura con ascendencia dentro de la cárcel jujeña.

El Ministerio de Justicia de la Nación ofrecía una recompensa de 100.000 pesos para quien aportara datos que llevaran a su detención. Pero durante más de tres años logró escabullirse. Hasta hace un mes. Ahora su futuro inmediato será tras de las rejas, en la Unidad Federal de Güemes, donde se reencontró con antiguos camaradas.