Por ayudar a Demonte, un policía fue imputado por falso testimonio

08/11/2014

Juan Cruz Varela El Código Penal obliga a todas las personas que son citadas a declarar como testigos de un juicio a decir la verdad sobre los hechos que se le pregunten. Esto implica, entonces, que las personas que son llamadas a declarar en un proceso penal no pueden mentir, es decir, no pueden decir


Juan Cruz Varela

El Código Penal obliga a todas las personas que son citadas a declarar como testigos de un juicio a decir la verdad sobre los hechos que se le pregunten. Esto implica, entonces, que las personas que son llamadas a declarar en un proceso penal no pueden mentir, es decir, no pueden decir falsedades y tampoco negar o callar la verdad, ni siquiera en parte.

El hecho destacado de la jornada de ayer en la audiencia del juicio escrito por crímenes de lesa humanidad fue la imputación del testigo Jacinto Fiad Abdo, un policía federal, por el delito de falso testimonio a raíz de la marcada reticencia a la hora de responder las preguntas del juez Leandro Ríos.

Abdo ensayó un relato confuso, contradictorio por momentos y plagado de evasivas con el cual pretendió beneficiar a Cosme Ignacio Marino Demonte, quien fuera su compañero de armas y está imputado por los secuestros de Victorio José Ramón Erbetta y Pedro Miguel Sobko, y por el homicidio de este último.

La imputación por falso testimonio se basó en las marcadas contradicciones en que incurrió el ex policía, quien primero dijo no recordar las tareas que realizaba Demonte por esos años, luego lo señaló como integrante de la oficina de inteligencia y finalmente lo ubicó en la guardia de la delegación.

Cierta altanería de Abdo, sumado a respuestas poco claras y una marcada reticencia para recordar algunos episodios, terminaron por agotar la paciencia de las partes antes de concluir su declaración.

La abogada de la agrupación Hijos Regional Paraná Florencia Amore hizo punta en el pedido para que Abdo sea imputado por el delito de falso testimonio; y la acompañó en el planteo el fiscal José Ignacio Candioti. El juez Ríos, entonces, decidió suspender la testimonial, hizo lugar al pedido de los acusadores y dispuso que Abdo sea revisado por el médico de la Cámara Federal de Apelaciones, Armando González, a fin de constatar su estado general, determinar si lo que se percibía como un problema de audición era tal y verificar su estado psíquico. Abdo no quedó detenido.

El hombre de la radio

Abdo dijo haberse desempeñado como radio-operador en la delegación local Policía Federal. Pasaba largas horas en una habitación de la planta alta, ubicada a pocos pasos de donde se encontraba la denominada “oficina técnica” o “servicio de informaciones”, que era el área encargada de realizar tareas de inteligencia sobre las personas.

Según han dicho otros policías, y fue ratificado ayer, su oficina se encontraba dentro de un área restringida de la delegación.

Abdo se esmeró en aclarar que “nunca” trabajó para al servicio de informaciones y limitó sus funciones “a recibir radiogramas codificados que les pasaba a ellos”, en referencia a los integrantes del área de inteligencia, que los decodificaban “y después salía el personal a hacer procedimientos”. Sin embargo, en un momento dijo, casi como al pasar, que todos los operativos se comunicaban a través de la radio estación, esa misma que él administraba desde la central.

Entre los integrantes del grupo de inteligencia surgieron los nombres de Osvaldo Luis Conde, Emilio Romero, Alberto Rodríguez y Jorge Vicente Strak, como los oficiales de mayor ascendencia; y también los de Daniel Antonio Motta, Artemio Schumacher, Oscar Hugo Rivarola, Rolando Leones, Luis Alberto Fernández y otros de apellido Carnevale y Camero, entre los suboficiales de menor jerarquía. El nombre del jefe de la delegación, José Faustino Fernández, tampoco quedó fuera del registro.

–¿Y Demonte? –le preguntó el juez Ríos, casi extrañado de que no lo mencionara.
–Demonte era un oficial que estaba en inteligencia –dijo por fin.

Abdo calificó como “tiempos de subversión” y “de militares” a lo que sobrevino tras el golpe de Estado, pero dijo que no supo que se detuviera a personas en los operativos que realizaban los agentes de inteligencia. No obstante, señaló que “hubo muy pocos detenidos en la delegación”, que esas personas “estaban en el calabozo” y aclaró que no subían a la planta alta. Pero aseguró que nunca los vio entrar, no sabe cuánto tiempo permanecían en la sede policial ni quién estaba a cargo de ellos en la estructura orgánica de la delegación.

Para ese momento era evidente la tendencia de Abdo a evadir las preguntas.

–No sé, no coordino, no recuerdo –le respondió al juez cuando le preguntó, por tercera vez, sobre las funciones que desempeñaba Demonte en la delegación.

Recién entonces disparó:

–Demonte era una persona que estaba a disposición del jefe.

Luego de ello entregó algunas frases sueltas y resaltó que Demonte “participaba de los procedimientos” y “siempre vestía de civil”.

La interrupción abrupta de la declaración, dejó una duda flotando en el ambiente. ¿Abdo mintió u omitió decir la verdad por temor a autoincriminarse en acciones delictivas?

Área restringida

La sospecha alrededor de los motivos que pudo haber tenido Abdo para no decir toda la verdad cobró fuerza un rato después, cuando le llegó el turno de declarar a Juan Carlos Freire, otro policía federal que prestó servicio en la delegación a partir de 1975.

Según dijo Freire, a su llegada, le llamó la atención “que hubiera un área restringida en la planta alta a la que no se podía acceder” y ratificó que los equipos del radio-operador estaban instalados en una habitación dentro de ese espacio vedado, al lado de la denominada “oficina técnica”.

El policía destacó que la “oficina técnica” o de inteligencia “era totalmente independiente” y “Demonte dependía directamente de esa oficina y del jefe (Fernández); a veces se lo veía en la delegación y a veces no, porque trabajaba externamente” e insistió en que “se reportaba directamente al jefe y era subalterno de Conde”. Dijo, además, que Demonte, como el resto de los agentes de inteligencia, “prestaba servicio de civil” y que utilizaba un automóvil Ford Falcon “no identificable”.

En ese lugar de la delegación eran frecuentes las reuniones entre los agentes de la “oficina técnica” y militares, personal de la Fuerza Aérea, Prefectura y policías. Otro policía, Luis Francisco Risso, acotó que esas reuniones “eran de tardecita-noche”. Freire, que también fue chofer de Fernández, acotó que “una vez por semana debía trasladarlo al Comando”, en calle 25 de Mayo, donde tenía su puesto el jefe de la represión en la provincia, Juan Carlos Trimarco.

La patota de las ametralladoras

En la audiencia de ayer declaró otro policía federal que prestó servicios en la Delegación Paraná durante los años de la represión ilegal.

Luis Francisco Risso hizo hincapié en el trabajo que realizaba la denominada “oficina técnica”, donde se desempeñaba Demonte, que funcionaba en la planta alta de la delegación, en un área cuyo acceso estaba prohibido para la mayoría de quienes cumplían funciones en la sede policial.

Risso precisó que en la “oficina técnica” o de inteligencia “se pasaban informes que sacaban de los diarios y los mandaban a Buenos Aires”, que los integrantes de esa estructura “vestían de civil, siempre de civil” y que los procedimientos los realizaban “en un móvil no identificable”, un Ford Falcon, que tenía la delegación. “Se actuaba con reserva por el tema de la subversión”, dijo en un momento. “Ellos eran un grupo muy cerrado, eran muy reservados para decir las cosas”, agregó luego.

La declaración de Risso tuvo un momento de tensión cuando se le preguntó por los procedimientos que realizaba la patota de inteligencia.

–¿Participó usted de operativos de traslado de detenidos? –le preguntaron.
–No, gracias a dios no –lanzó el policía.

–¿Por qué ‘gracias a dios’?
–Esas cosas nunca me gustaron… el tratamiento a los detenidos… no me gustaba como se procedía con ciertas cosas. Nunca anduve en nada raro. Demonte era el que andaba en eso; los procedimientos de detenidos los realizaban ellos –acotó, señalando a Fernández y Conde como quienes encabezaban la “oficina técnica”.

Risso, además, dejó mal parado a otro compañero de armas de aquellos años. Hace unos días, Carlos Ariel Chernis había declarado que utilizaba ametralladoras para hacer guardias. Risso, en cambio, aseguró que en la delegación había ametralladoras PAM, un arma de fabricación nacional que era copia de otra norteamericana, pero que estaban bajo llave en la Armería. Dijo Risso que “las guardias se hacían con las armas reglamentarias” y agregó: “A las ametralladores las usarían ellos”, en referencia al grupo de inteligencia.

Fuente: El Diario.