Juzgarán en Paraná al hijo de un poderoso narco del conurbano
01/08/2014
Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial Era la tarde de un jueves monótono. Los vehículos iban y venían, pasaban y seguían. Así desde la mañana en el puesto caminero de Paso Telégrafo, en el norte entrerriano, allí donde han caído no pocas de esas mulas que suelen utilizar las bandas narcos para
Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial
Era la tarde de un jueves monótono. Los vehículos iban y venían, pasaban y seguían. Así desde la mañana en el puesto caminero de Paso Telégrafo, en el norte entrerriano, allí donde han caído no pocas de esas mulas que suelen utilizar las bandas narcos para transportar drogas desde el norte argentino hasta las grandes urbes.
Pero el caso fue distinto esa vez. Algo rompería la monotonía de aquel 11 de octubre de 2012. No caería una simple mula. Lo primero que notaron los gendarmes fue que el conductor no era el propietario del automóvil Citröen C4 último modelo, pero más les llamó la atención cierto nerviosismo del muchacho, tanto es así que titubeaba y la persona sentada a su lado lo ayudaba a contestar preguntas de rutina. Y las dudas se acrecentaron cuando el can detector de narcóticos se sobresaltó al pasar por la parte trasera del automóvil de color bordó en el que viajaban tres muchachos jóvenes.
En la requisa posterior del vehículo confirmaron en parte sus sospechas: entre el asiento trasero y el baúl había, escondidos, 80,625 kilos de picadura de marihuana envueltos en bolsas de nylon. Inmediatamente los tres hombres quedaron detenidos.
Los gendarmes no supieron ese día que el muchacho que conducía el automóvil de alta gama con un carnet que lo identificaba como Nahuel Denis, era en realidad Iván Gabriel Villalba, hijo de un importante jefe narco del conurbano bonaerense, aunque sí les llamó la atención el esmero que hacían los otros dos por protegerlo. Eso surgió unos días después.
Del entrecruzamiento de información entre las fuerzas de seguridad y la Justicia Federal surgió que Denis era Villalba. Sus acompañantes, custodios, eran Rodrigo Karasik y Víctor Manuel Sánchez. Y la pomposa llegada a Paraná de integrantes del estudio que encabeza Mariano Cuneo Libarona terminó de disipar todas las dudas. Es que el mediático abogado porteño asiste a Miguel Mameluco Villalba, apodado El Zar de la Cocaína, también preso, y padre de Iván.
El impacto que provocó la detención de Villalba hizo que durante el tiempo que estuvo detenido en Paraná –al cabo de algunas semanas fue derivado a la cárcel de Ezeiza–, las autoridades del Servicio Penitenciario de Entre Ríos dispusieran reforzar la seguridad interna y externa del penal, tanto en cantidad de guardias como en mayores controles para quienes ingresaban a la cárcel en los días de visitas.
Camino al juicio oral
Al día de hoy, a casi dos años de la detención, Villalba y sus guardaespaldas Karasik y Sánchez permanecen detenidos a la espera del juicio oral que está fijado para el mes de octubre en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Paraná. Están acusados por el delito de transporte de estupefacientes agravado, que prevé penas de 6 a 20 años de prisión; y Villalba también por el uso de un documento falso, reprimido con una pena de entre 3 y 8 años.
Hace unos días, el tribunal rechazó un planteo de nulidad presentado por la defensa de Karasik. El abogado Marcos Rodríguez Allende –que trabaja con el estudio de Cuneo Libarona– solicitó la nulidad del procedimiento y la inconstitucionalidad del artículo 230 bis del Código Procesal Penal de la Nación. La importancia de la medida radicaba en que, en caso de tener acogida, sus efectos alcanzarían a los otros dos imputados.
El atacado artículo 230 bis es el que habilita a las fuerzas de seguridad a la requisa de vehículos y personas sin orden judicial en caso de que surja una sospecha razonable o circunstancias previas que lo justifiquen, o cuando se trate de un operativo público de prevención, como sería un control de rutas. Según Rodríguez Allende, este último punto “fue introducido para que los policías puedan intervenir sobre automóviles sin sospecha previa de la comisión de un delito más o menos concreto”, y ese accionar le atribuye a los gendarmes en el procedimiento de octubre de 2012.
El fiscal José Ignacio Candioti replicó que “existieron ‘razones suficientes’ para efectuar la requisa del automóvil (nerviosismo de los ocupantes, intervención del can detector de narcóticos, etcétera) y que en el procedimiento se mantuvieron dos contactos telefónicos con el Juzgado Federal”, por lo que consideró que “el procedimiento se desarrolló en un marco de legalidad”.
En su resolución, el tribunal –con la integración de Noemí Berros y Lilia Carnero– rechazó la nulidad y dejó entrever que ese asunto se analizará en el transcurso del juicio oral. No obstante, aclaró que de la revisión del expediente, a su ingreso al tribunal, no surgieron “motivos para considerar que se violentaron garantías de los procesados, es decir, no se observó una inconstitucionalidad o nulidad manifiesta”. Del mismo modo, insistió en que “no surge ni evidente ni indudable el quebrantamiento de derechos constitucionales y legales establecidos a favor de los imputados”, por lo que rechazaron declarar la inconstitucionalidad del artículo 230 bis.
El hijo de Mameluco
A Miguel Ángel Villalba le quedó el apodo de Mameluco desde su adolescencia, cuando usaba esa prenda en la escuela técnica y no se la quitaba fuera de clases. En el año 2000 lo condenaron a 12 años de prisión por narcotráfico, salió de la cárcel en 2009 y se le ocurrió que podría ser intendente del partido bonaerense de San Martín –hasta lanzó su candidatura– con el apoyo del Peronismo Federal.
“Voy a luchar contra la venta de drogas, aunque hay que ser realista: el narcotráfico no se va de un día para el otro, ni en San Martín ni en ninguna parte del país. Acá habría que luchar en las fronteras para evitar que la droga ingrese”, dijo en una entrevista que le concedió en 2010 al diario La Nación.
Sin embargo, ya para entonces estaba en la mira de la justicia. Más aun, los investigadores sostienen que Mameluco siguió manejando el negocio de la droga desde la cárcel. Creen, inclusive, que llegó a mover unos 30 millones de dólares.
Y unos meses después, en 2011, fue detenido, otra vez, por narcotráfico. Esta vez fue acusado de liderar una banda que traficaba marihuana. El ex juez Juan Manuel Yajl, que realizó la investigación que terminó con la detención de Mameluco, explicó que la banda tenía un sistema de distribución “bastante aceitado”. Compraba la droga a terceros que se la entregaban en la Villa 18 de Diciembre, en el partido de San Martín. “En la periferia de las villas, él tenía una agencia de remises. El que quería comprar iba a la agencia: lo llevaban a la villa y lo sacaban. Si los paraban el remisero decía que no sabía nada, que estaba haciendo un viaje. Era brillante”, explicó el ex magistrado.
De esa estructura participaba su hijo Iván, quien aparece en videos vinculados a la entrega de droga en la provincia de Buenos Aires. El muchacho se mantuvo prófugo durante varios meses tras la detención de su padre. Hasta que cayó en Entre Ríos.