Condenaron al médico Capellino

05/11/2018

Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial ¿Qué pensaría Hipócrates de Jorge Horacio Capellino, el médico que la justicia acaba de condenar por participar de secuestros y homicidios, sospechado de participar en sesiones de torturas y falsificar documentos para encubrir crímenes? Juan Cruz Varela De la Redacción de Página Judicial ¿Qué pensaría Hipócrates

Condenaron al médico Capellino


Juan Cruz Varela
De la Redacción de Página Judicial


¿Qué pensaría Hipócrates de Jorge Horacio Capellino, el médico que la justicia acaba de condenar por participar de secuestros y homicidios, sospechado de participar en sesiones de torturas y falsificar documentos para encubrir crímenes?

El juez Pablo Seró condenó a Capellino a trece años de prisión e inhabilitación para ejercer como médico durante el mismo período, al hallarlo culpable de la comisión de crímenes de lesa humanidad y desaparición forzada de personas durante la última dictadura, cuando el profesional se desempeñaba en el Hospital Militar de Paraná.

El sistema de salud, Capellino y tantos otros, fue un elemento civil fundamental para que la maquinaria de la represión ilegal ideada y ejecutada por la última dictadura pudiera concretarse. Se trata de profesionales que realizaban evaluaciones de la resistencia física de las víctimas –antes o durante la tortura– para ir graduando la aplicación de descargas eléctricas en los cuerpos lacerados, destinaban medicamentos, falsificaban documentos o firmaban certificados de defunción para ocultar la responsabilidad de los organismos estatales. Todo eso cabe en la ficha de Capellino.

Su legajo militar dice que llegó a Paraná en 1974 y que entre 1976 y 1977 se desempeñó como jefe del área de Clínica Médica del Hospital Militar, donde compartía tareas con Carlos Bautista Suino, Ricardo Rizzo y Mario Sergio Crocce, entre otros.

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El médico fue condenado por la privación ilegítima de la libertad de Gustavo Hennekens y por su participación en el homicidio calificado por alevosía de Pedro Miguel Sobko, que permanece desaparecido. Pero resultó absuelto por otros hechos.

La condena le cayó el día en que cumple 73 años. La recibió en el departamento de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde cumple arresto domiciliario, modalidad que el juez decidió mantener.

Concretamente, Capellino fue condenado por el secuestro de Hennekens, que se produjo el 28 de febrero de 1977, pero resultó absuelto de la acusación que pesaba por la aplicación de vejaciones, tormentos y apremios ilegales; ello a pesar de que el ex detenido político lo ubicó entre las personas que estaban presente en los interrogatorios a los que fue sometido bajo torturas (golpes de puño, picana y submarino seco) mientras estaba internado en el Hospital Militar, y lo señaló como quien controlaba su estado físico.

De todas maneras, el magistrado ordenó profundizar la investigación para identificar a los responsables de las vejaciones, tormentos y apremios ilegales que sufrió Hennekens durante su permanencia en el Hospital Militar, entre el 28 de febrero y el 10 de marzo de 1977.

El médico también resultó condenado como partícipe del homicidio agravado por alevosía de Pedro Miguel Sobko, militante del PRT-ERP. Capellino firmó el certificado de defunción de un “NN masculino” muerto por “anemia aguda debido a herida de bala en hipocondrio derecho por accidente”.

En el documento, que está fechado el 3 de mayo de 1977, dejó asentado que el fallecimiento se produjo por una “muerte violenta”, pero a causa de un “accidente” que no especifica. Sobko había sido secuestrado el día anterior y, aunque su nombre no aparece en ningún papel, no caben dudas de que se trata de él, a partir de la reconstrucción documental que pudo hacer su familia.

El certificado de defunción no tiene, por ejemplo, datos de dónde ocurrió el hecho, ni hay detalles de por qué el médico asegura que se trata de una muerte violenta por herida de bala. Se sabe que Sobko fue secuestrado por policías federales y ejecutado por Cosme Ignacio Marino Demonte cuando intentó escapar, saltando del baúl de un automóvil mientras era trasladado quién sabe adónde.

Además, el médico resultó absuelto por el beneficio de la duda respecto de su participación en los homicidios de Juan Alberto Osuna y Carlos José María Fernández, asesinados el 25 de septiembre de 1976 en la denominada Masacre de La Tapera.

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En este caso, se lo acusaba de haber efectuado el traslado de los cuerpos de ambos militantes desde la casa ubicada en Rondeau 1396, donde fueron asesinados en un simulacro de enfrentamiento que montaron militares y policías, hasta el Hospital Militar. De hecho, Capellino admitió que un superior, cuyo nombre dijo no recordar, le ordenó que fuera al lugar para constatar la muerte de ambos, que estuvo en la vivienda y que cumplió la función médica de corroborar las defunciones, pero que no hizo el traslado.

Sensaciones encontradas

Entre los sobrevivientes hubo sensaciones encontradas. Por un lado, la satisfacción por la condena, pero también decepción porque el juez no haya condenado a Capellino por todos los hechos que se le imputaban.

Marcelo Boeykens, coordinador del Registro Único de la Verdad, cuestionó al juez por las absoluciones dictadas, adelantó que los querellantes apelarán ese aspecto de la sentencia y confió en que la Cámara Federal de Apelaciones “revisará estos aspectos y condenará a Capellino a prisión perpetua”.

El letrado consideró que “el juez no ha entendido que estaba ante una causa donde se investigan delitos de lesa humanidad, no entendió el mecanismo mediante el cual se cometieron los crímenes durante la dictadura y tampoco ha entendido que Capellino era un engranaje fundamental dentro de esa maquinaria que fue el terrorismo de Estado y que cumplía una función específica que era la de controlar las sesiones de torturas y legalizar las muertes. Evidentemente, ha analizado los hechos como si fuesen delitos comunes”.

En tanto, Matías Germano, subsecretario de Derechos Humanos de la provincia, destacó “la culminación de un proceso de más de cuarenta años en el que, una vez más, se prueba la participación de profesionales de la salud en la legalización de los secuestros y desapariciones de personas” y destacó que Capellino haya sido condenado. No obstante, aclaró que se analizará la posibilidad de apelar por el monto de la pena que recibió el médico, como también que se revisen las absoluciones y el arresto domiciliario.

No obstante, resaltó “la importancia de haber logrado una sentencia que reivindica a quienes padecieron el horror, que luego dieron su testimonio y hoy pueden sentir la reparación que significa haber logrado una condena para estos personajes”.